Cuando el presidente del Banc Sabadell, Josep Oliu, anunció el año 2014 que se debía crear "un Podemos de derechas", abrió la veda sobre los rumores de que Ciudadanos era un partido promovido por el Íbex. Nunca se ha demostrado que exista tal relación, pero sí la coincidencia entre las tesis del expresidente José María Aznar y las de Albert Rivera, por ejemplo, cuanto a que los impuestos bajos son una prioridad para cargar contra el ejecutivo de Mariano Rajoy. Esta preocupación por el crecimiento económico, sin embargo, ha dejado a Cs en falso esta semana, cuando ha tenido que escoger entre la bandera de la regeneración democrática y la estabilidad, y ha preferido priorizar la segunda, a pesar de la avalancha de casos de corrupción que afectan al PP.

Según el portavoz José Manuel Villegas, la operación Lezo no cambiará de momento el voto afirmativo de su partido en los presupuestos generales del Estado. La formación naranja hace un mes decidió más conveniente para su discurso político separar el incumplimiento de Rajoy de algunas medidas del pacto anticorrupción –que le garantizó el "sí" en la investidura–, de esa negociación. El argumento era que se podía contar con PSOE, Podemos y otros grupos, para permitir, por ejemplo, sacar adelante la comisión que investigará la presunta financiación ilegal del PP.

"¿Qué hacemos, vamos a elecciones? Con un partido como el PP, en descomposición, en que cada día hay un nuevo caso de corrupción y seguramente saldrán más, eso sólo perjudicaría a los negocios, a los ciudadanos, a los funcionarios. Al menos, de esta manera, podemos condicionar las políticas y la gente vea que por ejemplo, se evita la subida de impuestos a los trabajadores", decían fuentes de la formación naranja este lunes en una conversación con El Nacional. Niegan, sin embargo, que su motivación sea electoralista, ya que las encuestas dan ahora que Cs subiría en votos –a diferencia de la investidura, cuando bajaba.

La cuestión es que en las filas naranjas quieren concentrarse en "pedir explicaciones y exigir responsabilidades cuando corresponda" en virtud de los pactos suscritos. "Eso no va de: corrupción, todo el gobierno fuera. Nosotros actuamos de acuerdo con las condiciones que ponemos", dicen las fuentes. Los acuerdos contemplan que todo cargo electo tiene que ser expulsado, si resulta imputado en una trama de corrupción. Los ejemplos son la citación a declarar de Rajoy, como testigo de la trama Gürtel, Inés Arrimadas dijo que pedirían la dimisión, si resultaba investigado –cosa improbable, de momento. También recuerdan a Pedro Antonio Sánchez, presidente de Murcia, quien tuvo que dejar el cargo ante la posibilidad de que PSOE y Unidos Podemos se aliaran con Cs para hacer una moción de censura al PP.

Pero los de Rivera no las deben de tener todas consigo, ante el tsunami popular por la corrupción. Después de que PP, PSOE y Cs dejaran la comisión de investigación por la Operación Catalunya en vía muerta en el Congreso, la formación naranja dice ahora que quiere acelerar la comisión por la financiación del PP y sobre la gestión de las cajas de ahorro y su rescate. Pero en la cámara baja española no hay costumbre de abrir nuevas comisiones de investigación, si la presente no finaliza –como es la de Jorge Fernández– aunque Villegas insiste en que no tendría que haber impedimento "a priori".

Por otra parte, los de Rivera no están dispuestos a hacer gestos a cualquier precio, ante la pujanza posible de Podemos. La formación morada propuso una moción de censura en Madrid, pero las personalidades consultadas de Cs dicen que aquí habría riesgo de darles el gobierno. Por eso, los naranjas sólo pedirán la marcha de la presidenta, Cristina Cifuentes, si es imputada, minimizando todo riesgo. También se vanaglorian de que ellos sí tienen algo que destacar en su hoja de servicios en favor de la regeneración, y los podemitas, solamente el Tramabús, "un circo".

Finalmente, Cs ha encontrado un negocio en eso de ser el socio vigilante del PP. El mantra que repite la formación los últimos días es que ahora los españoles sabrían que hay "otro partido a quien votar", y capitalizan el posible malestar de la población para barrer votos hacia casa. "Las cosas van variando, no siempre son como empiezan", decía una fuente de Cs, avistando la esperanza de vengarse de Rajoy, como también ha hecho la expresidenta Esperanza Aguirre, tras fracasar en su intento de cargarse al líder popular, en el congreso del partido en 2008. En eso, Rivera también guarda parecidos razonables con Aznar.