Días muy complicados para los progres presumidos, los que se miran en el espejo y se gustan, los que se escuchan y a los que el tiempo les ha pasado por encima. Y, lo que es peor, todavía no lo saben.

Ayer hubo elecciones en Alemania y la ultraderecha se ha convertido en la tercera fuerza política. I esto preocupa, y mucho. A todos. A los progres presumidos también. Pero tienen un problema. Grave. Ellos. Los presumidos. Esta ultraderecha que ha hecho mella en Alemania es, poco más o menos, la misma que estos días es la imagen del unionismo en las calles de BCN y este domingo en Zaragoza. ¿Estoy diciendo que el unionismo sea de ultraderecha? No.

Lo que estoy diciendo es que quien se ha apropiado del discurso unionista en la calle han sido grupúsculos ultras absolutamente minoritarios que van por el mundo agrediendo a gente, lanzando proclamas nazis y gritando consignas violentas. Grupos partidarios del 'no', pero que se han apropiado de él para tener una excusa que justifique sus acciones. Y si yo fuera el Estado me preocuparía mucho. Porque, si cada vez que en BCN hay una mani a favor de la unidad de España, quienes salen son estos, qué imagen, Dios mío (y Alá, y Yahveh, y Jehová, y Buda, y Krishna, y Brahma, y Jah, y el Espagueti Monster, y todo el resto).

Pues bien, estos progres presumidos que se muestras tan preocupados por los resultados electorales de los ultras alemanes que les hacen grandes portadas, resulta que no dan ninguna importancia a los ultras de casa. Y por este motivo eliminan de sus portadas la agresión a la presidenta de las Cortes de Aragón, después de un asedio de horas a varios parlamentarios. No quiero ni imaginar la portada de los progres presumidos si un indepe hubiera agredido, no ya a una presidenta de Parlamento autonómico, sino a una margarita de un prado del Pirineo. Pero para los progres por el 'no', hay ultras buenos y ultras malos. Y los suyos son los buenos.

¿Qué les pasa? ¿Por qué esta diferencia? Pues porque para ellos, la sagrada unidad de su España está por encima de todo. Lo único importante es su España antigua, la de boina soldada hasta las cejas. La España de la que se han apropiado porque representa y defiende sus intereses particulares y los de su casta. La España que está dejando perpleja a la otra España, la España moderna que no da crédito a lo que está pasando y que de momento es una minoría.

Y si al final los ultras son ahora mismo la imagen de esta España que defienden orgullosos los progres presumidos, baah, tampoco pasa nada. Son buenos chicos. Quizás un poquito atolondrados, sí, pero no tienen mala fe. Y lo hacen por una gran causa. Ah, por cierto, y si para frenar a los indepes hay que vulnerar algunos derechos, tampoco pasa nada. A ver, si se cierran páginas web, si se viola el correo, si se prohíben reuniones, si se limita la libertad de expresión... qué le vamos a hacer. Son detallitos sin importancia necesarios para el objetivo final, que consiste en que no se mueva nada.

Y, como todo el mundo sabe, no hay nada más progre que luchar para que nada se mueva.