Antoni Vives, uno de los 18 detenidos y liberados sin cargos el jueves pasado en la "operación Pika", ha explicado este domingo que los mismos guardias civiles que registraban su casa le explicaron "el chorreo" con que les había abroncado la indignada secretaria judicial que los acompañaba "porque consideraba del todo irregular que la fiscalía instara una detención en un caso en manos del juez. Fue muy dura, además, relacionando mi detención con lo que tenía que pasar el lunes", en referencia al juicio contra Mas, Ortega y Rigau por el 9-N. Son palabras de Vives.

El exteniente de alcalde de urbanismo de Barcelona ha hecho un relato bastante colorido, en tono tranquilo, de su detención, registro y traslado a la comandancia de Tarragona al programa Vía Libre de la emisora RAC1.

Vives tuvo que llevar a su hijo a la escuela con un agente en el coche; los guardias le mostraron notas de OK Diario (digital donde se han filtrado varias intoxicaciones de origen policíaco) como prueba de su relación con las falsas cuentas del exalcalde Xavier Trias; las discusiones entre los agentes sobre el tratamiento de los datos del ordenador y teléfono de Vives; cómo reconocieron que no tenían sus declaraciones de Renta (que el mismo Vives les entregó) o comentarios sobre "el entorno tóxico" de Artur Mas.

El recuento de Vives es el relato "de un esperpento", dice Xavi Bundó, al presentador del programa.

Xavier Arbós, catedrático de Derecho constitucional de la Universitat de Barcelona, presente en la emisora, reacciona con sorpresa ante las "irregularidades" que relata Vives. Que la secretaria judicial vincule el registro y el juicio contra Mas "deja caer una sombra casi diría de prevaricación sobre el comportamiento de los jueces que tienen que juzgar mañana [la causa del 9-N]", dice Arbós.

"Se tiene que repetir, tantas veces como haga falta, que la privación de libertad debe estar plenamente justificada y que el traslado a una dependencia policial es el último recurso siempre que haya riesgo de que la persona huya, cometa otra vez el delito del que es sospechosa o pueda destruir pruebas", prosigue Arbós. Para el catedrático, el relato de Vives no aporta "nada que haga entender por qué él y otros son privados de libertad".

Añade que "tampoco puede justificarse, y yo estoy muy sorprendido, el caso del señor Cambra, que se enteró por un diario de que estaba detenido mientras estaba en su despacho, antes de que empezara la operación".

Transcripción del relato

La transcripción del relato de Antoni Vives ha sido editada para acortarla y eliminar la oralidad:

"La mañana de aquel jueves... siempre me levanto pronto, pero aquella mañana no [era] para escribir, como hago siempre, sino para llevar a mi hijo pequeño al colegio pues iba de excursión (...). Salimos de casa a las 6.15 de la mañana. Al salir, se me aproximaron dos personas jóvenes. Pensé que me atracaban, porque se acercaron por ambos lados del coche. La calle estaba completamente desierta. Le dije a mi hijo: "tranquilo, ya haremos alguna cosa". Los guardias civiles enseguida sacaron la placa y me dijeron que no podía moverme. Iban de paisano. Tengo que decir que fueron muy amables.

"Desde el momento que me enseñaron la placa (...) entendí que tenía que hacer lo que me decían. Un agente se metió dentro del coche. Discutieron si me dejaban llevar al crío al colegio o no. Se lo dije: "A ver si no podrá ir de excursión y mi hijo no tiene ninguna culpa". Entonces, uno de los agentes entró en mi coche y el otro coche me siguió. Dejé a mi hijo en la escuela y entonces, ya detenido, conduciendo yo, volvimos a mi casa.

"Subieron conmigo, me dejaron despertar a mi mujer y a mis hijos [a quienes] pude explicar [qué pasaba]. A partir de aquel momento, debían de ser las siete menos cuarto de la mañana, esperamos a que llegara el resto de miembros de la Guardia Civil. [...] Estuvieron en casa quince horas.

"Usted es un hombre muy cercano a Mas, que ya sabemos que tiene un entorno tóxico"

"Esperamos hasta las nueve y media, cuando llegó el grueso de la Guardia Civil con la secretaria [judicial]. Preparamos un poco de desayuno para estos policías, que también se habían levantado pronto. [La] secretaria judicial estaba indignada. Consideraba que era del todo irregular que la fiscalía instara una detención en un caso que está en manos del juez (...).

"Fue muy dura, además, relacionando mi detención con lo que tenía que pasar el lunes [el juicio del 9-N]. Dejó perplejos a los policías. Algún policía había venido de Madrid. Ella estuvo muy atenta a cómo se hacían los procedimientos, denunciando continuamente cuestiones que le parecían extrañas de su manera de proceder.

"En cualquier caso, se incautaron de mi teléfono, de mi ordenador y de un disco duro que tengo para trabajar y empezaron a volcar [...] el contenido en sus aparatos y a buscar por la casa. Buscaban entre los libros, de modo correcto. Comentábamos, hablábamos, sin más, sin que formara parte de ningún interrogatorio porque formalmente no me hicieron ninguno.

No tenían la tecnología suficiente [para] volcar el mío [ordenador] a los suyos...

"Sencillamente, colaboré en todo lo que pude (...). Hicieron subir un perro a casa para buscar, droga, joyas y fajos de billetes, según me dijeron, literalmente. Evidentemente no encontraron nada de nada. Y así fue pasando el tiempo. El registro físico duró muy poco, una hora como mucho. Después, como muchos no entendían el catalán, les fui traduciendo mis libretas, página por página. Les ayudé a mirar entre los papeles...

"Se alargó mucho [porque] no tenían tecnología suficiente [para el] volcado del mi [ordenador] a los suyos... Por eso duró tanto rato.

"En los comentarios me decían que yo era el hombre de Trias, el hombre de las cuentas en Suiza. Les tuve que recordar que Trias no tenía cuentas en Suiza. Entonces quisieron demostrérmelo y me enseñaron una web (...) llamada OK Diario y me decían: "¿Ve señor Vives? Trias sí tiene cuentas en Suiza". Digo: "Oiga, ya se demostró que esto era un montaje". [Ellos:] "Que no, que lo dice OK Diario". Y yo: "Hombre, no me digáis que hacéis la investigación siguiendo el Google". Las conversaciones iban por este camino.

"También quiero dejar muy claro que el trato de la Guardia Civil, tanto en mi casa como después en Tarragona, fue exquisito. Fue amable, muy correcto. También es cierto que nosotros les facilitamos el trabajo y que les ofrecimos café, agua, comida, todo lo que hizo falta... porque nueve personas, tantas horas... Ellos cumplían órdenes y nos pareció que teníamos que hacerlo así.

Los especialistas informáticos se negaban a seguir porque eran conscientes de que alteraban la prueba...

Había una discusión que yo no entiendo bien. Se ve que tenían autorización para hacer un registro llamado "en caliente" y eso tiene implicaciones a la hora de tocar los ordenadores. Querían revisar el ordenador pero habían empezado a hacer un volcado y estaban tocando la prueba. Tuvieron una gran discusión entre ellos. Llamaron a Madrid. Los especialistas en cuestiones informáticas se negaban a seguir porque los que estaban con ellos eran conscientes de que alteraban la prueba... un debate muy largo.

"Cuando todo eso se acabó, a las siete o las ocho, salí de casa en coche acompañado de tres guardias civiles, un teniente, un brigada y un guardia. Me desplacé a Tarragona, entré en el calabozo y allí me quedé casi 24 horas. Cuando salí me dieron la libertad sin haber visto ni a fiscales ni a nadie. Entonces, justo un minuto antes de que me concedieran la libertad, [con] mi abogado, me preguntaron si declararía. Eran los mismos guardias que habían estado conmigo todo el día anterior. Les dijimos: (...) no declararemos nada porque ya lo sabéis todo. Y me fui a mi casa libre. Muy estrafalario.

[Sobre la bronca de la secretaria judicial en los agentes]. "Yo no estaba delante. Curiosamente, me lo explicaron los mismos miembros de la Guardia Civil. Me parece que pasó en la Ciudad Judicial. "Que les había caído este chorreo", [decían].

Cuando todavía no había llegado el grueso de la Guardia Civil con la secretaria judicial, sobre las siete y media de la mañana, ya tenía periodistas en casa

"Cuando llegaron a casa había mucha tensión entre la secretaria, que me pareció una persona de gran experiencia [...] que mandaba mucho y a quien los guardias civiles hacían mucho caso, gente que tampoco parecían recién salidos del cascarón, gente con mucha experiencia.

"[...] cuando todavía no había llegado a mi casa el grueso de la Guardia Civil con la secretaria judicial, sobre las siete y media de la mañana, ya tenía periodistas en casa.

"[Los guardias] me decían "claro, tus cuentas en paraísos fiscales...". [Yo:] vosotros me estáis investigando, ¿me habláis en serio? "Bueno, no; no hemos encontrado nada". "Entonces de qué coño estamos hablando". ¿Habéis visto mis declaraciones de la renta? "No", [responden]. Se las dí.

"Pienso que [...] sabían perfectamente quién era yo, que he sido con el "señor Trias, que es el de las cuentas en Suiza, y un hombre muy cercano a Mas, que ya sabemos que tiene uno entorno tóxico". Yo les decía: las valoraciones que ustedes hacen son las suyas, pero quien está en estos momentos detenido soy yo y quiero saber cuáles son las pruebas para todo esto. [...] Es muy duro para mi familia, es muy duro para mi entorno y es muy duro cómo afecta a mi reputación. [...] Para que después me digan "usted ya se puede marchar".