Estos días en todas las bocas está la crisis del PSOE. Dejando de lado que quien no es capaz de gobernar es el PP, porque es incapaz de llegar a pactos, y dejando de lado que está siendo triturado en el primer juicio grande del caso Gürtel, dejando de lado todo eso, los media del régimen y, consecuentemente, marcada la agenda, todo el resto centran el problema, el padre y madre de todos los problemas, en el PSOE.

A decir por la unanimidad de los opinadores, incluso de los serios, muy serios y nada sospechosos de ningún tipo de seguidismo, el PSOE se enfrenta, o incluso ya ha caído, en el dilema -o trampa- de optar por la ética u optar por el pragmatismo.

Si tomamos un poco de distancia con la cuestión en vez de acercarnos tanto que nos situamos tan cerca que se hace difícil ver el cuadro entero, podremos apreciar que la cosa no discurre en el territorio del dilema moral. Y es bueno que así sea. Cuando afrontamos una decisión moral -pocas hay a la vida- la solución corre el riesgo -y sucede así muchas veces- de no ser buena. Los problemas graves no dan buenas soluciones.

De entrada, se considera el problema por el final, es decir, predeterminando una solución: votar abstención o votar no a la investidura de Rajoy. La primera alternativa es pragmática y (con la hipócrita aversión hispana al pragmatismo), mala éticamente. Superado eso, para hacer presidente a Rajoy (utilícese la palabra que se quiera una vez torturado el diccionario sin clemencia), hay que tener una ética muy particular; en concreto la de sus palmeros originarios y los sobrevenidos. No hay que hacer el inventario de los motivos; por ya sabidos, el editor no me da suficiente espacio.

Entonces, votar no es lo que toca, ni ético. "No es no". Se abusa demasiado del término ética; todos abusamos de ello. Reducimos nuestro discurso a pocos términos concluyentes pero reiterados sin medida ni límite: fascismo, nazi, franquismo, ética, y, ahora también, patria. Demasiado dramático, en el sentido teatral del término.

¿Por qué hemos (han) llegado hasta aquí? Porque los políticos no saben hacer política. No estamos en manos de desaprensivos por naturaleza ni de místicos que no pisan el suelo. Estamos en manos de incompetentes, algunos de los cuales además tienen pocos escrúpulos o (hacen ver que) no han roto nunca un plato.

Un procedimiento democrático adecuado, junto con una toma de decisión o propuesta de toma de decisión después de una ponderación juiciosa de los elementos en juego, habría evitado llegar hasta aquí.

De forma oportuna o intempestivamente, el PSOE fijó una determinada política, el ya famoso "no Es no" a través de su máximo órgano entre congresos, el comité federal. Bien. ¿Y quién puede decir "no es quizás" o "Del no, nada"? Pues el comité federal. Obviamente.

Para los que ven que las cosas han cambiado -con razón o sin- se impone celebrar otro comité federal, estatutariamente - no olvidemos que estamos en la patria de la Brigada Aranzadi. Así, el paso siguiente es elemental: en el comité federal se debate sin argumentos ad hominem, si han cambiado las circunstancias y si este cambio fuerza a cambiar las estrategias ya adoptadas.
Eso es lo que debería haver hecho un buen político: modular la solución que se considera adecuada mediante un debate interno democrático. Pero en vez de eso, broncas, puyas cruzadas, chistes de taberna, retórica de carbonero.

No es la primera vez que un partido cambia de opinión, de opciones, incluso de estrategias y de fundamentos ideológicos. La censura no viene por el cambio, viene por la chapuza con nocturnidad con la que se llevó a cabo.

El PSOE ha demostrado ser un partido conservador, muy conservador, alejado de la modernidad democrática; es decir, de la deliberación

El PSOE ha demostrado ser un partido conservador, muy conservador, alejado de la modernidad democrática; es decir, de la deliberación; alejado de la ciudadanía y de su radio de acción forzosamente renovado: los jóvenes urbanos y las clases medias urbanas, culturalmente progresistas. Se queda con un electorado envejecido, provinciano y en buena medida rural, sin contar con las subvenciones. Eso, es coherente con el patrón de los que mandan y parece que mandarán.

Buena gente que, en general, no ha oído hablar de dos referentes del socialismo democrático, Pierre Mendès-France y Willy Brandt. Los dos han pasado a la Historia, a la Historia con mayúsculas, haciendo lo que tocaba hacer cuando tocaba hacerlo y marchándose cuando no tocaba hacer lo que les imponían hacer. Esos dos políticos, sí que son referentes éticos, de cabo a rabo.

De momento, a los otros sólo les queda el solar.