Hasta hoy, el rasgo más destacable de Dolors Montserrat i Montserrat ha sido su madre, Dolors Montserrat i Culleré. Es difícil escribir un perfil de la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad sin hablar de quien fue la presidenta del PP catalán entre los años 2000 y 2008, además de diputada en el Parlament durante ocho legislaturas (1988-2012).

Educada en una familia rica y religiosa del Penedès, la madre de la nueva ministra ha velado siempre por la carrera de su hija, que últimamente había sufrido las luchas internas del PP catalán. En 1940, cuando la dictadura racionaba los recursos energéticos, la familia Montserrat fundó una empresa de transportes que, quizás a causa de la revolución digital, hoy tiene una deuda con Hacienda de más de dos millones de euros.

Originalmente relacionada con Manuel Fraga, la estirpe de los Montserrat viene a representar el ala étnica y caciquil del PP frente a los hermanos Fernández Díaz, que lideran los sectores relacionados con los militares, los funcionarios y los empresarios establecidos en Barcelona durante la dictadura. El papel de las Montserrat ha consistido en tratar de mantener la ilusión que se puede ser catalán de pura cepa y español de manera libre y convencida, y también que es posible arañar votos a Convergència por el hecho de apelar al terruño y hablar la lengua del país sin acento chava.

Nacida en Sant Sadurní d'Anoia en 1973, la nueva ministra entró en la dirección del PP de Catalunya un año antes de que su madre dejara la presidencia, y desde el 2008 es diputada en el Congreso. Enfrentada con los Fernández Díaz, Sánchez Camacho la nombró vicesecretaria de Organización y Acción Social a finales del 2011, pero después del escándalo de la Camarga las conspiraciones de la familia Montserrat para sustituirla acabaron con su marginación en Catalunya.

Mientras que la madre Montserrat tiene una presencia de señora disciplinada y conservadora, la hija va de buena, y tiene un aire progre que recuerda a esas heroínas un poco peponas y mimadas de las películas americanas de los años ochenta. Como habla de forma atropellada, ahogándose como una universitaria nerviosa, de entrada no da tanto miedo como el sheriff García Albiol. Aun así, si escuchas bien su discurso, parece que la Moreneta se haya vuelto lerrouxista y blanca, y que esa fachada de la abadía de Montserrat inspirada en el estilo de Albert Speer no sea un error de la historia.

Mientras que en Madrid tiene fama de ser una chica trabajadora y discreta, en su pueblo me dicen que es impertinente, chulesca y lanzada. Algunos de sus amigos se preguntan cómo puede ser que diga tantas mentiras sobre su país, y recuerdan que la madre es españolista, pero con clase. Montserrat madre aguantó la travesía por el desierto al lado de Rajoy, que valora la fidelidad por encima de cualquier otra virtud, y el nombramiento de su hija hace pensar en uno de esos favores que uno se cobra antes de jubilarse.

Educada en una burbuja que sólo sacó alegrías de la dictadura, Montserrat le ha servido a Rajoy para llenar la cuota femenina, la cuota catalana y la cuota de Dolores de Cospedal –que es su protectora madrileña–. Su nombramiento también sirve para dar el mensaje de que Madrid no dialoga con el pueblo de Catalunya, sino tan solo con las familias que lo vigilan y lo controlan.

Si durante el ciclo electoral se trataba de vender la moto de que la España constitucional podía digerir el amor de los independentistas, ahora se trata de vender la idea del diálogo con una supuesta clase dirigente que no tiene ninguna influencia en el país y que Podemos siempre intenta identificar con Convergència. Algunos digitales de Madrid creían que Rajoy haría ministra a Andrea Levy, pero Levy es demasiado cosmopolita, demasiado sofisticada y demasiado dura para encajar en el papel de la catalanidad, y en Catalunya conoce a demasiados independentistas.

Concejala en su pueblo desde 2007, Montserrat tratará de conseguir el pacto de Estado contra la violencia de género, para que el PP pueda patrimonializar el feminismo. Si la legislatura no se echa a perder y la Ministra lo hace bien, quizás la enviarán a Catalunya a competir con Arrimadas. Ahora recuerdo que hace unos años, Montserrat deslegitimó unas criticas que Cayetana Álvarez de Toledo hizo a Rajoy, diciéndole que no tenía derecho a opinar de Catalunya porque no es catalana.

La flamante ministra terminó el COU en los Estados Unidos y estudió en el Abad Oliba. En la cabecera de su Twitter se lee: "Enamorada de mi tierra". Debe referirse a las hectáreas que tiene su familia.