Son las 11 de la noche. Última parada antes de encarar una noche que a buen seguro será larga. Por lo tanto, hay que coger fuerzas. El autocar se detiene a un área de servicio cerca de Lyon, donde hay algunos otros vehículos que van hacia la manifestación en Bruselas. El amarillo predomina, ya sea a través de bufandas, gorras, camisetas o anoracs.

La comida en Francia no tiene nada que ver con la de Catalunya. El local sólo ofrece productos de supermercado y algunos bocadillos envasados. Algunos, bien previsores, se han portado su propia comida: un buen fuet y pan con tomate. Otros han tenido que optar por conformarse con lo que había en el establecimiento.

Manifestación Bruselas - Júlia Farré

La parada no sólo ha servido para cargar energías alimenticias, también para cargar móviles y todo tipo de aparatos electrónicos, que ayudan a amenizar el trayecto. Y para estirar las piernas, bastante necesario después de ocho horas de trayecto.

Manifestación Bruselas - Júlia Farré

A la vuelta al autocar, las conversaciones sobre política dejan paso al silencio. Las luces individuales de los asientos poco a poco se van apagando y el sueño empieza a llegar. Hay que dormir, será un jueves intenso.

La llegada a Bruselas se prevé hacia las siete o las ocho de la mañana. Allí la cincuentena de manifestantes que viajan con el autocar de la territorial del ANC a Gracia se encontrarán con los más de 40.000 catalanes que se espera que se manifiesten por el barrio europeo de la capital belga para exigir el fin de la represión y la actuación de Europa ante el proceso.