La humanidad es inmigrante desde el primer día de su existencia. Todos somos fruto de la inmigración. Porque un día alguien pasó por donde ahora está nuestra casa y se quedó. Pacíficamente o con violencia. Y si no lo hubiera hecho, ni usted ni yo estaríamos aquí ahora mismo. Hasta que un día alguien consideró que su raza era superior a las otras y dio por inaugurado el racismo. Y la cosa se complicó todavía más cuando alguien más detectó que el penúltimo que había llegado tenía miedo de la competencia del último. Y se olió que hurgar en esta cuestión daba votos.

La receta se enriqueció con el ingrediente del populismo, que vendría a ser como la maizena de la bechamel, y con la necesidad de tener un enemigo al que culpar de todo. Y los inmigrantes eran perfectos porque son los más débiles de la cadena. Sí, como todo el mundo sabe, los de abajo de todo han venido a este mundo a recibir.

Y así llegamos al actual momento, una mezcla de situaciones nuevas y desconocidas que podríamos resumir en tres:

1/ una clase dirigente totalmente alejada de la realidad, que vive aislada en un mundo virtual y que tiene como única y gran preocupación diaria resistir los ataques de una cantidad infinita de personas que quieren ocupar su lugar. De tal manera que Hillary Clinton, mujer y progresista a ojos europeos, era vista por los norteamericanos (que eran los que votaban) como la casta hecha ser humano y decidieron enviarla a su casa.

2/ una revolución industrial que llega con una fuerza y una velocidad nunca conocida y que ha dejado a una gran parte de la clase obrera sin nada que hacer en la vida. Una clase obrera que llegó a ser clase media y que ahora ve como nunca más podrá ocupar un puesto de trabajo porque, o bien su trabajo ya no existe o bien su sitio lo ocupa una máquina.

3/ una incertidumbre vital y laboral permanente. Antes salías de la facultad o empezabas a trabajar en una empresa y toda tu vida hacías el mismo trabajo, en el mismo lugar y llegando cada día a la misma hora a tu casa dando un beso en la mejilla a la misma persona. Hasta que a los 65 años te agradecían la lealtad regalándote un reloj y una jubilación. Ahora, para empezar, ya no llevamos ni reloj. Y si tienes la suerte de trabajar, no estás en condiciones de afirmar qué trabajo estarás haciendo de aquí un par de años, ni en qué país y no tienes ni idea de si en tres años habrás tenido un hijo con una persona que no sólo no es tu actual pareja sino que quizás todavía ni la conoces. Y la gran metáfora que resume este concepto es que antes tenías la vida solucionada si trabajabas en una caja de ahorros o si tenías alquilado un local a alguna de las diferentes entidades existentes. Ahora los locales donde estaban las cajas los ocupan bazares chinos y los que trabajaban y fueron despedidos, ahora aspiran a poder trabajar allí de dependientes.

¿Y, qué hacemos los humanos cuando nos sentimos desprotegidos? Nos refugiamos en la cueva, o dígale que le compramos el discurso al primero que nos dice lo que necesitamos escuchar, que nos señala alguien como culpable de nuestra desdicha y que nos promete que lo solucionará todo a base de "poner sobre la mesa lo que se tiene que poner". Y este alguien se llama Donald Trump en los Estados Unidos o Xavier García Albiol en Badalona. Porque no lo olvidemos, Trump gobierna en los EE.UU. porque lo ha votado la gente y García Albiol fue alcalde de Badalona por la misma causa. Curiosamente Albiol no repitió a pesar de haber ganado en 30 de los 34 barrios de la ciudad y Trump "ganó" a pesar de haber perdido en la suma del voto popular. Cosas de los sistemas electorales.

Y es así como ha coincidido en el tiempo, naturalmente a diferente escala pero con el mismo perfume, los efectos del "Limpiando Badalona" con el "Limpiemos los Estados Unidos". Y en el segundo caso, cerrando las fronteras aleatoriamente y sin ninguna lógica. Ahora mismo ningún ciudadano de Líbia, Sudán, Yemen, Somalia, Irán, Iraq y Siria puede entrar en los EE.UU. porque es considerado un presunto terrorista. Aunque ninguna persona nacida en ninguno de estos países haya provocado ningún muerto en ningún atentado terrorista sucedido a los Estados Unidos. En cambio, los terroristas del 11-S eran de los Emiratos Árabes, Arabia Saudí y Egipto y ninguno de estos países está en ninguna lista de nada. De la misma manera que los autores de los últimos atentados en el país que gobierna Trump eran norteamericanos y, según tengo entendido, de momento no se ha cerrado la entrada de los norteamericanos en los Estados Unidos. Pero vaya, que si la reacción cuando un francés comete un atentado en París es bombardear Siria, a partir de aquí ya nos lo podemos esperar todo.

¿Y ahora qué? Pues me temo que iremos a peor y que veremos cosas que ahora mismo ni imaginamos. Y no sabe usted las ganas que tengo de equivocarme...