"No puedo ni quiero". Ha sido la excusa de Mariano Rajoy para negarse a sentarse en una mesa y afrontar la situación catalana.

"No puedo ni quiero" quiere decir, sencillamente, "no me da la puta gana, desgraciados". Porque al final es eso. Ni puedo ni quiero porque si yo acepto que tú tienes derecho, ni que sea a sentarte conmigo para hablar de posibles soberanías, estoy reconociendo que tú tienes derecho a tener soberanía y, por lo tanto, eres sujeto político. Y tu no lo eres ni lo serás nunca.

Y efectivamente cuando no ves al otro de igual a igual sino como alguien que es tuyo, de soberanía ni hablar. Es aquello de "tu –Catalunya– eres mía para siempre, aunque no lo quieras. Y si quieres tener el derecho de decidir dejar de serlo, la decisión también es mía. ¿Por qué? Porque eres mía".

Hace un par de años tuve una larga conversación con uno de los periodistas de Madrit (concepto) más famosos por su beligerancia enfermiza contra el procés, sobre todo en público. Me explicaba que el gobierno español había llamado a una persona que había trabajado de asesor para varios presidentes sudamericanos. Querían saber cómo veía el tema catalán. Este personaje les dijo que la solución era permitir un referéndum donde ganaría el no. Eso cerraba la cuestión como mínimo para una generación y le daba a Rajoy una fuerza electoral imbatible porque 1/ movilizaba el nacionalismo español y dejaba sin discurso al PSOE y 2/ lo presentaba como el estadista que había resuelto la situación. Y el periodista me dijo: "eso es lo que tendríamos que hacer". No conseguí que me dijera la razón por la cual se negaban a hacerlo, hasta que le dije: "el tema es la soberanía". Y se acabó la conversación. Pues sí, parafraseando la famosa expresión: "Antes caótica que soberana".

Por eso es tan importante lo que está pasando en las izquierdas catalanas agrupadas en torno a los comuns. Por eso es tan importante cuando Albano-Dante Fachin (Podem) dice que quiere votar y quiere votar que no. O cuando Joan Josep Nuet fue a declarar al TSJC y le dijo a la jueza Alegret: "No soy independentista, soy demócrata". Porque defienden la unidad de España, pero desde el reconocimiento de la soberanía de los catalanes para decidirlo.

Por eso partidos como el PSC o los líderes más encendidos de Iniciativa desvían el discurso hacia las garantías. No, no, no es un problema de garantías sino de soberanía. Deme la soberanía y después usted y yo ya hablaremos de garantías. Dicho de otra manera, deme la lubina y después ya hablaremos del plato donde la servimos.