Que Estados Unidos decida disparar 59 misiles BGM-109 Tomahawk contra la base aérea siria de Shayrat no tendría por qué afectar al proceso catalán. Pero afecta. Sobre todo cuando los Tomahawk salen de los destructores USS Porter y USS Ross con base en Rota, Cádiz, y cuando el Gobierno español acaba de hacer pública una nota de apoyo a la acción militar. Este fue uno de los argumentos que se llegó a ventilar ayer para intentar evitar, in extremis, la entrevista privada entre el president, Carles Puigdemont, y el expresidente norteamericano Jimmy Carter, en Atlanta, según ha podido saber El Nacional de fuentes diplomáticas y políticas.

La política internacional está compuesta por un delicado juego de pesos y contrapesos. Un pequeño movimiento puede provocar un reflejo inesperado en la otra punta del mundo. Y, justo en el momento en que Puigdemont estaba en Atlanta esperando mantener la entrevista que había pactado con el expresidente Carter, el Gobierno español acababa de hacer una exhibición como aliado leal y así se encargó la embajada de recordarlo.

Fue una de las paredes contra las que amenazaba de estamparse el viaje del president Puigdemont en los complicados minutos de incertidumbre previos a la cita fijada para las 14,45 minutos, hora de Barcelona, en la sede del Carter Center. De argumentos hubo más y la denuncia que desde Catalunya se está intentando romper la legalidad o que se trata de un asunto interno del Estado español, estuvo también presente.

A pesar de la discreción con que se había organizado el viaje, los cambios de avión y la minimalista delegación que acompañaba al president, la presencia de Puigdemont en Atlanta para participar en el encuentro anual del Carter Center había llegado a oídos de la embajada española la noche anterior y la diplomacia española intentaba minimizar los daños evitando la reunión privada. Las llamadas se multiplicaron, desde la embajada española a la organización de Atlanta y desde el ministerio de Exteriores a la embajada de Estados Unidos en Madrid y al consulado de Barcelona.

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El president Puigdemont con uno miembros del Carter Center en momentos previos al encuentro

Un libro de regalo

En sólo unos minutos todo el complicado trabajo de preparación y realización del viaje tambaleaba. El reducido equipo que acompañaba al president era del todo consciente de ello. Puigdemont incluso se presentó a la cita con media hora de antelación intentando acortar al máximo la espera y el tiempo de erosión de la acción de la embajada. El hecho de que el encuentro se celebrara a primera hora de la mañana, las 8,45 hora local, reducía también el margen de maniobra política para frenarla. El carácter no gubernamental del Centro y el prestigio en su actividad como mediadora en conflictos internacionales, también jugaba a favor.

Finalmente, la entrevista se pudo llevar a cabo. Empezó a la hora prevista y duró 25 minutos. Una vez en el despacho, Puigdemont regaló a Carter el libro editado por el Govern Catalunya, una historia europea, una visión de la historia de Catalunya desde una perspectiva europea enfundada en una contundentes tapas rojas. No ha aparecido la imagen del encuentro. Tampoco declaraciones estridentes. El president valoró la reunión con palabras extremadamente mesuradas. La cuerda ya no se podía tensar más.

Morón i Obama

El peso de las bases ha sido siempre esencial en las relaciones entre España y Estados Unidos. Otra base militar, la de Morón, se convirtió en un argumento clave en septiembre de 2015 para que el presidente norteamericano Barack Obama expresara ante el rey Felipe VI en el Despacho Oval el interés de su país en una España "fuerte y unificada". Lo dijo justo a las puertas de las elecciones del 27-S y unos días después de que un congresista norteamericano saliera públicamente a defender el derecho de Catalunya a la autodeterminación.

Aquella visita del monarca a la Casa Blanca se acordó y realizó mientras las dos Administraciones negociaban y sellaban el acuerdo para reformar el convenio de Cooperación en defensa que permitía el despliegue de 2.200 marines norteamericanos en la base de Morón de la Frontera, en Sevilla, una base estratégica clave para los EE.UU. como instalación permanente con los ojos puestos sobre posibles crisis en África.

Antiindependentistas, con los congresistas

Finalmente, el president cerrará la agenda de EE.UU. este domingo, con una reunión con los congresistas norteamericanos que visitan Barcelona, el republicano Dana Rohrabacher, y el demócrata Brian Higgins, los dos en representación del subcomité de Europa de la Cámara de representantes. De hecho, Puigdemont ya se reunió con Rohrabacher la pasada semana en Washington.

El jefe del ejecutivo se entrevistará el domingo con ambos a las 19 horas en el palau de la Generalitat y, posteriormente, mantendrán una cena en la Casa dels Canonges, donde también estarán presentes el vicepresident, Oriol Junqueras, el conseller de Exteriores, Raül Romeva, y la consellera, Neus Munté.

Fuentes de la administración estatal niegan, sin embargo, que ésta sea una visita para estudiar el proceso catalán. Subrayan que los congresistas tienen programada una entrevista con el delegado del Estado en Catalunya, Enric Millo; un encuentro de una hora el sábado a las 15,45 horas en el hotel donde se alojan con la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y una hora más en el mismo lugar para hablar con los representantes de los grupos parlamentarios de JxSí, C's, PSC y PP.

Aunque habían expresado interés en entrevistarse con la alcaldesa, Ada Colau, se tendrán que conformar con una entrevista con el portavoz del PSC en el consistorio.

La agenda de los congresistas ha tenido que encontrar, además, espacio para grupos de la sociedad civil contrarios a la independencia, una entrevista peculiar teniendo en cuenta la versión del ejecutivo español de que esta visita no está vinculada al procés. También se han previsto contactos de la delegación con la Guardia Civil y/o la Policía Nacional Española.