Desde el mismo día de los atentados de Barcelona y Cambrils se viene poniendo el acento en dos cosas que van muy ligadas: la actuación de los Mossos d'Esquadra y el relato que acaba siendo hegemónico tanto en Catalunya como en España y en la comunidad internacional. Lo primero fue clave ya que solo a partir de una unanimidad muy amplia de que el trabajo realizado por la policía catalana era satisfactorio se podía imponer la batalla de la comunicación. Como sucede siempre en este tipo de pulsos, no hay dos ganadores cuando dos administraciones tratan de ser la triunfadora.

Nueve días después de la tragedia siguen publicándose noticias y reportajes en los medios de comunicación internacional que deberían inquietar al Gobierno español. De entre los últimos aparecidos destaca un medio tan templado y alejado del independentismo catalán como The Economist. El influyente semanario británico, que es seguido por gobernantes, líderes de opinión y el sector de los negocios del mundo entero, escribe en su último número que después de los atentados muchos ciudadanos catalanes piensan que Catalunya sería un país más seguro si fuera independiente y le reprocha a Mariano Rajoy su quietismo.

Sin ningún género de dudas, la batalla se ha decantado claramente en los medios de comunicación internacional. Quizás por ello, el Gobierno español ha debido reforzar en las últimas horas su presencia pública. Compareciendo este viernes Rajoy, excepcionalmente, al término de un Consejo de Ministros y el sábado con un desembarco en Barcelona de autoridades del Estado y de dirigentes políticos, que incluso se ha anunciado que llegarán en tres aviones. Todo ello para asistir a la manifestación convocada por la Generalitat y el Ayuntamiento en el passeig de Gràcia. Será, seguramente, el colofón a una unidad cogida con alfileres durante estos días. Y el inicio del camino hacia el referéndum. Pero todo eso será a partir del domingo.