La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, está pero no está. Disfruta de un merecidísimo permiso de maternidad que compagina con la tecla, con la actividad política a golpe de Twitter, más o menos como el presidente de Estados Unidos pero ella, dónde vas a parar, está mucho más legitimada para piar, repiar y gorjear si cabe, que ser genitora-progenitora cansa un ovario, tú, y así, la pobre, teletrabajando desde donde sea que sí que esté, como una especie de Diosa Madre-Burgomaestra, como una especie de mito o de leyenda urbana, Ada Colau se entretiene un poco de tanta maternidad responsable y, por el mismo precio, evita que la olvidemos. Que salta una noticia, que se produce un acontecimiento importante y trascendental, que no podemos continuar con nuestra barcelonesa existencia sin saber qué estará pensando sobre la actualidad nuestra munícipe por antonomasia, no hay por qué sufrir, Ada Colau o quien escribe en su nombre, va y pía. Que se produce un atentado en Londres, pues se proclama al mundo que: “Barcelona amb les víctimes d l’atemptat de #Londres. El terror no ens farà donar ni un pas enrera en la lluita de ciutats i pobles per la Pau.” Esto de “luchar por la paz” es una bonita paradoja que te permite quedarte reflexionando un rato en una posición elegante y estudiada. Como hacían las señoras de las mesas petitorias de la Cruz Roja cuando leían Ha estallado la paz de José María Gironella, pero en progre. Las paradojas son muy entretenidas y siempre te harán quedar bien. Ovación.

La paradoja que, en cambio, no acabo de entender mucho es la que contiene el tuit de anteayer sobre el traspaso de Juan Goytisolo: “Nos deja otro imprescindible, escritor de los que no temen mancharse contra la barbarie. Que la tierra te sea leve, admirado Juan Goytisolo.” Creía que para una política materialista dialéctica, marxista, común, roja que presume de roja y de conocedora del escritor de Marrakech, esta referencia al “Sit tibi terra levis” me sobra. Como cuando se dice de un finado que “repose en paz”. Esto puede ocurrir si eres de los que creen en fantasmas, en la resurrección de los muertos, por motivos religiosos o porque adoras el videoclip de los zombis de Michael Jackson. Pero me atrevería a decir que, en este caso, es un tuit hecho a tontas, sin pensar mucho en lo que se está diciendo. Como hacen muchos otros políticos, por otra parte, no nos alarmemos por eso. Respecto a la barbarie que menciona, me gustaría recordar que Juan Goytisolo fue gran amigo y protegido de este gran demócrata, de este enorme benefactor de la humanidad, llamado Muḥammad as-Sādis ibn al-Ḥasan, también conocido como Mohamed VI, sultán de Marruecos, hijo de aquel otro gran señor y asimismo gran demócrata llamado Hassán II. Y que Goytisolo nunca ensucióse la boca criticando la persecución del pueblo saharaui, ni la colonización árabo-musulmana sobre las comunidades amazigas del norte de África. El escritor Goytisolo era quizás el único habitante del planeta que creía que Marrakech es un paraíso, indiferente a cualquier otra consideración que no fuera su egoísta circunstancia personal, su vida regalada en tierras exóticas. Todas sus críticas políticas, como buen neocolonialista, las reservaba para la putrefacta sociedad catalana, para el catalanismo y para la ciudad donde nació, Barcelona.

Aún más inaceptable, del todo, es el tuit que la alcaldesa dedicó recientemente a la sentida desaparición del querido periodista Carles Capdevila. “Tenim un compromís: fer d Bcn ciutat d les cures. Amb el teu record cridarem sempre Visca la Vida #Carles Capdevila”, éste fue el tuit. La utilización política de la figura de Capdevila para recordar los compromisos electorales de la señora Colau no ha sido corregida hasta el momento de escribir este artículo, lo cual resulta muy sorprendente. Un muerto es, entre otras muchas cosas, una identidad humana que ya no puede defenderse por sí misma de ningún tipo de manipulación, de ninguna propaganda. Se sabía que la lucha política, a dos años vista de las elecciones municipales, sería implacable, pero no me imaginaba yo que hasta este punto de delirio, de egocentrismo, de torpeza, llegaríamos. Ada Colau utiliza la tecla de Twitter al modo de Donald Trump, y como en el caso de Trump, la alcaldesa me produce mucha, mucha vergüenza.