Tailandia es el país más religioso del mundo. El 98% de los habitantes se confiesan budistas. Con todos los matices de las encuestas, el dato es relevante por dos motivos. El país más religioso del mundo no es cristiano, ni musulmán. Y se encuentra en Asia. Y contiene elementos "cools" que la religión cristiana y la musulmana no acaban de tener de cara a la galería. Como tampoco la judía. Pablo d'Ors, escritor, experto en meditación y fundador de los Amigos del Desierto, me comentaba en una entrevista que curiosamente, cuando vamos al dentista, los cuadros que nos ponen para relajarnos suelen ser de inspiración oriental, así como el hilo musical. Toda una estética relajante. ¿Habéis visto alguna vez en una sala de espera de un dentista imágenes aterradoras de la Semana Santa andaluza? En Occidente nos atrae lo que no tenemos. Nuestro ritmo acelerado nos hace pensar que necesitamos la interioridad que nos puede suministrar la experiencia asiática. Y el silencio. Y es cierto, nos falta silencio. En Berlín tienen la famosa sala del silencio, en medio de la ciudad, es una idea magnifica al alcance de todos los ciudadanos que ya podríamos ir implantando. Es un servicio local que sería bienvenido, alcaldes amados.

Cuando vamos al dentista, los cuadros que nos ponen para relajarnos suelen ser de inspiración oriental, así como el hilo musical

¿Pero realmente todo lo que nos falta es oriental? Para desmitificarlo, podríamos ir recordando que todas las religiones monoteístas son asiáticas. La gente se sorprende cuando ve las vírgenes negras, pero vaya, la Virgen María no debió ser ni mucho menos la imagen virginal que nos muestran las apariciones de Medjugorjie, por ejemplo, que la pintan rubia y blanquita. I Moisés, y Mahoma, por citar sólo nombres que empiecen con "m", eran también del vecindario. Las religiones monoteístas, a lo largo de los siglos, han centrado el discurso en remarcar insistentemente dogmas y normas. Y la letra ha matado al espíritu. Se han olvidado de potenciarlo. No para sus seguidores, que lo captan perfectamente, sino cuando se explican y cuando se muestran a los otros. En cambio, el budismo es por excelencia una espiritualidad que atrae. Y no será que no tenga disciplina, exigencia, ayuno, sacrificio y rituales que cuesten de entender. No obstante, se ha transmitido de manera mucho más positiva, pacífica, compasiva y comprensible.

Los monjes y monjas budistas tienen una aureola de simpatía y bondad. Suelen ser creíbles. No suele pasar lo mismo con los sacerdotes, imanes o líderes de centros musulmanes, o con rabinos. Ante ellos, se encienden alarmas. Suspicacias y recelos. A los budistas les perdonamos la vida. A los otros, no. El budismo es todavía minoritario en Europa. Las cifras son muy bajas, pero la fama es muy alta. Asociar espiritualidad con silencio y con paz ha sido una de las grandes conquistas del mensaje budista. El catolicismo, en cambio, ha sufrido mucho la asociación con el poder y la represión.

Cuando traspasamos la espiritualidad y el masaje a nuestro entorno, parecen acciones contradictorias. O vas a rezar, o a hacerte un masaje

Cuando las parejas que se casan viajan a Tailandia, hay dos acciones que suelen formar parte del paquete. Una, la visita a los templos impresionantes budistas. La segunda, alguna sesión de masaje tailandés. Puede ser que lo realicen el mismo día, visita cultural por la mañana, masaje por la tarde. Y en aquel contexto, todo cuadra. Cuando traspasamos la espiritualidad y el masaje a nuestro entorno, parecen acciones contradictorias. O vas a rezar, o a hacerte un masaje. Cuerpo y espíritu en eterna rivalidad. Quizás sería interesante empezar a incorporar (que viene de cuerpo, in corpore) la corporeidad en las religiones monoteístas. A recobrar más sentidos, a no disociarnos tanto. El famoso "desarrollo integral de la persona", al que tantas escuelas de Catalunya apelan, debe querer también decir eso: integrar dimensiones humanas. No se trata de confundir la gimnasia con la magnesia, sino de unir cuerpo y espíritu. La religión no es un concepto cerebral, ni pura acción social. Y la espiritualidad no es elucubración mental y emocional, sino también corporal y sensorial. En algunas universidades ya se ofrecen cursos de meditación. Es evidente que la Europa racionalista no ha triumfado, y las religiones, si quieren ser útiles y reconocidas, pueden ensayar esta vía. Dejarse de tantas abstracciones, y recordar que sus dioses son ciertamente eternos, pero que ellas son contingentes, encarnadas y terrenales.