Resulta que hablas o escribes de eso, indirectamente y con prudencia, por lo que pueda acontecer, y entonces sucede que cada cual entiende ese eso como le viene en gana, de acuerdo con lo que en ese momento tiene en la cabeza, no hay nada que hacer. Ya decía el clásico —el clásico es Joanot Martorell, que se os tiene que decir todo— que “nadie debe extrañarse de nada de lo que vea, ya que cada cual ve con su fantasía”. Y con fantasía y perversa intención política se ha querido ver violencia donde no la hay, donde sólo hay claveles, deseo de libertad y prudencia. Tampoco han querido ser correctamente interpretadas las llamadas a la firmeza del independentismo ante la ofensiva represora del Estado español, confundiéndolas interesadamente con insinuaciones que apelaban a la violencia, a la confrontación armada. Decidme, ¿con qué hombres y con qué armas? Es verosímil que desde Madrid hablen de golpe de estado y lo comparen con el movimiento de liberación nacional de Catalunya ya que la historia de España, desde el siglo XIX hasta los tiempos de Tejero, se parece más a la historia de una república iberoamericana, siempre en manos de los militares, que a las grandes naciones de Europa con las que, sin fortuna, se afana por equipararse.

La similitud no existe en la realidad sino en los ojos que miran. Ningún movimiento independentista en ninguna parte ha sido calificado de golpismo por sus adversarios, sólo en Madrid, puesto que es su manera de mirar y de pensar. Cada uno tiene en la cabeza lo que tiene y tiene los referentes de cultura política que puede tener, y no otros. Cada cual ve con su fantasía y por eso hoy se habla de desnazificar Catalunya cuando lo que se quiere hacer, en realidad, es borrar la influencia del catalanismo político en nuestra sociedad. De los nazis y del régimen de Hitler, la clase política española sabe mucho, son antiguas y enardecidas lecturas de juventud que sobresalen como un adoctrinamiento, como una mitología wagneriana. Más que en la propia Alemania no existe mayor fascinación por el III Reich que hoy en la gloriosa España. José María Aznar se definía en su juventud como falangista, esto es un hecho. Y que su plataforma política actual se llama FAES, FA-ES, es decir, FAlange ESpañola. Y que, por mucho que Manuel Fraga, mantenedor de las esencias del franquismo, fundador del PP, quedara fascinado por la democracia inglesa durante su época de embajador, eso no quita que el régimen de 1978 sea una pervivencia de la legitimidad política surgida del 18 de julio de 1936 a través de un pacto con el PSOE. Una legitimidad que recibió del Jefe del Estado y Generalísimo Franco el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón en sesión solemne de las Cortes Españolas el 23 de julio de 1969. Sólo para vergüenza de la propia miseria genética, de su indecente, impresentable procedencia, el actual régimen español actual acusa de nazismo al catalanismo político, que siempre ha sido democrático y progresista. Fíjese cuán nazis llegamos a ser los catalanistas que al president Lluís Companys, líder independentista, lo arrestaron los auténticos nazis, que fue extraditado y fusilado por los amigos de los nazis, y que hoy es ridiculizado y escarnecido por los hijos de aquellos amigos de los nazis. Fíjense si llegamos a ser de nazis, los independentistas, que no tenemos nada que ver con ellos. Es la vieja estrategia del maltratador, que acusa a la víctima indefensa de violencia, que la acusa de su propia maldad. Que se sacude sus crímenes para culpabilizar a la víctima y para continuar maltratándola hasta derrotarla.

La única violencia que hay hoy en España es la violencia del Estado, el resto es una fantasía política destinada a desacreditar internacionalmente al independentismo. El Estado español organizó el terrorismo de los GAL, también el golpe de estado del 23 de febrero, esto son hechos, mientras que la Generalitat de Catalunya ha fundado escuelas y bibliotecas, ha hecho realidad el cuerpo de los Mossos d’Esquadra, una de las mejores policías del mundo. La realidad es tozuda y acaba imponiéndose. De la fantasiosa, falsa, violencia de los independentistas habló un señor llamado Gregorio Morán hace meses, hoy habla de ella Raúl del Pozo, de ella hablan los oportunistas Javier Cercas y Eduardo Mendoza, de ella habla cualquier defensor del actual Estado español, pero no sólo para difamar perversamente al independentismo, y sobre todo se hace para justificar la brutal represión violenta que se prepara en Madrid. Cuando mañana o pasado mañana ellos pongan violencia y nosotros la suframos, hay que recordar siempre eso, sobre todo esto. Que la mentira tiene las piernas muy cortas y que la fantasía del mal no se puede mantener indefinidamente en el tiempo. La propaganda mentirosa sí es propia de los nazis, duró pero no se pudo mantener. El independentismo es pacifista y sólo puede ganar si se mantiene serenamente, dignamente, tozudamente, como la víctima que es. Ahora debemos soportar los golpes, la violencia, no hay otra.

(Continuará)