El Parlament de Catalunya, desde 1980, lo han compuesto siempre un mínimo de cinco fuerzas políticas. Catalunya es una sociedad plural, donde el multipartidismo es algo cotidiano. El jurista y politólogo Maurice Duverger planteaba que los sistemas multipartidistas se dan cuando en una comunidad política se generan dualidades en relación a temas de interés. Este es el caso de Catalunya. La cuestión nacional no es algo nuevo que haya aparecido de sopetón por arte de magia, como algunos afirman con malicia. La contraposición y la compatibilidad entre estos dos divisores el nacional y el social— ha tenido un papel relevante en el comportamiento electoral de la ciudadanía catalana durante toda la etapa democrática.

Ese multipartidismo es hijo de dos aspiraciones legítimas del pueblo de Catalunya: unas en relación a su nivel de autogobierno, y otras respecto al tipo de políticas públicas que se quieren promover desde las instituciones. Ahora bien, este pluralismo, hasta ahora, ha sido limitado, ya que no siempre ha comportado un alto grado de reparto del poder ni una fragmentación parlamentaria demasiado grande. Los 23 años de gobierno ininterrumpido de Convergència i Unió son el mejor ejemplo de este extremo. Y es que la federación nacionalista siempre superó por un mínimo de 10 escaños a la segunda fuerza política. Un dominio abrumador imposible de imaginar a día de hoy.

Las hegemonías partidarias no están de moda: los partidos hablan de transversalidad, cambian de siglas, incorporan independientes y practican una aparente generosidad pública con los rivales

Actualmente, en cambio, las hegemonías partidarias no están de moda. Nos hemos acostumbrado a escuchar a los partidos hablar de transversalidad, verlos cambiar de siglas, incorporar independientes y practicar una aparente generosidad pública con sus rivales. La ruptura de CiU o las escisiones del PSC son el síntoma de una transformación de fondo que nada más comienza. En este contexto, el independentismo ha sido capaz de convertirse en el espacio central. Los datos del evolutivo del CEO refuerzan esta idea: los partidarios de la independencia son, como mínimo, más de un 40% de los encuestados. Desde hace años.

El independentismo, pese a partir de una posición central, no deseaba la celebración de las elecciones del 21 de diciembre. El 155, los presos políticos y la persecución judicial no son el mejor campo de juego para obtener buenos resultados de ERC, Junts per Catalunya y la CUP. Por otro lado, el bloque unionista está cada vez más cohesionado, encabezado indudablemente por la candidatura de Arrimadas y empujado por los medios de comunicación de Madrid. ¿Qué puede hacer el independentismo?

La fragmentación del Parlament post-21-D será la mayor desde 1980: hasta tres fuerzas políticas obtendrán más de un 15% de los votos y ninguna superará el 25%. La Holanda del sur

El grado de fragmentación del Parlament post-21-D será, previsiblemente, el mayor desde el restablecimiento de la Generalitat. La encuesta de El Nacional así lo confirma: hasta tres fuerzas políticas obtendrían más de un 15% de los votos mientras que ninguna de ellas superaría el 25%. La nueva Holanda del sur. Ante esta compleja aritmética, el movimiento independentista tendría que trazar una estrategia común de mínimos. En primer lugar, tiene que obtener la mayoría absoluta como bloque. En segundo lugar, tiene que ser capaz de practicar una mejor interlocución con todas las fuerzas favorables al derecho a decidir. Pero, sobre todo, tiene que restablecerse el pleno autogobierno, con el regreso de los presos políticos y de los miembros del Govern en el exilio. Todo como punto de partida.

Las encuestas apuntan que Esquerra Republicana sería la primera fuerza política del país, con poco margen sobre Ciudadnos. Un liderazgo circunstancial que los sitúa bastante lejos de la hegemonía política, pero que al mismo tiempo les plantea un reto gigantesco: el diseño y la aplicación de una nueva estrategia para llevar a cabo los objetivos políticos del independentismo. Estas próximas semanas podremos analizar cuál es la naturaleza de ese liderazgo, si se mantiene, qué amenazas se le plantean y cuál es el perfil de este nuevo elector de ERC que había optado, en el pasado, por votar a Convergència.

La transformación del sistema de partidos catalán parece llegar a un nuevo estadio el próximo 21 de diciembre. Nadie podrá gobernar solo y es posible que el bloque independentista no llegue a la mayoría absoluta. Todos los actores políticos tendrán que estar preparados para participar de una geometría variable donde algunos tendrán un peso similar. La XII Legislatura será una negociación constante.

Silvio Falcón es politólogo, editor y presidente de @FinesOp y profesor asociado de Ciencia Política en la Universitat de Barcelona.