Yo os diré quién fomenta el odio. No se trata, por supuesto, del independentismo que reclama la libertad para la nación catalana perseguida sólo por ser catalana. Perseguida, hoy como ayer, por España y Francia, campeonas planetarias del centralismo y de la uniformidad, a través de la asimilación cultural, del desprecio, de la persecución ideológica y de la explotación colonial. Quien fomenta el odio es quien tiene el poder de odiar, quien quiere odiar y hacer realmente daño a sus enemigos. Quien fomenta el odio es quien arrincona a toda una sociedad contra el paredón sumarísimo del egoísmo y de la depredación más desvergonzados, olvidando que la auténtica riqueza de Catalunya no es nuestra fortuna nacional, la que provoca la salivación de los recaudadores, los colonizadores, los confiscadores, los castigadores, sino toda la gente que la constituye, que vive aquí, que forma parte de ella, que cree en ella. Una gente que ya no se contenta con ir tirando con España y que reclama un proyecto político estimulante, renovador, llamado independentismo. Quien fomenta el odio son los manipuladores del lenguaje, los que nos quieren convencer con palabras de la inocencia de M. Rajoy y de la culpabilidad de Carles Puigdemont, los que controlan todos los medios de comunicación, todos los resortes del poder, los que entienden la democracia sólo como un régimen cerrado, viciado y vigilado, continuador del régimen anterior, en el que la población vota exclusivamente para refrendar, para aplaudir una sistema injusto de privilegios, de aristocracias.

Quien fomenta el odio son los manipuladores del lenguaje, los que nos quieren convencer con palabras de la inocencia de M. Rajoy y de la culpabilidad de Carles Puigdemont

Quien fomenta el odio es quien asegura que la independencia de Cataluña sólo se puede debatir en las Cortes españolas como si no se supiera que la mayoría de los ciudadanos españoles y sus representantes están en contra y siempre lo estarán. Quien fomenta el odio es quien amenaza con utilizar el ejército, quien insulta a nuestra inteligencia haciéndonos creer que la independencia es imposible sin derramamiento de sangre, que la independencia es imposible simplemente porque los que se benefician del sistema colonial han dicho que es imposible y harán lo imposible para que sea imposible. Quien fomenta el odio es quien quiere expoliar los museos de Catalunya y quiere destruir la unidad y la normalización de la lengua catalana. Quien fomenta el odio es quien quiere controlar tevetrès y los medios de comunicación de la Generalitat para que el viento sólo sople de un lado, para que la prensa sea unánime y adiestrada de Huelva en Cadaqués, quien fomenta el odio es quien quiere destruir el modelo de convivencia de la escuela catalana y meter el miedo en el cuerpo a los maestros y profesores, quien intimida a los que discrepan de esta Constitución y de esta democracia aunque, por este motivo, no sean en nada contrarios al constitucionalismo o al sistema democrático. Al contrario, ya que demuestran con los hechos que son auténticos demócratas y defensores de la ley y el orden.

Quien fomenta el odio es quien quiere controlar tevetrès y los medios de comunicación de la Generalitat para que el viento sólo sople de un lado

Quien fomenta el odio es quien pretende ser juez y parte, quien juega con las palabras desde un tribunal, como si la población fuera tan corta que no viera por sí misma lo que es violencia y lo que no lo es, que no viera que la sedición y la rebelión no han sido nunca la estrategia del independentismo. Quien fomenta el odio es quien afirma que las palizas de los gallos de la ultraderecha española son el ejercicio del derecho de manifestación pero que, en cambio, los pacíficos manifestantes independentistas congregados frente del Departamento de Economía cometieron delitos. Quien fomenta el odio es quien intenta provocar reiteradamente a los participantes de la revolución de las Sonrisas al conflicto civil, a los varapalos, a responder al odio con más odio aún. A responder a su cinismo con indignación airada. Como cuando Xavier García Albiol proclama “a por ellos” haciendo de poli malo mientras que Miquel Iceta quiere hacer de poli bueno, diciendo que no podemos resolver la actual situación a trompazos, como si él y el PSC no fueran cómplices de la represión policial, de la suspensión ilegal de la autonomía, como si los trompazos no fueran imputables sólo a un solo bando. Ahora, para terminar de fomentar la paz y la armonía, el buen rollo y la convivencia, los del partido socialista acaban de decir que si el independentismo gana las elecciones se podría mantener indefindidamente la aplicación fraudulenta del artículo 155, que en ningún caso faculta al Gobierno de España para hacer lo que está haciendo con el método de los hechos consumados. No conseguirán mi odio, sé muy bien que es lo que buscan incansablemente, pero sí les puedo conceder desprecio, una sonrisa burlona. Con tantas mentiras, con tanto odio, con tanta arrogancia, con tan mala cara como gastan, nunca, nunca lo conseguiréis. Cuando dejen de soñar despiertos quizás se darán cuenta que han perdido.