El cráter que ha abierto el editorial de The New York Times en la política y los medios españoles ha levantado una polvareda que no se desvanecerá hasta el próximo primero de octubre. Son 362 palabras, tres cuartos de folio, que ponen negro sobre blanco de qué va el procés y derriban tópicos y máscaras. Más aún, la posición del Times ha obligado a los medios unionistas a informar, sin interpretaciones, de que el referéndum es una opción real y democrática, no un "golpe de Estado" o la actitud del "catalán violento". Todos titulan, más o menos, por el fondo del editorial, que es bien sencillo: España tiene que pactar el referéndum del uno de octubre y su mejor resultado sería que ganara el 'no'. Voilà. Es la primera vez que ocurre.

La clave de su argumento es esta: pongan las urnas y que gane quien obtenga más votos. Pura democracia. Según el editorial, esta será la prueba de que España quiere resolver bien el contencioso.

Simplificar y aclarar

¿Para qué sirve este editorial? ¿Por qué tanto escándalo? De entrada, simplifica y aclara la situación. Los titulares de la prensa de Madrid lo dicen lisa y llanamente. El País, en la sección Catalunya: "The New York Times defiende un referéndum en Cataluña pero rechaza la independencia". ABC: "El NY Times contra la independencia pero a favor de una consulta pactada". La Razón: "El New York Times insta a los catalanes a votar 'no' en un referéndum pactado". El Mundo: "The New York Times, a favor de un referéndum en Cataluña y del 'no' a la independencia". El Confidencial: "The New York Times insta al Gobierno a permitir el referéndum catalán". El Español: "El New York Times se posiciona sobre Cataluña: sí al referendum, no a la independencia". El Independiente: "El New York Times insta al Gobierno a permitir el referéndum". Eldiario.es: "El New York Times pide que se celebre un referéndum en Catalunya".

El editorial deja muy tocados los argumentos clásicos contra el 1-O. Los descarta todos –porque no menciona ninguno, aparte de la referencia a que "muchos catalanes ven muchas ventajas en seguir dentro del Estado español, entre otras, la pertenencia a la UE". Ninguna alusión, por ejemplo, a la equiparación de democracia con "el imperio de la ley" significado en la Constitución, etcétera.

Para el Times, el referéndum no cuestiona la democracia. El diario razona en otros términos, puramente políticos: reprimir el soberanismo solo ha conseguido galvanizar a los independentistas y marear la perdiz de la política española con más divisiones. Hay que buscar una salida diferente, que pasa por el referéndum.

El editorial también diferencia el 9-N del 1-O. Llama al primero "voto no vinculante" y considera al segundo vinculante.

En las redes sociales, la temperatura ha subido mucho. Este tuit resume el estado del debate:

"Negociar de buena fe"

Las líneas que más han enervado en el campo unionista son estas: "España tendría más éxito en suprimir los impulsos secesionistas poniendo en orden su propia casa [se refiere al "bloqueo político" y al "escándalo de corrupción"]. (…) Un Gobierno central más capaz podría frenar el fervor por la independencia dando a la región un mejor trato económico. Catalunya aporta cerca de un quinto del PIB español, pero solo recibe el 9,5% del presupuesto nacional español. También ayudaría negociar de buena fe con los líderes catalanes para encontrar una solución política, en lugar de confiar en la interpretación restrictiva de la Constitución del poder judicial para castigar los esfuerzos catalanes en pro de una mayor autonomía".

El mejor diario del mundo –quién lo duda– no sólo reconoce que la pelota está en el tejado de España, sino que Catalunya es la parte castigada.

La pregunta de fondo del editorial va muy al grano: ¿si todo lo que dice el Estado español es tan cierto y real, por qué en Catalunya persiste una voluntad tan mayoritaria de votar la autodeterminación? España es "la nación más antigua de Europa", la soberanía pertenece "al conjunto de los españoles", el caso catalán es un asunto "exclusivamente interno", etcétera. Pongan todo este catálogo de argumentos en juego en las urnas, viene a decir.

Diplomacia tocada

Este sábado por la mañana, ese editorial ha aterrizado en la mesa de cien cancillerías y de todos los representantes en la ONU, dando al referéndum una visibilidad internacional más potente que el apoyo de muchos gobiernos. Entre otros motivos, porque señala a los opositores como unos intransigentes que impiden resolver el problema.

El Times puede ser la primera ficha del dominó politicomediático que cae y arrastra a otras. Inspirará a otros grandes medios del mundo a mirar el caso catalán con otra luz, opuesta a la campaña diplomática y mediática española contra el referéndum –incluidos los "favores" del exministro Margallo-, que queda bastante tocada.

El editorial también pone en otro contexto las declaraciones de tantos líderes, desde Obama a Macron: quieren que los catalanes voten 'no', pero que voten. Ninguno se ha pronunciado contra el referéndum.

Asimismo, pone en solfa el menosprecio a la actividad diplomática de la Generalitat. El último episodio, el de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que el jueves pasado decía que Exteriors va "de fracaso en fracaso". El referéndum, este viernes por la noche, ha dejado de ser, de hecho, un fracaso, y pasa a ser una opción plausible, homologable en todo el mundo.

Al mismo tiempo, ha dejado de ser un "asunto interno". Al contrario, muchas cancillerías se interesarán por la propuesta del Govern y se preguntarán si la pasividad del Estado español es una política eficaz. La portada de Politico. El editorial del Irish Times. El artículo de Clarín. La página en Le Monde. Ahora, el editorial de The New York Times. La cotización internacional del soberanismo está en alza.

El 'Times' no se vende

En Catalunya, el editorial deja en posición incómoda a los medios unionistas o los que caminan sobre la pared:

La última línea de crítica al editorial en las redes ha sido acusar al Times de vender su opinión, gracias a una carísima operación de relaciones públicas pagada por el Govern. ¡Qué tontería! El Times mantiene completamente separadas la redacción que se ocupa de la información y la sección de opinión, dirigidas por responsables independientes uno de otro, como la Iglesia y el Estado. "La muralla china", le llaman a esta división. Además, si fuera posible comprar la línea editorial del diario, ¿no lo habría hecho el Estado español –u otros– unas cuantas veces?

El Times, que ha resistido y resiste ataques de presidentes de los Estados Unidos –Kennedy por la invasión de Cuba por Cochinos; Nixon por los "papeles del Pentágono", o Trump, por todo y siempre– no debe de ser muy impresionable.