Blindar con razones a su primer secretario, Miquel Iceta, y dar sentido a la presencia activa del PSC dentro del PSOE como propulsor de un giro federalista que domestique la tradición jacobina del partido. Para eso ha servido, cuando menos, la II Convención Federalista, organizada este sábado por la Fundació Rafael Campalans.

La fecha era sospechosamente oportuna: el fin de semana siguiente a su congreso y dos días antes de la rugosa reunión de Iceta con Javier Fernández, el presidente de la gestora del PSOE que permitió la investidura de Mariano Rajoy con la abstención de su grupo —y que los diputados del PSC desacataron.

La preparación artillera de la reunión ha arrancado con "Inequívocamente federales", una tribuna de Iceta publicada este sábado en El País. Va muy al grano: "Hemos decidido que queremos seguir compartiendo un proyecto para España con el PSOE, de la misma manera que apostamos por que Catalunya siga en España", dice.

Un PSOE que se deje llevar por el rigorismo y envíe al PSC al ostracismo "sería un gran triunfo del imaginario independentista que tanto daño está haciendo a la relación entre Catalunya y el resto de España". Sobre todo, añade, si la razón es haber votado contra la investidura de quienes "han avivado hasta el límite la tensión territorial", de la que "los principales perjudicados somos los catalanes que no queremos romper con el resto de España".

Los aliados del PSC

Con este telón de fondo y para lucir su alternativa federal al independentismo, el PSC se ha rodeado en la Convención de sus aliados dentro del PSOE: los vascos y los baleares, que también votaron no a Rajoy. Una ausencia significativa: el socialismo valenciano.

El diputado socialista y expresidente del Congreso, Patxi López, y la presidenta balear, Francina Armengol, han defendido mantener los puentes entre ambos partidos y han rechazado la hipótesis de una ruptura. "No entiendo al PSOE sin el PSC", ha dicho el vasco. "No se puede entender España sin Catalunya", ha remachado a la balear.

Un asistente ha preguntado si no habría que "federalizar" al PSOE antes de trasladar el modelo a España. López le ha dado la razón. "Lo somos [federales] en la nomenclatura, pero quizás tenemos que avanzar un poco más. No me parece lógico que defendamos un modelo de país que después no queremos aplicar en nuestra vida orgánica".

Armengol ha sido muy clara. De entrada, con el reconocimiento de que "mucha gente en Catalunya tiene la sensación de que juntos [con España] nos irá peor" y que las propuestas federales generan dudas.

Aquí ha hecho sonar una cuerda amable para el PSC y el soberanismo: Pasqual Maragall. El PSOE, ha dicho, ha ido "avanzando" en el federalismo. Hace unos años, cuando Maragall "hablaba de ello ante el Comité Federal, una parte de la sala silbaba", mientras que ahora el partido reivindica "una propuesta federal para España".

Por qué no triunfa

Miquel Iceta ha querido señalar a otros culpables de que el proyecto federalista no salga adelante. En el discurso de clausura, ha indicado que el PP ya no tiene mayoría absoluta y ha perdido la "capacidad de bloquear" la reforma federal de la Constitución que tenía. Iceta espera, pues, que los populares se abran con "inteligencia" y permitan hablar de una nueva Constitución.

Francina Armengol ha añadido que el hecho de que los socialistas gobiernen en las Baleares, Comunidad Valenciana y Aragón da a la Generalitat que preside Carles Puigdemont "una gran oportunidad de mover el tablero español" y encontrar un "mejor encaje".

El problema, sin embargo, es que el Govern da muestras de "no estar dispuesto a dialogar", según el primer secretario del PSC, que está "muy preocupado, decepcionado y contrariado" por la decisión de Puigdemont de no participar en la cumbre de presidentes autonómicos sobre la reforma del sistema de financiación.

El Govern, ha denunciado Iceta, incurre en "contradicción" cuando se ofrece a trabajar con el ejecutivo balear para preparar una propuesta de financiación y, al mismo tiempo, renuncia a tener voz en la cumbre.

Qué federalismo

Iceta (y antes Patxi López) se ha esforzado en desacreditar la crítica de que la reforma federal genera escepticismo porque es inconcreta y porque acabará en un pacto de despacho, al margen de la ciudadanía.

La solución federal requerirá un referéndum pactado entre todos los españoles, ha recordado Iceta, rechazando las iniciativas unilaterales como las que proponen los soberanistas: "Nuestro [referéndum] servirá para que la gente bendiga un acuerdo político establecido entre sus representantes, no para tomar cualquier decisión de cualquier manera en cualquier momento del proceso negociador".

Por eso, ha considerado una "anomalía democrática" que el Tribunal Constitucional "alterara" el Estatuto aceptado en referéndum en el 2006 después de haber sido aprobado en las Cortes: "Hasta que no curemos esta herida no encontraremos soluciones", ha añadido.

La reforma federal, según Iceta, tiene que atender a diferentes sensibilidades, atendiendo por ejemplo al hecho de que el 40% de españoles vive en una comunidad con más de una lengua oficial y el 10% en territorios con sistemas fiscales diferentes al común. Un recuerdo para la "asimetría" federal propuesta por Maragall.

Nación de naciones

Sobre la falta de concreción de la propuesta se ha defendido explicando que "para llegar a acuerdos es mejor proponer modelos abiertos". A su juicio, el federalismo es el mejor camino para compartir soberanías. Es cierto que "tiene tintes quijotescos" ya que es utópico, pero ofrece una solución concreta a un problema específico.

El mismo Gregorio Peces Barba, socialista, uno de los padres de la Constitución, hablaba del concepto "nación de naciones" para referirse a España y señalaba que nación y nacionalidad eran "sinónimos", ha recordado Iceta. "No me gustaría constatar que cosas que en 1978 eran moneda común se convierten hoy en rara avis".

Este punto también ha sonado como una reivindicación ante los barones socialistas que se han escandalizado con las conclusiones en esta línea aprobadas por el último congreso del PSC.

Unionismo sin miedo

Patxi López, que ha dicho sentirse "socialista por encima de federalista", también ha querido concretar. Ha hecho antes una reflexión genérica: el autogobierno, ha dicho, tiene que ser un "instrumento para garantizar la libertad de identidad" porque "hay tantas identidades como ciudadanos".

La reforma federal de España, según López, tendría que establecer una "financiación estable, suficiente, transparente", que respete el "principio de solidaridad". Además, "tendría que clarificar las competencias" del Estado y de las comunidades autónomas y transformar el Senado la en "cámara territorial".

López ha reivindicado un clásico socialista: la unidad de España no es la del "nacionalismo español rancio", sino una "expresión organizada de la solidaridad". Iceta insistiría después: "No me da miedo la palabra unionismo. Quiero la unidad española, ibérica y europea, una unidad basada en el respeto, la libertad y la diversidad".

Referéndum y demagogia

En la Convención había presentes dos veteranos dirigentes socialistas: el exvicepresidente de la Comisión Europea y exsecretario general, Joaquín Almunia, y el expresidente del Parlamento Europeo, Enrique Barón. Los dos han insistido que el referéndum puede convertirse en un "regalo para los populismos" y la "demagogia".

Almunia ha defendido el referéndum como herramienta para ratificar acuerdos "trabajados" y "negociados" por los representantes políticos. Ha subrayado que la democracia directa "no es una forma superior y más democrática de la democracia representativa".

Plantear "cuestiones complejas" con preguntas "simples" es "jugar a la ruleta rusa políticamente", ha afirmado Barón, que ha apuntado que en Alemania el "último plebiscito" que se promovió fue en 1933, año de la llegada al poder de Adolf Hitler, en referencia equívoca a las elecciones de noviembre de aquel año donde ya sólo pudo presentarse el partido nazi.