Retrocedamos dos meses. Imagine que entonces le dicen que un PSOE totalmente roto hará presidente a Mariano Rajoy y que el PSC se desmarcará. ¿Qué, se lo cree?

El PSC del reafirmado Iceta ha tomado, posiblemente, la decisión soberana más importando de su historia. Y lo ha hecho en el momento en que en su interior ya no tiene ninguno de los dos sectores que, históricamente, más se afanaron por marcar perfil propio frente el PSOE: ni el catalanista gerundense, ni el sector Sant Gervasi.

O sea, el PSC más baixllobregatiano de la historia ha sido, al contrario de lo que muchos podrían haber apostado, el que ha acabado haciendo posible aquello que mucha gente le ha estado reclamando al partido durante mucho tiempo y que el aparato del partido ni quería oír hablar.

Y una vez hecho, ¿qué? Pues tengo la sensación de que parece que no haya pasado mucha cosa. Sí, que votaron diferente y después, páselo bien. Y, sí, ya sé que ahora usted quizás me dirá que ha sido una maniobra coyuntural y que no hay para tanto: pues mire, creo que sí, que hay.

Entre un PSOE más Partido Socialista Andaluz que nunca y un federalismo 2.0 con todos los matices que usted quiera, el PSC ha optado por la segunda opción. Entre un partido antiguo y lleno de caspa y un intento de construir un partido más federal y también más rejuvenecido, el PSC ha optado por el nuevo régimen.

Que sí, que sí, que ya sé que ahora usted me dirá que no tenía ninguna otra opción estratégica de futuro ante una Ada Colau que sigue construyendo su marca y su discurso. Pero si Iceta ha tomado esta decisión es porque ve claro que ha habido un movimiento significativo del eje nacional. Y si Pedro Sánchez, el nuevo héroe de las bases, ha acabado diciendo que Catalunya es una nación, es porque alguna cosa está pasando. Que sí, que la sombra de Podemos es muy alargada y hace hacer cosas extrañas, pero las cosas, cuando pasan, y las coyunturas, cuando se dan, hay que aprovecharlas. ¿Después será un nuevo "apoyaré"? Pues cuando lo sea, si lo es, ya hablaremos. Mientras, todo el viento a favor tiene que ser bienvenido.

Es necesario e importante que el tercer grupo parlamentario del país y que gobierna en las cuatro capitales catalanas cierre filas con la mayoría de la sociedad catalana que quiere votar. Y que la suma de 99 de los 135 diputados vaya a Madrit (más concepto que nunca) a decir: "miren, aquí hay unos que queremos votar que sí y hay otros que queremos votar que no, pero queremos votar. Ahora ustedes escojan como lo quieren hacer eso. O de buen rollo o le damos al tema sin manías. Lo que prefieran".

Si queremos hacer un castell de 10 sólo con el folre de Junts pel Sí y la CUP, lo tenemos jodido. Nos hacen falta unas manillas. Y estas manillas son el PSC y Catalunya Sí Que Es Pot. Después, los unos defenderán que tiene que ser un tres y los otros que tiene que ser un cuatro, pero hagámoslo de 10. Y descarguémoslo.