Este medio día, mientras veía en la televisión la comparecencia de Mariano Rajoy, me han ido brotando comentarios, combinando derecho, indignación y política. Ahora, más abajo, algo editados, los recompongo, pero quiero mantener su tono epigramático. Con una cuádruple introducción, muy breve:

1) La enésima apelación de Rajoy al sentido común, como si fuera la única regla, el alfa y omega de la vida. Ninguna alusión ni al diálogo ni a la política, sólo a su escuálida noción autoritaria y arbitraria de ley, noción muy poco conceptualizada, pero claramente manifestada en la práctica.

2) Restablecimiento de la legalidad en Catalunya. La legalidad se rompió con la sentencia del TC que dinamitó el Estatut (STC 31/2010), por obra y gracia de una campaña catalanofóbica impulsada por el Partido Popular, de la mano de Rajoy. Me da la impresión de que no se refería a eso.

3) Restablecer la concordia y la vinculación de Catalunya con España. Sería la primera vez que un golpe de estado palatino —como calificar sino la andanada de este sábado— restaure la concordia y, además, actúe sobre los sentimientos. Dando por hechas dos cosas: que no había concordia —cosa que todo el mundo podía ver en las calles de nuestras ciudades y villas y que, sin embargo, nadie ha visto— y que Catalunya se había marchado o se estaba marchando. Pequeña traición subliminal.

4) Hay que tener un dintel ético en el sótano para afirmar, insidiosamente y como de paso, que las legítimas autoridades de CAT son las que quieran el artículo 155. Recuerda a aquello de que cree el ladrón que todos son de su misma condición

La legalidad se rompió con la sentencia del TC que dinamitó el Estatut, por obra y gracia de una campaña catalanofóbica impulsada por el Partido Popular

Empezamos:

Si todo pasa por hacer elecciones, ¿se llevarán a cabo con los mismos partidos y sin restricción de programas ni de candidatos? ¿O creen que el 155 es un bálsamo beatífico que curará las almas de los catalanes abducidos, por cierto, varios millones, y triunfará el sentido común marianista? ¿Se modificará a ley de partidos o, visto lo que hemos visto, con la vigente, se producirá una poda, digamos, electoral?

Así, el objetivo político es reponer para siempre la unidad de España con el entusiasmo de los catalanes y de sus autoridades. El 155 opera como la medicina de la españolidad. ¿Cómo? Destitución del Govern legítimo, gobernando desde Madrid, amordazando el Parlament, incluso con veto monclovita. Clima idóneo para convocar elecciones en un plazo máximo de 6 meses. Por cierto, ¿no han hablado de prórroga? Es decir, si en 6 meses no se arregla el problema, ¿aplicarán el doble de 155, el 310? No existe, cierto, pero lo aplicado hoy, tampoco.

Todo eso comportará una lluvia de recursos de constitucionalidad y de amparo por parte de los ciudadanos (estos, quizás, por millones), pues ni los artículos 9 (interdicción de la arbitrariedad), 23 (participación en los asuntos públicos y elecciones), 24 (tutela judicial efectiva), ni 106 de la Constitución están suspendidos ni se pueden suspender.

En este contexto, para acelerar la concordia y la revinculación de Catalunya con España, TV3 y Catalunya Ràdio serán intervenidas, afectando nuevamente a las libertades de información, de expresión y de creación (art. 20 de la Constitución), derechos que no están ni pueden estar suspendidos, salvo el caso de un estado de excepción todavía no proclamado.

A ojos de los guantanameros de plantilla, destituido el Govern de la Generalitat de Catalunya, sus miembros perderían el aforamiento ante el Tribunal Superior de Justicia catalán. Eso quiere decir que, con la interpretación, por ahora provisional, que se ha hecho en la Audiencia Nacional sobre sus competencias, planteamiento afinado por el fiscal general del Estado, nuestros representantes irán a parar al tribunal central que tiene la sede en la calle García Gutiérrez, 1 de Madrid, aunque se entre por Génova, justo delante de la sede estatal del PP.

También ha quedado claro que, para el régimen, la Constitución es un puro instrumento que, cuando no sirve, se tira a la basura

De una vez por todas, han quedado claras dos cosas. Qué es lo que entiende por garantías el marianismo —apoyado debidamente por la partitocracia del régimen—. En segundo término, también ha quedado claro que para el régimen, la Constitución es un puro instrumento que, cuando no sirve, se tira a la basura. La norma que vale, la norma de oro, es la unidad de España. Debido a esta verdad incontestable, aunque sea ir contra las sentencias del propio Tribunal Constitucional (STC 42/2014), se declaran fuera de ley doctrinas disolventes de la unidad de España como el independentismo. Al tiempo.

Para postre, parece que la querella por rebelión está en marcha. Curiosa rebelión que, como la sedición —de la que ya me he ocupado sobradamente aquí— también requiere levantamiento público y violento, según establece el artículo 42 del Código Penal vigente —importante eso de la vigencia—. Ni levantamiento ni violencia hemos visto por estos lares.

¿Qué hacer en este contexto? Primero, principal y permanente: mantener el músculo cívico y popular activado, dispuesto a hacer frente a desafíos mucho más importantes que las proezas llevadas a cabo hasta ahora y afrontarlos también, como hasta ahora, con métodos no violentos.

Después toca a las instituciones actuar. En un primer momento, no sería mala idea impugnar la admisión a trámite de la petición de Rajoy en el Senado. ¿Base de la impugnación? A modo de ejemplo, lo que dice la solicitud de medidas del 155 nada ver tiene con el 155: es un fraude de ley. En segundo término, si esta impugnación fallara, el president tendría que ir al Senado. No a dar cumplimiento a una previsión constitucional, sino, aprovechando la ventana mundial que tendrá, exponer, en el sentido que lo hizo en el Parlament el 10 de octubre, por qué estamos donde estamos. Y finalmente, y no necesariamente por este orden, de todas todas, convocar elecciones. Parece, por lo que hemos oído, que eso no paralizaría nada. Si fuera así, veríamos qué diría la opinión publica occidental, especialmente qué dirían de Rajoy los colegas europeos y de la OCDE.

P.S.

Hay que agradecer una vez más al Partido Socialista Obrero Español y a su, por lo que se ve, marca, en Catalunya, el Partit dels Socialistes de Catalunya, el cumplimiento de sus promesas. La última, sobre la aplicación del artículo 155, negativa en redondo que abría la portada de El País del 7 de julio pasado, aún no han pasado ni diez semanas.

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