Ignacio Pato ha explicado en playgroundmag.net una de aquellas historias que, y disculpe que hable de mí, me apasionan. Por como gira la historia, por como gente anónima a veces hace cosas sencillamente geniales, por como a pequeños héroes desconocidos se les acaban reconociendo sus acciones y porque es una historia humana de la que tendríamos que aprender.

Observe este vídeo:

¿Sorprendiente, verdad? No es muy normal que un jugador haga eso. Y como no lo es, durante años, a falta de ninguna otra explicación, esta imagen fue vista por los blancos con el paternalismo de aquello del "pobres negritos, mira qué gracia, no se saben el reglamento y chutan cuando no toca".

Pues no. Resulta que detrás de este chut fuera de lugar está un momento de lucidez brutal que salvó la vida de varias personas.

Pero, situémonos. La imagen es del partido Brasil-Zaire del mundial de fútbol de 1974. Quedaban 5 minutos para el final del partido y los cariocas ganaban 3-0. El jugador que chuta la pelota con toda el alma es Joseph Mwepu Ilunga. ¿Por qué? ¿Qué le impulsó a hacerlo?

Zaire era la primera selección subsahariana que jugaba un mundial y había perdido 2-0 contra Escocia y 9-0 contra Yugoslavia. Dos derrotas y, sobre todo, 11 goles en contra. Demasiada humillación para Mobutu Sese Seko, sanguinario dictador del Zaire.

Y así fue como horas antes del partido. Mobutu hizo llegar un mensaje muy claro a los jugadores: "eso que estáis haciendo es una vergüenza nacional. Si a la vuelta queréis seguir vivos, Brasil no os tiene que marcar más de tres goles" (le recuerdo que en el vídeo estamos en el minuto 85 de partido, que Brasil tenía una falta muy peligrosa a favor y que el resultado era de 3 a 0).

Ante esta situación, Joseph Mwepu Ilunga decidió hacer lo posible para evitar que Brasil marcara ningún otro gol. Y una de las cosas que se le ocurrió fue esta.

Al final, Brasil no marcó y Mobutu no los asesinó. Aun así, las autoridades del país los repudiaron e hicieron lo posible para destruir su vida. Unos cuantos de aquellos jugadores de aquel equipo murieron en la indigencia y otros tuvieron que huir del país, acabando en campos de refugiados. Joseph Mwepu Ilunga murió el año pasado.

En un momento de una postverdad que es la mentira y la manipulación de toda la vida pero con un nombre moderno, de quedarnos sólo en el titular no siempre cierto y de opinar en base a él, de descalificar los otros por lo que creemos que dicen y no por lo que dicen de verdad, este ejemplo es sensacional.

Viendo la actitud del señor Joseph Mwepu Ilunga, la reacción cómoda, fácil y sencilla es tratarlo con la injusta suficiencia que quien nos creemos que estamos en posesión de la verdad absoluta. Cuando la reacción lógica tendría que ser intentar entender los motivos por los cuales alguien hace eso. Cuando lo que tendríamos que hacer es cuestionarnos que lo que observamos a simple vista quizás no es del todo cierto, o puede tener una causa que desconocemos y que lo explica.

Llegar a la verdad es muy difícil porque la verdad absoluta no existe. Pero si dedicáramos unos instantes a mirar más allá de nuestra nariz, quizás descubriríamos que hay un montón de personas como Joseph Mwepu Ilunga que hacen las cosas por algún motivo que desconocemos y que juzgarlos por lo que nosotros suponemos es temerario.

Aunque sea para evitar quedar en ridículo cuando se acaba sabiendo la verdad...