Bien, esta afirmación del título no es del Supremo, pero seguro que lo piensa. Y si no lo piensa, no sufra, una llamadita y solucionado.

Plas, plas, plas, ovación de gala para el Tribunal Supremo que, por fin, ha puesto un poquito de orden en este desafío permanente de quién no cumple la ley escondiéndose detrás de la demanda antidemocrática de pretender votar.

Sí, porque mientras un montón de sediciosos se pasan el día vulnerando la legalidad (urna arriba, urna abajo), hay honrados y rectos representantes públicos que trabajan para dignificarla. La legalidad, quiero decir. Y por eso se ha decidido no admitir a trámite la querella contra el ex ministro Fernández Díaz y el ex jefe de la Oficina Antifrau por aquella simpática conversación conocida como el encuentro de "les hemos destrozado la sanidad".

No hay nada más ajustado a la legalidad que el ministro del Interior de un Estado charle con un juez nombrado específicamente para combatir la corrupción para ver como pueden fabricar pruebas falsas para acusar a otras personas. Es la ley en estado puro.

En un Estado de Derecho inspirado e iluminado por una sacrosanta ley divina denominada Constitución, la normalidad es que se produzcan supuestas conversaciones como esta que lo adjunto a continuación:

  • ¿Qué, vamos a por ellos ya de una santa vez?
  • No tenemos nada, pero mi cuñado sabe hacer funcionar el photoshop. Hizo un cursillo por correspondencia y le regalaron uno de "Aprenda a tocar la guitarra como los ángeles".
  • ¿La guarda?
  • No, se la vendió...
  • Hablaba de la guarda, referida a los ángeles. No de la guitara. Pero da igual, que me prepare unas cuentas falsas en Suiza, Liechtenstein e Islandia...
  • ¿Islandia es un paraíso fiscal?
  • No, pero en Húsavik, un pueblecito de 2 mil habitantes, hay un museo del pene...
  • ¿Perdón?
  • De todo tipo de animales. Marinos y terrestres. Incluido el de Paul Arason, amigo del director del museo. Se lo amputaron una vez muerto. En total hay cerca de 300.
  • Ministro, me permite que le diga que no estoy entendiendo nada.
  • ¿Has entendido de que es el museo, verdad? ¿Quiero decir, que sabes que exponen?
  • Sí...
  • Pues por allí mismo está por donde me paso yo la ley.
  • ¿Puedo yo también?
  • Por eso te he hecho venir!!! Y ahora, si me permites, voy a reservar ya las portadas para mañana y a decirles cómo quiero que titulen. Me gusta el olor a independencia de los medios por la mañana!!! Ah, y tráeme una agua con gas...

Por lo tanto, es evidente que, como dice el Supremo, aquí no se ha cometido ninguna ilegalidad. Al contrario, la ilegalidad es de quien le fabrican informes falsos y no presenta ninguna prueba para desmentirlos. Alguna cosa deben tener a esconder si hacen eso...

De la misma manera que en aquella grabación que usted, un servidor y todo el mundo escuchó, sí, se dicen algunas cosas que quizás chirrían, pero son interpretaciones afinadas de una realidad que no siempre es la que parece. Usted cree que escucha unas cosas, pero resulta que lo que se está diciendo realmente son otras. ¿No será que usted también tiene alguna cosa que esconder? Si me hace el favor, ahora cuando acabe de leer eso, comprobaremos sus datos, por si las moscas.

En resumen, ¡Basta ya de politizar la justicia! ¿O era judicializar la política? ¿Judicializar la justicia? ¿Quizás era politizar la política? Bueno, ahora mismo no le sabría decir. Es igual, dejen trabajar conjuntamente al Estado consigo mismo para que aplique la ley de la mejor manera posible. De la mejor manera posible para el Estado, naturalmente.

Porque la ley merece tanto respeto que no se puede dejar en manos de según quien. Y menos en manos de jueces que pretendan aplicarla según su criterio.

¡Viva la separación de poderes!

¡Separemos el poder judicial de la justicia!

Totalmente!!!