Hola, ¿qué tal? ¿Me permite una pregunta? ¿Usted es un nacionalista español radical extremista (y xenófobo)? Sí, pues si es tan amable, siga leyendo porque esta humilde pieza está dedicada a usted. Si no lo fuera o fuese, puede saltarse las próximas letras juntadas.

Ya sabemos que, como buen nacionalista español radical extremista (y xenófobo), sus objetivos ahora mismo son los Mossos, los maestros y TV3. En los últimos dos casos, con el nexo de la lengua, una cuestión que le inquieta más que haber sido incluido en un chat de whatsapp llamado "antiguos compañeros de clase". Usted y los suyos argumentan que "controlando" estas tres cosas, se ha acabado el independentismo y entonces este será el país perfecto para los catalanes de bien que, por supuesto, son usted y los suyos.

Pero antes de intentar el asalto final, los nacionalistas españoles radicales extremistas (y xenófobos) necesitan ablandar a la opinión pública a la que intentan manipular llanzándoles sin descanso una variedad de afirmaciones que, si las hiciera Pinocho, no habría bastante madera en el planeta para poder construirle la nariz resultante.

Porque claro, el nacionalismo español radical extremista (y xenófobo) tiene un problema. Grave. Miles de personas normales y no adoctrinadas han venido a Catalunya desde cualquier punto de España y han visto la realidad. Terrible. Mucho. Resulta que a estos ya no puedes engañarles más porque saben la verdad. Y para un nacionalista español radical extremista (y xenófobo) que quiere imponer su relato de ficción no hay nada peor que la verdad. La verdad para estos personajes es como los ajos para el conde Drácula, la humildad para Carlos Herrera, la comida sana y el deporte para Homer Simpson, la música para la tuna o la cebolla en la tortilla de patata.

Por lo tanto, se confirma como cierta aquella frase de toda la vida según la cual el nacionalismo español radical extremista (y xenófobo) en relación en Catalunya se cura viajando. Concretamente a Catalunya.

Viaje hombre (y mujer), viaje. Venga y observe. Y aguce el oído. Ya verá qué sorpresas más bonitas se lleva. Comprobará que hay ministros de Exteriores españoles que efectúan afirmaciones a medios franceses sobre la realidad en las escuelas catalanas que son tan ciertas como la solvencia de la política antiincendios de la Xunta de Galicia. Se dará cuenta que lo que excretan sobre la realidad catalana los diarios de papel y los articulistas de Madrit (concepto que en este caso llega hasta el Besòs) se parecen a la realidad como la fiscalía a Montesquieu. Y confirmará que lo que explican las cadenas de TV españolas ha provocado que los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen hayan tuiteado desde la tumba: "Paren, por favor, no podemos superarlos".

Ah, por cierto, en caso de que presente la misma patología pero resulte que vive aquí y, por tanto, conoce la realidad, vaya al médico. Quizás es un virus, que dice que ahora hay una pasa.