El Centro de Reproducción de Tortugas (CTR) de Albera ha iniciado una campaña de micromecenazgo para financiar un estudio sanitario pionero sobre la especie mediterránea, en peligro de extinción. La iniciativa ya ha recaudado 2.107 de los cerca de 12.000 euros que calculan que necesitan.

La voluntad de la investigación es determinar si hay otras causas, más allá de las externas, que provocan que la población salvaje de Albera no se acabe de desarrollar como sería necesario.

El principal problema radica en el hecho de que una tortuga no es fértil hasta que tiene unos 14 años. "El proceso de recuperación de una población de estos reptiles es muy lento y a muchos años vista porque no funciona como con los mamíferos que cada año crean una nueva generación", afirma Joan Budó, técnico del centro.

Esta vulnerabilidad sumada a agentes externos como los depredadores naturales hacen que la población que hay en la zona continúe amenazada y no se desarrolle tal como, según los expertos, tendría que hacerlo.

El espacio, ubicado en Garriguella, en el Alt Empordà, se dedica sobre todo a la cría en cautividad de estas tortugas, que tienen su única población natural de la península ibérica en la Sierra de Albera.

En estos momentos, en sus instalaciones hay en torno a 200 ejemplares adultos reproductores de tortuga mediterránea y 50 más de la de estanque. En el primer caso, estos reptiles producirán entre 350 y 400 tortugas pequeñas en un año. Unos ejemplares que al cabo de dos o tres años serán liberados en Albera con el objetivo de reforzar la única población salvaje que queda en toda la península.

El centro también se hace cargo de otros ejemplares que les llegan provenientes de otros países. De esta manera, evitan que acaben en el medio natural y supongan un problema para la fauna y la flora autóctona.