​El Govern de Catalunya ha adoptado una medida realmente excepcional con la querella contra los guardias civiles autores de los interrogatorios a altos cargos y trabajadores públicos. Sin embargo, justificada después de la nota del TSJC que ha dejado en el limbo judicial los interrogatorios que está llevando a cabo la Guardia Civil en el marco, supuestamente, de la investigación que lleva a cabo el juzgado de instrucción número 13 y que originariamente era para investigar al exjuez y exsenador Santiago Vidal.

Esta causa, que se halla incomprensiblemente bajo secreto de sumario, está sirviendo aparentemente como palanca para citar a altos cargos y funcionarios por parte de la Guardia Civil, en unos interrogatorios sobre el referéndum o sobre diferentes procesos administrativos. Si hace tres semanas, la reunión de la Junta de Seguridad de Catalunya evidenciaba un clima de cooperación entre las dos administraciones, y el ministro del Interior rectificaba a su antecesor después de siete años sin ninguna reunión del máximo organismo de coordinación, la reacción del ministro Zoido al conocer la denuncia de la Generalitat no puede ser más desalentadora, ya que se limita a señalar que la Guardia Civil está para que se cumpla la ley. Obviando de esta manera el quid de la cuestión: ¿el sumario de Santi Vidal ha mutado con la actuación de la Guardia Civil en una causa contra el independentismo? No debería ser así, pero el número de cosas que no deberían ser así empieza a ser ya demasiado elevado.

Todo ello en la misma semana que el Consejo de Ministros ha decidido llevar al Tribunal Constitucional la modificación del reglamento del Parlament. Ciertamente, no es una modificación inocua y tiene una intencionalidad política. Pero lo cierto es que lo asemejará al que está en vigor en el Congreso de los Diputados y en otras comunidades autónomas. Entonces, ¿por qué tanto ruido? Ahí entramos en el juicio de intenciones: la modificación facilita la lectura única en el Parlament y recorta los plazos de aprobación. Aunque enfilamos el final del mes de julio, nada tiene aspecto de vacaciones de agosto. Incluso, hay algo más que indicios de que la primera semana de agosto será informativamente hablando jugosa. Veremos qué tiene preparado el Gobierno español.