Es un "regalo envenenado". Así es como se refiere una joven del nordeste de la región belga de Flandes al hecho de que el president Carles Puigdemont esté residiendo desde hace dos semanas en Bélgica, junto con otros cuatro consellers, para evitar que la Audiencia Nacional los encarcele por los delitos de rebelión y sedición, como ha hecho con los otros ocho miembros del Govern.

Desde el punto de vista de esta joven, el 'exilio' del president en Bruselas es un "regalo" porque da importancia y visibilidad al país, que más allá de las instituciones europeas a menudo pasa desapercibido por la prensa internacional, pero está "envenenado" porque puede "puede traer problemas al país". La presencia de Puigdemont podría reactivando las aspiraciones independentistas flamencas y crear inestabilidad al Gobierno del país, formado por cuatro partidos de ideologías muy diversas, entre los que hay Nueva Alianza Flamenca (N-VA), los nacionalistas flamencos que han expresado ciertas simpatías por Puigdemont.

En Bélgica, un país dividido entre flamencos y valones, ya hace tiempo que el proceso catalán no es un asunto desconocido. Sobre todo para los nacionalistas flamencos. Ahora bien, los últimos acontecimientos, especialmente desde el referéndum del 1 de octubre, y sobre todo desde la llegada del president a la capital belga, Catalunya ha captado la atención del país y cada vez más ciudadanos se interesan más por la situación.

Muchos conocen bien la actualidad catalana, se interesan por lo que puede pasar en un futuro y, aunque tenga sólo un carácter anecdótico, incluso pronuncian bastante bien el apellido del president Puigdemont, a pesar de que no es fácil para ellos. Además, algunos aseguran que es uno de los temas recurrentes en las conversaciones que mantienen con amigos y familiares. No es extraño, el president ocupa portadas de diarios y minutos de informativos televisivos del país casi a diario.

Puigdemont Le Soir - Carlota Camps

Ahora bien, ¿comparten las aspiraciones de Puigdemont? Opiniones hay para todos los gustos y todas las opciones e ideologías, todo depende de a quién se le pregunte. "Económicamente, no sé si la independencia sería positiva, pero nosotros también tenemos un sentimiento parecido y por lo tanto vemos el proceso con más simpatía", reflexiona la joven flamenca. No es la única, otra joven de Flandes ve la situación "muy complicada" y asegura "no entenderla". Evita posicionarse mucho más, pero se muestra muy chocada por la violencia policial durante el referéndum del 1 de octubre.

Una visión parecida a la de un joven nacionalista flamenco, simpatizante con el partido Nueva Alianza Flamenca (N-VA), que asegura que aunque "comparto su causa, creo que no se ha jugado de manera inteligente". El joven cree que se tendrían que haber marcado unas pautas más claras después del referéndum, un umbral mínimo de votos para seguir adelante con la independencia y ve poco claro la proclamación de la independencia y la manera cómo se hizo. Algunos de sus compañeros de partido, sin embargo, participaron en la manifestación contra la represión que se hizo en Bruselas este domingo, donde las esteladas compadecieron protagonismo con las banderas independentistas flamencas.

manifestacio bruselas zanahoria campos

La tendencia, sin embargo, es la perplejidad ante un caso que hasta ahora sólo afectaba a España y Catalunya, pero que ha acabado estallado de golpe en su propio país. Los testigos belgas con los que ha podido hablar El Nacional, más que posicionarse sobre la independencia, preguntan sobre la situación que se está viviendo en Catalunya. Dejan clara su preocupación por el hecho de que pueda haber violencia, a la vez que se muestran perplejos por los encarcelamientos del Govern. "¿Están en una prisión real? ¿Una prisión-prisión, como la de los criminales?", pregunta una de las jóvenes, que añade que no se imagina que eso pudiera pasar en su país.

Puigdemont y cuatro consellers del Govern, Clara Ponsatí, Toni Comín, Meritxell Serret y Lluís Puig, viajaron a finales de octubre a Bélgica, justo después de la declaración de independencia. Lo hicieron acompañados de tres consellers más, Joaquim Forn, Meritxell Borràs y Dolors Bassa, que volvieron cuando recibieron la citación de la Audiencia y que ahora están encarcelados. El president alega que la justicia española no es imparcial y, ante la posibilidad de un juicio no justo, intenta explorar las posibilidades que le permite que un juez belga valore su extradición en España.

La extradición está ahora en manos de un juez flamencos, que ha citado en los miembros del Govern en Bruselas para declarar el próximo viernes y decidir sobre su vuelta al estado español. El proceso, sin embargo, se podría alargar hasta 90 días si los abogados deciden recurrir la decisión del juez. No está claro que el juez acabe rechazando la extradición, ya que se trata de dos países socios dentro de la Unión Europea, pero lo que está claro es que el president ya ha conseguido uno de sus objetivos: internacionalizar el procés.