Hasta el último minuto ha durado la gresca entre el PSOE y Ciudadanos este martes en el Congreso con motivo del conflicto catalán, una pugna que ha abocado al legislativo a un escenario de irracionalidad política sin precedentes: que la cámara se posicione en contra del envite de las instituciones del Estado –Gobierno, Fiscalía, Tribunales– para impedir el referéndum del 1 de octubre, debido al voto en contra del PSOE, Podemos, ERC, PDeCAT, PNV y EH Bildu, y el a favor de Partido Popular, Cs, además de 5 abstenciones socialistas –que curiosamente, algunas eran de diputados andaluces, feudo de Susana Díaz, símbolo de la vieja guardia.

La proposición partía de Cs y se basaba en cuatro puntos:
1) Apoyo al Ejecutivo, al Tribunal Constitucional, al Ministerio Fiscal y al resto de representantes del poder judicial y de Autoridades Públicas, en la defensa de la legalidad democrática en Catalunya y, en particular, "a todas las medidas que sean necesarias y adoptadas de manera proporcional para impedir la organización del referéndum";
2) Trasladar el apoyo de la Cámara Baja a "todos los funcionarios del Estado", que con su tarea garantizan la seguridad, los derechos y las libertades de los ciudadanos españoles y, especialmente, la de los ciudadanos de Catalunya;
3) Instar al Gobierno a que "impida la utilización de recursos públicos" a la realización de todos aquellos actos destinados a la promoción, preparación y ejecución del referéndum de independencia;
4) Reconocimiento "a los ciudadanos de Catalunya que, al margen de ideologías, respetan las leyes democráticas y el Estado de Derecho, como valor imprescindible para garantizar la convivencia;"

Los socialistas no tenían nada en contra de la proposición a priori, pero pedían incluir su enmienda, que instaba a dos puntos fundamentales: apoyo a los alcaldes y abrir vías de diálogo ante el conflicto con la Generalitat. "Hay que evitar la dialéctica de los vencedores y los vencidos. El día 2 también habrá que sentarse para encontrar una salida al conflicto", ha sido uno de los argumentos defendidos por la diputada Meritxell Batet (PSC). Así y todo, fuentes de la formación naranja se negaban a pactar con "golpistas" y Albert Rivera se ha cerrado a aceptar la enmienda si contenía este punto, forzando el 'no' del PSOE.

La cuestión es que los momentos de incertidumbre se han sucedido a lo largo de toda la tarde, ante el escenario que se abría si los de Pedro Sánchez no se abstenían, generando negociaciones de último minuto entre pasillos. El hecho es que una de las diputadas socialistas, Soraya Rodríguez, ha dicho que había votado muy conscientemente la abstención, porque aunque estaba en contra de la jugada de Cs, no podía ir en contra del Estado de Derecho. Ahora bien, Antonio Pradas –andaluz– ha afirmado que se habían equivocado, como también lo ha dicho así otro parlamentario de la misma comunidad autónoma.

Los motivos de la rivalidad entre PSOE y Cs son la moción de censura frustrada de Arrimadas y el rechazo de Rivera a la comisión "show" territorial de Sánchez

Así y todo, en la Moncloa no quieren reconocer que eso supone un golpe contra Rajoy –cuando menos, visual. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha afirmado que ellos eran Gobierno y no entraban a valorar las acciones de otros grupos, recordando que PSOE y Cs sí darían apoyo a la acción del ejecutivo para impedir el 1-O. Curiosamente, eso pasa el día que los socialistas se han vuelto a desmarcar de la aplicación del artículo 155. El diputado del PP ha argumentado, a su vez, durante el debate, que daban apoyo a Cs porque no toleraban "ningún chantaje rupturista contra la democracia".

El bloque del no, sin embargo, sí se ha mostrado más compacto.

Por el lado de Unidos Podemos, Xavier Domènech ha reprochado que el PP no hubiera propuesto una oferta política y ha denunciado que Mariano Rajoy hubiera hecho del modelo constitucional una "militancia democrática", donde todo se valía, como el hecho de requisar carteles, impedir reuniones para hablar del derecho a decidir, registrar imprentas o identificar ciudadanos que participaban activamente de estas acciones en la calle para la campaña del . Al respecto, el PDeCAT (Jordi Xuclà) ha remachado que Cs era un "liberal de boquilla" porque "no les preocupaba la vulneración de libertades en Catalunya".

Desde de ERC, Esther Capella, y desde el PNV, Aitor Esteban, han denunciado el trato que la formación naranja acostumbra a dar al nacionalismo. La republicana ha dicho que Rivera confundía nacionalismo con independentismo, y que se podía ser lo primero pero ser "demócrata". "Usted pretende que nos quedemos por la fuerza, por imposición", ha lamentado. Esteban se ha descargado aquí que la formación naranja era "más papista que el papa" –en este caso el PP–, y ha criticado un tuit del portavoz Juan Carlos Girauta dónde decía que los "cojones" los había puesto Cs en Catalunya.

Y en medio de ese escenario inverosímil, una fuente de los populares apuntaba una de las ideas que explicarían la rivalidad PSOE-Cs: la moción de censura no nata de Inés Arrimadas en Catalunya al Gobierno de Carles Puigdemont. Y aparte, el hecho de que Cs haya criticado como "comisión show" el espacio que los socialistas han conseguido sacar adelante en el Congreso para hablar del conflicto territorial –y donde los de Albert Rivera se niegan de lleno a estar.