Nacido en Barcelona (1950), el sociólogo y politólogo Ricardo Romero de Tejada ha vivido dos tercios de su vida en Madrid, de donde volvió el año pasado. Allí ha desarrollado su larga trayectoria profesional. Acaba de publicar su último libro Por qué hemos llegado hasta aquí: geopolítica y política de la cuestión catalana (Tiempos de Espera, 2017). Antes había publicado dos más sobre Catalunya: 27S. Cataluña decide su futuro. Un estudio prospectivo y El mundo nos mira, ambos editados en el 2015.

Después de vivir tantos años en la capital española, se ha visto obligado a escribir este libro, donde trata de explicar lo que pasa en Catalunya a quienes viven fuera de Catalunya. Lo hace con una advertencia: no habrá ninguna solución que no incluya el reconocimiento (y ejercicio) del derecho a la autodeterminación.

Ricardo Romero de Tejada - Sergi Alcazar

¿Por qué decidió escribir este último libro?
Pues fue en 2012 en Madrid, donde viví durante más de 40 años. Con amigos y conocidos empezaba a salir el tema: ¿qué pasa esta vez con los catalanes? Y por la información que tenían y los comentarios que hacían, pensé que algo hacía falta explicar.

¿Está pensado para explicar la realidad catalana fuera de Catalunya?
En parte sí. El libro también está dirigido a personas de Catalunya, pero el origen sí que está enfocado a quien no vive en Catalunya y sobre todo a la gente que tiene un cierto poder en eso que se llama Madrid, que más que una ciudad es un lugar donde las élites dirigen el Estado. Este concepto de Madrid administrativo e institucional. No sólo son sus dirigentes, sino también las capas medias que tienen cierta curiosidad y cierta capacidad de influencia.

No es su primer libro sobre la cuestión catalana.
No, tengo tres. Uno es muy antiguo, del año 84, un estudio sociológico sobre la juventud en Catalunya. Tiene la gracia que es la generación que hoy manda en Catalunya. Aquella gente, que hoy lleva el timón, creció en un momento en que todavía no había instituciones catalanas ni una política educativa democrática...

De hecho, dedica el último libro a los jóvenes que no vivieron ni la dictadura ni la Transición. ¿Por qué?
Sólo conocen los resultados y los efectos, algunos aparentes y otros reales, de lo que fue aquella época. Los detalles, las pequeñas miserias y grandezas, han sido resumidas de una forma interesada, convertidas en una visión canónica de la Transición que no refleja toda la verdad.

Para entender la Transición hace falta ir atrás y comprender cómo funcionaba el franquismo, cómo se apropió del país y el poder

Usted dice que es un cuento de hadas.
No todo fue tan estupendo. Para entender la Transición hace falta ir atrás y comprender cómo funcionaba el franquismo, cómo se apropió del país y el poder. No sólo crearon un régimen político, sino todo un sistema que lo destruyó todo.

Y en la Transición, había una sociedad acobardada y desinformada, y unas élites que eran resultado del régimen franquista. Se pactó en una mesa, entre hermanos, primos, tíos, amigos y conocidos. Todos eran de las mismas familias, con la misma mentalidad. Gente que no buscaba ir demasiado lejos. Para resumirlo: la oposición democrática no tuvo un Churchill.

¿Qué quiere decir con eso?
Churchill, cuando se vio enfrentado con la derrota de Francia ante Alemania, no se rindió. Había gente de su gabinete que quería rendirse, que querían pactar, porque Hitler les prometía ser indulgente. Pero Churchill no quiso pactar, porque sabía lo que significaba pactar con Hitler. La oposición democrática en España no tuvo un Churchill.

¿Se rindió?
Digamos que buscó una forma de no enfrentarse y condicionó extraordinariamente el proceso. Naturalmente hay personas y organizaciones que son claves; a otros no les quedó más remedio que ir a remolque. Los que marcaron el camino habrían necesitado un Churchill.

¿Quién ha creado este relato edulcorado de la Transición?
El poder económico, el financiero, el mediático, el militar, el policial, el de la administración del Estado y los altos funcionarios... Todos se pusieron de acuerdo para crear esta visión idealizada, de los viejos enemigos que se sientan para hacer las paces y montar un sistema democrático. Los neofranquistas, que tomaron las riendas de la Transición, se dieron cuenta de que la limpieza había sido tan extraordinaria que no hacía falta encarcelar gente ni perseguir ideologías.

Ricardo Romero de Tejada - Sergi Alcazar

¿Fenómenos como el 15-M demuestran que aquel consenso se está resquebrajando?
Sí. Es una demostración de que hay una juventud que no participa de los valores de las generaciones anteriores. Les preocupa la cosa pública, la viven en primera persona, y expresan una rebeldía. Uno de los eslóganes es "no nos representan". Es un cuestionamiento de los de abajo contra los de arriba.

¿Y el movimiento independentista?
Aquí todo empieza antes de otra manera. El soberanismo parte de una valoración de la situación equivalente. Si para los chicos y chicas de la Puerta del Sol el pacto social de la Constitución es cuestionado con el 15-M, aquí pasa con la sentencia del Estatuto.

El Estatut primero fue recortado, después fue aprobado y finalmente el PP, con la ayuda del TC, lo tiró hacia atrás. Todo esto provocó un sentimiento de humillación.

¿Qué supuso aquella sentencia?
Todos los Estatuts catalanes han tenido una vida difícil. Todos han nacido en condiciones difíciles, y todos han sido recortados. Y en el último caso, primero fue recortado, después fue aprobado y finalmente el PP, con la ayuda del TC, lo echó hacia atrás. Todo esto provocó un sentimiento de humillación. Las expectativas que había generado el autonomismo quedaron cuestionadas. Fue el fracaso del autonomismo.

¿En aquel momento muere el catalán pactista, moderado, del peix al cove?
Se puede decir así. La confianza en que el Estatut había sido gestionado bien, por gente que sabía y tenía un proyecto de futuro, fue cuestionada. Eso también se ve a nivel electoral. La crisis de CiU, entre otras cosas, es la crisis del autonomismo. Las bases sociales de Convergència empiezan a virar ya no hacia el independentismo, sino hacia Esquerra.

Tras la sentencia del Estatut, todos los intentos autonomistas fracasan.
Hubo intentos por conseguir un pacto fiscal, que era una forma de recuperar alguna cosa que podría estar asociada al nuevo Estatuto. Pero fue rechazado radicalmente. Después también están las formas del Estado, de los partidos "constitucionalistas", del gobierno central, que no han favorecido justamente la confianza en que eso se enfocar de otra manera.

¿Todavía quedan vías para el entendimiento?
Eso es muy difícil de saber. A corto plazo, no lo parece. El 1 de octubre es en menos de un mes. Tendrían que presentar una oferta que permitiera desactivar este referéndum y sentarse a negociar. Pero eso me da la impresión de que no llegará.

Ricardo Romero de Tejada - Sergi Alcazar

¿Es creíble la España plurinacional que ahora algunos defienden desde la izquierda?
Esta idea no es nueva. Eso se enmarca en las estrategias de algunos partidos desde la Transición. El PCE-PSUC y el PSOE-PSC partían de la idea del reconocimiento del derecho a la autodeterminación. El derecho a la autodeterminación lo entendían todos de la misma forma. Después, con el autonomismo, se olvidaron rápidamente...

¿Ha habido una involución en este sentido?
Son estrategias y tácticas que hicieron que, una vez eso se solucionó por la vía del autonomismo, se olvidaran del problema. Además, pensaban que, como habíamos entrado en Europa, eso ya no era significativo. ¿Cuándo vuelve el problema? Cuando vuelve a haber demandas soberanistas. Entonces tienen que recuperar ideas. El PSOE inventa un federalismo que no lo es...

La declaración de Granada.
Exacto. Leyéndola es muy evidente que lo que hace es enfatizar la solución autonomista. Dicen que se tiene que federalizar el autonomismo. Y eso es una tontería, no tiene sentido. Y como no tiene sentido, se les ve el plumero: es un intento por intentar adornar una etapa que descansaría en los mismos principios.

Sin reconocimiento de las soberanías, del derecho a la autodeterminación, no hay Estado plurinacional.

Ahora Pedro Sánchez habla de una "nación de naciones".
Que no es lo mismo que una España plurinacional. Con el juego de confundir al personal, pueden decir cualquier cosa y después desdecirse, hasta que la cosa no dé más de sí. La nación de naciones sitúa una nación política y unas naciones culturales, folclóricas. Eso es lo mismo de siempre dicho de otra forma. Es la España de las nacionalidades y las regiones.

¿Y la propuesta de Podemos?
Sólo está planteada en términos conceptuales, pero no se sabe qué hay detrás del concepto. Pero me parece un avance, teniendo en cuenta de donde venimos. El PCE también había renunciado al derecho a la autodeterminación. Podemos lo recupera. Reconoce que Catalunya tiene derecho a votar y decidir su futuro.

¿Lo que hace creíble la propuesta plurinacional es el reconocimiento del derecho a la autodeterminación?
Sí. Sin reconocimiento de las soberanías, del derecho a la autodeterminación, no hay Estado plurinacional. A lo largo de la historia moderna, los conflictos de soberanías se han resuelto de dos formas: la solución federal y la confederal. En la federal se ejerce la soberanía a la hora de federarse, pero después esta soberanía se pierde, desaparece. En la República Federal Alemana hubo referéndums en cada uno de los Länder para decidir si formaban parte; en aquel momento se reconocía la soberanía, a la que renunciaban. La confederal es otro modelo, como la Unión Europea: cada estado mantiene la soberanía y comparten competencias.

Ricardo Romero de Tejada - Sergi Alcazar

¿Cómo explica el éxito de movilización del independentismo?
Siete años de proceso son muchos. Muchas veces se dice que el independentismo es una especie de rauxa, y en cambio el autonomismo es seny. Cuando llevas siete años, ya no es rauxa, sino un proceso de seny que ha necesitado ir madurando en función de sus propias capacidades, del entorno político y de la respuesta del Estado, que no ha dejado otra alternativa.

¿Cómo ve el referéndum del 1 de octubre?
Es un triple enfrentamiento. El primero es entre una comunidad que plantea una reivindicación de soberanía y un Estado que no acepta esa soberanía. El segundo es entre los vectores de futuro y pasado de la historia. Europa ha evolucionado hacia la desintegración de los grandes imperios: de los 50 estados que hoy hay, 26 han nacido después de 1900. El pasado es el retorno a los grandes imperios. España trabaja en esta línea, intentando frenar la historia. Y el tercer enfrentamiento del 1 de octubre es el combate entre dos sistemas de valores diferentes. Por una parte, el sistema de valores que antepone la democracia a la ley, que considera que la ley es consecuencia de la voluntad democrática; por la otra, un sistema que antepone las leyes a la democracia.

¿Se acabará votando?
Lo que vemos es que las fuerzas mayoritarias en el Parlament quieren celebrar el referéndum. Y están haciendo todo lo que sea necesario para que la logística funcione y la legalidad dé cobertura. Y en el Estado español, las fuerzas políticas contrarias están haciendo todo el posible para evitarlo. Lo más probable es que se acabe votando, con dificultades. No quiero pensar que el Estado utilizará la violencia, no puedo aceptar esta idea.

El referéndum del 1 de octubre es un combate entre dos sistemas de valores diferentes

Una de las cosas que dice en el libro es que España nunca ha sabido gestionar sus conflictos territoriales, ya desde la época de las colonias...
No es que no haya sabido gestionar: es que lo ha gestionado de una forma determinada.

Pero siempre ha salido perdiendo.
Sí. No ha encontrado la forma de solucionarlo amigablemente. Hay épocas históricas. Cuando todo el mundo lo hacía de la misma forma (el que era más bestia o tenía más dinero), la cosa podía estar justificada. Pero con la llegada de la etapa moderna, las cosas ya no funcionan así. El caso de Cuba es un buen ejemplo: seguramente se habrían podido encontrar soluciones pacíficas y honorables, pero se llevaron las cosas al extremo. Y perdieron.

Usted ha vivido gran parte de su vida en Madrid. ¿Allí se entiende lo que pasa aquí?
En líneas generales, no. No lo entienden porque hay estereotipos y prejuicios que se han ido construyendo durante mucho tiempo. Están los prejuicios de personalidad (insolidarios, tacaños...), pero también políticos. Como sólo entienden una España indivisible que no pueden cuestionar (porque han sido educados en ese paradigma), cualquier cosa que amenace esta indivisibilidad es cuestionada. Se vive como una amputación. Una hipotética independencia catalana se vive como si te quitaran un brazo o una pierna. Eso explica que no les sea fácil admitir que hay una colectividad que tiene ciertas reivindicaciones.

Concluye el libro preguntándose qué querrá ser España de mayor, si Inglaterra o Rusia. ¿De dónde está más cerca hoy?
Hoy está más cerca de Rusia. Pero en las élites de este país debe haber cierto debate entre quienes quieren encontrar una solución pactada y aceptable, y quienes no están dispuestos a retroceder ni un palmo. Hoy en España no hay un Cameron ni un Blair; no hay hombres de los partidos del sistema que se atrevan a buscar soluciones. El único partido que parece haber cuestionado la indivisibilidad es Podemos, pero está apartado de los círculos del poder. Si no lo hace ninguno de los partidos del sistema, estaremos abocados a las soluciones dramáticas.

Rusia es un país que nunca ha reconocido la soberanía, y aun así ha ido perdiendo sus posesiones. Inglaterra ha reconocido la soberanía de Escocia, que se ha quedado. España está en un encrucijada sobre su futuro.