La campaña para el 21-D se pone en marcha esta madrugada en una situación de máxima presión sobre el independentismo. Será una carrera del todo extraordinaria, no sólo por la intensidad del pulso, sino por la ausencia de una parte de los candidatos, en la prisión y en el exilio. Además, horas antes que sonara el pistoletazo de salida, el CIS ha hecho pública una encuesta que señala el empate técnico entre Esquerra y Ciutadans, con una ventaja en votos de la formación naranja sobre de los republicanos. Según esta encuesta, el independentismo habría perdido la mayoría absoluta en el Parlament.

Las agendas judiciales han protagonizado las horas previas a la primera pegada de carteles. En Madrid, el juez Pablo Llarena ha comunicado que levantaba la medida de prisión provisional para las conselleres Meritxell Borràs y Dolors Bassa, y los consellers Raül Romeva, Carles Mundó, Jordi Turull y Josep Rull. En cambio, mantiene detenidos el vicepresident, Oriol Junqueras, y el conseller Joaquim Forn, así como los máximos responsables de la ANC y Òmnium, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart.

"Sus aportaciones están directamente vinculadas a una explosión violenta que, si se reitera, no deja margen de corrección o de satisfacción en los que vean afectados", argumenta el juez que los señala como responsables del asedio en la Conselleria d'Economia el pasado 20 de septiembre. La noticia, aunque en parte esperada, ha caído como una jarrón de agua fría sobre las sedes independentistas.

A la misma hora, el president, Carles Puigdemont, y los consellers Antoni Comín, Lluís Puig, Clara Ponsatí y Meritxell Serret comparecían ante el juez belga, que les ha tomado declaración y ha fijado la decisión sobre su extradición para el 14 de diciembre. Es decir, en plena campaña electoral.

La tensión de la jornada se ha condensado en dos momentos concretos, pocos minutos antes de las cuatro de la tarde, cuando las conselleres salían de Alcalá Meco, y a las seis y media cuando los consellers atravesaban la reja de Estremera.

Campaña sin los líderes

Este martes a las cero horas, la pegada de carteles, habitualmente festiva, se ha tenido que hacer sin los cabezas de lista de dos de las principales candidaturas en juego y con los cuarteles independentistas todavía impactados por la decisión del juez de retener a parte del Govern y a los Jordis. Incluso el diario The Guardian había pedido la liberación de los presos para garantizar que los comicios se pudieran celebrar de "manera libre, legal y pacífica".

Con esta situación el independentismo tendrá que mostrar una vez más su capacidad de movilización al mismo tiempo que evalúa los efectos en la calle de la represión del Estado. Aparte de las medidas judiciales, las últimas semanas han estado marcadas por la aplicación cada vez más invasiva del artículo 155; la marcha de empresas propiciada por el Gobierno de Mariano Rajoy; las prohibiciones de la Junta Electoral sobre los lazos amarillos y los carteles de protesta reclamando la liberación de los presos en edificios oficiales; así como por el estricto control de las autoridades electorals sobre el discurso de los medios públicos.

Pulso ERC-Cs

De momento, la habitual encuesta del CIS previa a los comicios disparaba ayer todas las luces de alarma. Ciudadanos aparece como primera fuerza en votos del Parlament y disputa el liderazgo también en escaños a Esquerra en un estrecho frente a frente. Junts per Catalunya, la candidatura de Puigdemont, quedaría, según este sondeo, en tercer lugar, pero el independentismo no conseguiría reeditar la mayoría absoluta en el Parlament.

La circunscripción de Barcelona aparece en el ojo del huracán en el pulso entre independentistas y unionistas. La formación de Inés Arrimadas, que gana cuatro escaños en relación a los últimos comicios y se sitúa en 21 diputados, incluso consigue plantar cara a la suma entre ERC y JuntsxCat que en esta circunscripción se situaría también en 21 diputados. De hecho, sólo Girona consigue conservar el resultado en escaños del 27-S. En Lleida el independentismo pierde un escaño y en Tarragona entre uno y dos.

La campaña más excepcional de los últimos años se ha puesto en marcha. Lo ha hecho en el medio de las denuncias de ERC y Junts per Catalunya sobre la batalla desigual que tendrán que hacer frente, y con el compromiso, a través de los respectivos programas, de seguir sacando adelante el mandato del 1-O y del 27-S sobre la construcción de la República catalana.