Este fin de semana, ahora y aquí, el referéndum vuelve a ser tema. No está claro que la CUP vote los presupuestos y los dos partidos de Junts pel Sí recuperan la consulta como argumento preelectoral. Porque quizás esta primavera la urna nos altera.

Este fin de semana, ahora y allí, en Madrit (concepto), el referéndum vuelve a ser tema. No está claro que Rajoy pueda (ni le interese) mantener la debilidad parlamentaria y, de cara a unas posibles elecciones primaverales, sabe que pasear este tema para negarlo le da votos.

La olla hierve y los medios encargan encuestas a ver qué. Según la de La Sexta hecha pública ayer, el 45% de los españoles está a favor de que en Catalunya se celebre un referéndum y el 53% en contra (sí, sí, lo ha leído bien). Ahora bien, el 60% cree que tendrían que votar todos los españoles, frente un 26% que cree que sólo lo tendrían que hacer los catalanes. O sea, mirado en positivo, sería que 2 de cada 4 españoles están a favor del referéndum y que 1 de cada 4 cree que sólo tendrían que votar los catalanes.

En cambio, hecha la pregunta en Catalunya, un 60% cree que a la consulta sólo tendrían que participar catalanes y un 33% que tendrían que hacerlo todos los españoles. O sea, mirado en negativo, uno de cada 3 catalanes cree que tendrían que votar a todos los españoles.

La encuesta de El Periódico de hoy tiene varias lecturas, pero las cifras son las que son. Y es evidente que la visión negativa tiene que girar mucho el argumento para poder conseguir el objetivo buscado. Mírese el titular:

Pero si miramos las cifras, tanto la división de los catalanes manifestada en el titular como este subtítulo del "no" que no llega al 50%, son argumentos que soportan perfectamente el efecto calcetín.

Por ejemplo: un 84,6% de los catalanes estan a favor del referéndum independentista donde el "no" llegaría a duras penas al 40%:

Por cierto, que en la versión catalana desaparece el 35% de la columna del azul oscuro...

Interesante también el dato sobre posibilidad de llegar a un acuerdo:

Y la opinión que los encuestados tienen sobre la calidad democrática de España, en un país normal haría caer la cara de vergüenza a quien afirma que, precisamente, los no demócratas son los otros...

Y en medio de todo eso, una idea que soltó ayer Soraya Sáenz de Santamaría en BCN y que demuestra que los argumentos son tan de goma que lo aguantan todo: "Si en una comunidad de vecinos los del sexto deciden solos, lo que estará fenomenal es el ascensor y lo que menos el portal. Si decidimos todos, tendremos un buen ascensor y un buen portal". Y tiene razón. Bien, si el debate fuera "como mejoramos el funcionamiento de la comunidad". Lamentablemente para la consistencia de la aportación, el debate no es este sino que el vecino del sexto quiere marcharse porque está harto de vivir en este edificio y el administrador dice que eso tienen que votarlo todos los vecinos.

Y ahora permítame que le explique lo que me dijo, en una conversación privada, un conocido periodista de estos que grita mucho en las tertulias políticas de las cadenas privadas españolas. Un importante asesor de varios presidentes y gobiernos sudamericanos fue a Madrid para reunirse con personajes del mundo político y les dio su receta para solucionar el Proceso. Su consejo fue que convocaran el referéndum y votando sólo los catalanes. Por qué?: 1/ saldría que no, 2/ este no "solucionaría" el tema catalán para una generación y 3/ Rajoy aparecería como el hombre que solucionó el eterno conflicto, cosa que sería un rédito electoral insuperable.

¿Problema? Parafraseando aquella famosa frase de Bill Clinton en la campaña electoral de 1992 que decía "es la economía, estúpido" como manera de señalar cuál era el tema de verdad, la cuestión se resume en un "es la soberanía, estúpido".

Para el nacionalismo español, basado históricamente en la imposición y no en el diálogo ni en la seducción, ofrecer la soberanía es impensable. Aunque hacerlo le sea favorable. Usted, el del sexto, se queda a vivir aquí. Le guste o no. Usted, el del sexto, a hablar del ascensor y del portal y no de la mudanza, aunque al final se quede.

En cualquier país democrático normal, los problemas se solucionan como el asesor aconsejó, sabiendo cuáles son tus cartas y jugándolas con valentía. El complejo de inferioridad nacional español, que tradicionalmente han superado como lo hacen los se sienten inferiores, o sea, tirando por elevación, no puede permitir la bilateralidad. Aunque sepan que pueden salir ganadores. Porque les puede el temor, el miedo y las dudas. Y últimamente hay demasiados ejemplos que demuestran que los referéndums los carga el demonio. Y las encuestas citadas confirman que hay posibilidades de aquí el demonio pueda hacer de las suyas.

Por lo tanto, una vez más vamos a parar al mismo sitio: ¿referéndum pactado? ¿Muy bien, pero con quién?