Han pasado solo tres días y parece que esta pesadilla empezara hace semanas. En tres días han sucedido muchas cosas y necesitaremos tiempo, mucho tiempo, para digerirlas todas. ¡Es que esto que ha pasado es muy bestia!

Mañana es lunes y mucha gente vuelve de vacaciones, coincidencias que servirán para que poco a poco la sociedad empiece a hacer aquello que le llaman "volver a la normalidad". Sin saber exactamente qué es la normalidad y que quizás no deja de ser aquel deseo que tenemos de que todo vuelva a ser como siempre había sido.

Vienen días en que aumentará la guerra política y mediática para reconducir la situación a favor de viento. Si ya hemos visto cosas inauditas, todavía veremos muchas más. La mezquindad es infinita. Y esta es la idea y la reflexión que querría compartir con usted, pero en este caso alejada de la política y del periodismo.

Momentos como los que hemos vivido sacan lo mejor y lo peor de las personas. En los momentos de gran tensión es cuando surgen los líderes y se diluyen los desbordados y cuando aparecen las buenas y las malas personas. Y buenas personas hay muchas, muchísimas. Pero también hay malas. Muy malas. En el mismo momento en que la gente llevaba comida y agua a los coches atrapados en los atascos provocados por la operación Gàbia, otros aprovechaban el caos para llevarse jamones de la Boqueria.

Apartado especial para los creadores de rumores y para los que los hacen correr. Es un tema que me apasiona: la zona cero del rumor. ¿Cómo nacen? ¿Quién los crea? ¿Por qué? ¿Cuál es su objetivo? Estos días todos hemos recibido un Whatsapp que decía que el cuñado de un amigo de una madre de la escuela donde va la hija mayor de una compañera de spinning conoce a la madre de un mosso que le ha dicho que atentarán no-sé-dónde. Y, quien más quien menos, lo ha reenviado. Y en algunos casos, obviando toda la primera parte y diciendo que quien conocía a la madre del mosso éramos nosotros.

Me fascina la necesidad que tienen algunos de crear rumores y la facilidad que tienen para esparcirlos. ¿Qué buscan? ¿Qué pretenden? Me fascina, pero no los entiendo. En cambio entiendo perfectamente, pero no me fascina nada, la actitud de quien los rebota y los amplía. Los entiendo porque es una reacción humana aprovechar la catarsis para tener nuestros 5 minutos de gloria ante nuestros contactos de Whatsapp (no, yo, es que conozco gente y sé cosas). Pero también es una reacción humana coger los mejores trozos de carne rebozada de la bandeja y la mayoría hemos sabido establecer un mecanismo de control que evita la mala educación. Con una diferencia, extender estos rumores no es un juego de niños. Crean angustia innecesaria en mucha gente y, sobre todo, complican el trabajo de los cuerpos de seguridad. ¿Lo hacen sin malicia? Seguro, pero los efectos son terribles. 

No sabemos exactamente qué es la normalidad, pero empezaremos a volver a ella. Lo necesitamos. Y seguiremos conviviendo con los buenos y los malos. Con la esperanza de que los malos algún día paguen por lo que han hecho. Porque, a veces, los buenos tendrían que poder ganar.