Dicen, dicen, dicen que no se puede generar el odio sobre persona alguna ni colectivo, que las muestras públicas de fascismo, racismo, supremacismo y que todo tipo de proselitismo que promueva la detestación humana queda fuera de la ley. En realidad no siempre es así y aquí os reproduzco una prueba de ello, un cartel donde se expresan hermosas consignas feministas contra el sexo de los Hombres masculinos, de los hombres sexuales, que es cierto, nos han pillado, sí, hay que admitir que es el mismo sexo que el de Hitler, eso es cierto, pero también es el mismo sexo que el de Albert Einstein, es el mismo sexo que el de Gandhi y también el sexo de la mamá de Hitler debía ser femenino, y quizás algo tuvo que ver. La criminalización del macho sólo por el hecho de serlo produce hermosas frases que harían reír si primero no hicieran llorar: “Machete al machote”, “El patriarcado mata”, “Derecho a decidir”, “Me repugnas” y a continuación una curiosa exigencia: “Respeta”, que se contradice con las anteriores. La justificada alarma social que produce el sistemático asesinato de mujeres a manos de hombres criminales ha llevado a esta peculiar retórica apocalíptica, belicista. No distingue entre víctimas españolas pero, en cambio, sí que distingue entre “homicidio” y “feminicidio”, de tal manera que también encontramos la consigna “Ni un feminicidio más”. Estoy de acuerdo. Ni uno más. Pero también me queda claro que estas damiselas feministas no quieren saber nada de mí si mi hijo o si mi hija me matan para heredar mi incalculable fortuna o si me rejunto con un señor y este señor me suprime del mapa. Ni si me rejunto con una señora y la señora me pone veneno en la misma taza de té que la del primer ministro Winston Churchill, el cual, efectivamente, también era un hombre.

Me he querido ilustrar sobre este fenómeno de efervescencia verbal que por ahora se queda en palabras y mañana ya veremos qué pasa. Y he sabido que, por ejemplo, hace tres años que varias señoras feministas están boicoteando al grupo Itaca Band porque, según me cuentan, el líder, Albert Garcia, fue responsable de una supuesta agresión machista. La cosa no podía ir bien de ninguna manera ya que los hechos ocurrieron el 11 de diciembre de 2014 en una discoteca llamada Mundo Caníbal ¿no les gusta? En el lavabo Caníbal de las mujeres el señor Garcia parece ser que penetró en un determinado momento y se produjo una discrepancia entre el ámbito territorial y el chico, entre las ganas de juerga del citado Garcia y la ausencia de ganas de algunas damas. Todo ello es un conflicto de primero de bachillerato comparado con el cambio climático, o el hambre mundial, perdonen ustedes, pero desde entonces algunas protagonistas de Mundo Caníbal, miembros de los grupos feministas Rudes Rebels, Trama Feminista y otros colectivos están haciendo la puñeta y boicotean a los de la banda y no les dejan tocar en ninguna parte. Las ofendidas Caníbales no han recurrido a los tribunales porque la administración de justicia es patriarcal y machista y no quieren caer en su inadmisible juego. De manera que están haciendo lo mismo que un buen día decidió hacer Charles Lynch y se han cogido la justicia por su mano. En los ámbitos alternativos es de buen tono y de buena sociedad apoyar al boicot contra Garcia y su banda como en otros ámbitos queda bien decir que estás cansado de terminar siempre comiendo en el Ecuestre.

La retórica de estas feministas es fascinante, educativa, a medio camino entre los escritos de Safo de Lesbos y el Ku Klux Klan. Dicen que están dispuestas a levantarles el boicot, según un documento del 1 de febrero de este año de la asociación Rumbo a Gaza —¡Buenos días Palestina!— si Albert Garcia se comprometía a “comenzar un proceso de reflexiones y deconstrucción personal sobre las masculinidades y actitudes sexistas”. En dicho documento se informa de que disponen de una especie de certificado de buena conducta, de 22 de diciembre del 2016 en que la Cooperativa d’Iniciativa Social Fil a l’Agulla, una organización formada por seis mujeres, informa “del inicio de trabajo terapéutico personal para que trabaje su masculinidad”. Pero se ve que Rudes Rebels, haciendo honor a su descriptivo nombre, no están de acuerdo con la salida burocrática que ofrece el documento y quieren continuar con el boicot. Se sienten “ningunejades, insultades i amenaçades”. Yo estaba por decirles lo que solemos entender los hombres para trabajar nuestra masculinidad pero he pensado que mejor que me callara, hoy me callaré porque no hay nada peor que la perpetua adolescencia.