Andaban todos silentes, distantes y hasta responsables y en estas llegó Pedro Sánchez y mencionó un “pacto político con Catalunya”. Entonces temblaron de nuevo los ya débiles cimientos del socialismo español. Porque cuando el candidato del PSOE habla de resolver el conflicto con esta comunidad y reconocer su singularidad, se puede pensar que habla de la reforma de la Constitución, de un nuevo Estatuto y de la posición acordada por los socialistas en la ya célebre “Declaración de Granada”. Pero cuando Miquel Iceta elogia la valentía de Sánchez, inmediatamente después de conocerse su propuesta, ya está montado el lío. A nadie se le felicita por su coraje si lo que lleva al centro del debate es más de lo mismo y no cambia la tradicional posición del partido. Llueve además sobre mojado: la incorporación de una ferviente defensora del derecho a decidir a su sanedrín electoral como es la alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet; la cita secreta con Junqueras; el “comienzo del deshielo” del que habló tras su entrevista con el molt honorable Puigdemont…

Lo que Sánchez ha planteado es recoger en la Carta Magna un trato diferenciado para Catalunya, un acuerdo bilateral con el Estado, una relación de igual a igual, un pacto entre soberanías compartidas

Así que, como han entendido los principales barones del PSOE, lo que Sánchez ha planteado es recoger en la Carta Magna un trato diferenciado para Catalunya, un acuerdo bilateral con el Estado, una relación de igual a igual, un pacto entre soberanías compartidas, como si estas pertenecieran a los territorios y no a las ciudadanías… Una componenda, en definitiva, siempre rechazada por el socialismo, contrario a levantar muros de desigualdad. Y es eso de lo que hablamos.

Por eso saltaron las alarmas; por eso clamó Susana Díaz y por eso habló sobre ello en su discurso institucional del Día de Castilla-La Mancha Emiliano García-Page… No hay asunto que aglutine más a la derecha que el de la malentendida unidad nacional. Tanto como divide a la izquierda y a este PSOE, que no termina de encontrar una posición común sobre lo que debe ser y no su propuesta de España federal.

Entre que lo logran y no, la pregunta es si la penúltima ocurrencia de Sánchez le dará votos en junio en Catalunya. Y si no es así, como parece a resultas de todas las encuestas, por qué llevar al corazón de la agenda electoral un debate que fractura como ningún otro al socialismo. 

A ver si alguien se entera de que el debate territorial no es cuestión de unidad ni de uniformidad, sino de igualdad y que no es tanto un asunto de soberanías como de derechos de ciudadanía

Igual tiene que ver -como todo lo que ocurre últimamente entre los muros de la calle Ferraz- con la pugna por el liderazgo del PSOE. El objetivo, en clave interna, sería arrastrar de nuevo a Susana Díaz al rancio discurso de la unidad de España y la soberanía nacional tan aglutinador para la derecha como eficaz para la diatriba independentista. A ver si alguien se entera de que el debate territorial no es cuestión de unidad ni de uniformidad, sino de igualdad y que no es tanto un asunto de soberanías como de derechos de ciudadanía… Se busca  socialista que entone ese discurso y que además se le escuche en público. Mejor les iría así que con el Santiago y cierra España de la Reconquista.