Cassandra Vera, la tuitera de 21 años condenada a un año de prisión por los mensajes que publicó sobre Luis Carrero Blanco, ha protagonizado la última sentencia polémica relacionada con la libertad de expresión en las redes sociales. Su caso ha reabierto un debate recurrente en los últimos años: los límites de expresión en las redes.

En su caso, trece tuits le han servido a la joven estudiante de Historia para cometer un delito de humillación a las víctimas del terrorismo; humillación, por cierto, que una de las nietas de Carrero Blanco, la periodista Lucía, no sintió “en absoluto”, tal y como explicó en la carta que escribió a los medios de comunicación tras conocerse la petición de la Audiencia Nacional. “Me asusta una sociedad en la que la libertad de expresión, por lamentable que sea, pueda acarrear penas de cárcel”, redactó, añadiendo que consideraba “un error peligroso tratar de que la ciudadanía sea respetuosa a base de amenazas y sanciones desmedidas”.

Para el tuitero Berenguer Jordi Moya, de 21 años, fueron ocho mensajes en la red social los que le valieron para ser condenado el pasado febrero a dos años de prisión por un delito de enaltecimiento del terrorismo y otro de incitación al odio. La gran carga machista de frases como “pocas me parecen 53 asesinadas con la de putas que hay sueltas” o el desprecio de “ahora solo falta un atentado en Madrid, unos cuantos españoles muertos y un 2015 de puta madre” no hicieron dudar a los magistrados que lo juzgaron.

Menos tuits aún necesitó César Strawberry, cantante de Def Con Dos, para ser condenado a un año de prisión y seis de inhabilitación por enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas tras publicar mensajes que vinculaban la muerte y la violencia con personajes como el Rey o, nuevamente, Carrero Blanco.

El PP de Madrid, al ataque

La cuenta oficial de Twitter del PP de la Comunidad de Madrid se metió de lleno en el debate de los tuiteros arremetiendo contra Cassandra Vera el pasado domingo. En referencia al deseo de la joven por dedicarse a la docencia, el partido que gobierna España decidió agrupar en una imagen un conjunto de tuits donde ella afirmaba en el pasado el “odio” que le tiene a los niños. “A vosotros que recortáis en educación os gustan más, ¿no? Sois lamentables sacando tuits y fuera de contexto, nada mejor tenéis que hacer”, les contestó Vera.

El Twitter oficial de los populares no tardó en responder: “¡Error! Se han destinado 117 millones de euros más que en 2016 para educación. ¡Prueba de nuevo!”.

 

Tuiteros condenados por el mundo

España no es el único país que ha condenado en los últimos años a tuiteros que han tenido palabras de desprecio hacia personas o colectivos. En 2012, Jarvis Britton, de 26 años, fue condenado a un año de prisión tras escribir en Twitter “matemos al presidente” en referencia a Barack Obama.

Por otra parte, un estudiante llamado Liam Stacey, en el Reino Unido, tuvo que cumplir una pena de 56 días de prisión tras escribir mensajes racistas y ofensivos contra Fabrice Muamba, futbolista que sufrió un paro cardíaco durante un partido en Inglaterra y que, tras su recuperación en el hospital, se vio obligado a abandonar su carrera profesional por consejo médico.

Libertad de expresión con límites

Las redes sociales se han convertido en caldo de cultivo de opiniones de todo tipo. En el caso de Twitter, no existen barreras claras por parte de la propia red social en limitar el tipo de mensajes que pueden publicar los usuarios.

En Estados Unidos, por ejemplo, el Partido Nazi Americano tuitea asiduamente a sus más de 12.000 seguidores mensajes homófobos, racistas y nacionalistas. Twitter, por su parte, se mantiene impasible, dejando que desde dicho partido se expresen libremente, al igual que con los tuiteros condenados. En este sentido, los límites en Twitter sobre la libertad de expresión no parece marcarlos Twitter.