Escribo este artículo cuando hace un mes justo que Jordi Cuixart y Jordi Sànchez están en Soto del Real. Cuando vosotros lo leéis, hará un mes y dos días.

En mi vida normal un mes es poca cosa, pero últimamente se ha convertido en una eternidad. Días que parecen meses y meses que parecen años. Desde aquel 20 de septiembre en que nos creímos que todas las líneas rojas se habían traspasado hasta el día de hoy hemos vivido en un Dragon Khan emocional y hemos descubierto que aquello tan sólo era un aperitivo de lo que vendría. Hace muchos días que me hago la pregunta de qué explicará la historia dentro de 30 años de estas jornadas. No tengo ni idea. No sé cómo nos juzgará.

Y con esta pregunta sin respuesta, apelo al futuro. A los que decidirán con la vehemencia y el filtro del tiempo nuestras acciones presentes. Y les quiero decir que por encima de todo, estos días he encontrado buena fe. Gente que se ha aferrado a la ilusión de un proyecto compartido. Pero también he encontrado muchos grises. Personas que justificaban aquello injustificable. Grupos que para defender sus intereses legítimos conculcaban los de los otros. Y sobre todo y lo que es más peligroso: como se banalizaban sin fin determinadas acciones. Y eso es lo que más duele.

Hay que expulsar a los violentos, los racistas y los xenófobos de nuestro relato. Y hay que hacerlo con contundencia

Siempre hemos defendido que somos un solo pueblo, pero aquello que creemos con fervor a la hora de la verdad se ha descubierto que no era así. Afortunadamente para una minoría muy minoritaria. Hemos aprendido que todo el mundo —lícitamente— puede defender sus ideas. Hay gente independentista, que no y personas que viven sin tener opinión de este tema. Estas también existen. La mayoría han situado sus reivindicaciones en el campo de las manifestaciones, los actos y las protestas. Todo el mundo hemos utilizado las mismas "armas". Y ahora toca el momento de las urnas. De los votos. Donde a todo el mundo nos someteremos a su veredicto inapelable. Para mí, algunos con más garantías que otros, pero al fin y al cabo eso lo contabilizará el escrutinio. Pero lo que no me trago es el renacimiento de la extrema derecha que sitúa en su campo de acción la violencia y en su relato el racismo y la xenofobia. Personas así siempre las ha habido en Catalunya. Incluso con concejalías en pueblos importantes (Plataforma per Catalunya en el Vendrell) pero lo que más me tiene fascinada es que todas las fuerzas democráticas no hayan hecho un cordón sanitario contra estos grupúsculos. Es más: algunos se han puesto de "perfil" y así indirectamente con su silencio, lo avalan. Hay que expulsar los violentos, los racistas y los xenófobos de nuestro relato. Y hay que hacerlo con contundencia. Si hace falta haciendo un pacto público entre fuerzas democráticas. No los queremos. Que la dialéctica política no lo avale todo. Y hay que hacerlo con contundencia. Sin medias tintas. Y si puede ser juntos, mejor. Hay que salvar nuestro patrimonio, y sobre todo la cohesión social. Hay cosas que sólo las valoras cuando las pierdes. Y sería una temeridad hacerlo.

Jordi Cuixart, Jordi Sànchez (y todos los consellers y conselleres que están en la prisión), todo esto pasará os lo garantizo y la historia nos juzgará

Comparto pocas cosas o casi ninguna con algunos partidos parlamentarios. Pero quiero pensar que por acción u omisión, nadie avala la presencia de fascistas campando por Barcelona. O pegando a inmigrantes. Casi todos los partidos del arco parlamentario lo han denunciado. Algunos con la boca pequeña. Pero en medio de tanto ruido y tanta crispación un gesto público y conjunto de las fuerzas que se presentan a las elecciones sería una buena noticia. Significaría una señal inequívoca que en aquello fundamental estamos de acuerdo. Y también ayudaría a saber quien no lo está.

Queridos Jordis. Como os conozco, eso que he explicado seguramente os duele muchísimo. Siempre habéis defendido la no violencia como vuestra mejor arma. Y ahora la pereza de algunos para condenar hechos absolutamente inexplicables seguro que os remueve las entrañas. Siempre habéis apostado por una Catalunya inclusiva.

Milena Busquets tiene un excelente libro titulado También esto pasará. En un momento difícil de mi vida, me lo hicieron llegar. Jordi Cuixart, Jordi Sànchez (y todos los consellers y conselleres que están en la prisión), todo esto pasará os lo garantizo y la historia nos juzgará. Lo que no nos perdonaríamos nunca es no haber construido el país plural que hemos soñado. Y cuando el filtro de la historia nos juzgue espero que lo haga con indulgencia.