Esta mañana he ido a la presentación de la llamada Ley del Referéndum en el auditorio del Parlament. Y se supone que ahora tendría que estar explicándole el ambiente que hemos vivido allí, las reacciones de los partidos unionistas, que a la misma hora ofrecían su versión justo en el piso de arriba de la sala donde diputados y periodistas pasábamos un cierto calor, y los comentarios que hacían varios diputados sobre el Caso Baiget. Pero resulta que por la tarde, en el programa Estat de Gràcia (Catalunya Radio) he coincidido con Albert Calatrava, corresponsal de la casa en Madrid. Y Albert ha explicado la actitud del Gobierno sobre el acto de hoy en particular y sobre el "tema" en general. Y se podría resumir con una onomatopeya: "¿Eing?".

En misa y repicando. Me he jugado un guisante que la Fiscafina (la Fiscalía que afina) acabará diciendo alguna cosa sobre el acto de esta mañana, o sobre el de la tarde, o sobre los dos. Como lo dijo cuando el Gobierno intentó licitar las urnas. Ahora veremos si lo gano o no. Pero si no es por eso será por otra cosa. La firmeza legal es implacable, pero coincide con una laxitud política tan sorprendente como desconcertante. Ya pasó el 9-N. Todo el mundo los avisó, incluida su gente, la gente del PP en Catalunya: "Ojo, que eso va de veras". Y no se lo creyeron. Y al final acabamos viendo la mítica escena del ministro de Justicia compareciendo con un micro comprado a toda prisa en un chino y enganchándolo con cinta adhesiva. Terrible. Una imagen que lo explicaba todo.

Y ahora vuelve a pasar igual. Se creen que habiendo quedado desierto el concurso de las urnas, ya está todo resuelto. Y lo piensan de verdad. Están convencidos. Cantan victoria sin darse cuenta de que una caja de zapatos de Roberto Dueñas (que es como de una tamaño grande) puede servir como urna. Y que el Proceso no se acaba porque ciertas empresas se retiren de una licitación. Pero lo piensan. Piensan que han matado al lobo.

Cuando vas a Madrit (concepto) y hablas con políticos y, sobre todo, con periodistas, te preguntan. Mucho. Y ponen cara de interés. Y algunos de preocupación. Y hay quien empieza la conversación con un "Oye, ¿tan grave está la cosa?". Oiga, pues venga aquí y pregúntelo a la gente. ¿O, qué pasa, hacemos como los niños, que para no escuchar una cosa que no les gusta se tapan los oídos y hablan en voz alta?

Y después, a la vicepresidenta del Gobierno le montan un despacho en la Delegación del Gobierno en BCN y una campaña de imagen y lo denominan "Operación Diálogo". Y ellos mismos se la desmontan porque se dedican a reunirse y a hablar consigo mismos de sus cosas.

Cuando tú tienes un problema y lo quieres resolver, no que se pudra, tienes que intentar saber qué piensan los otros. Y no hace falta que sean indepes radicales. Sirve cualquiera que tenga ojos y oídos y se dedique a observar y escuchar. Pero claro, charlar con quien piensa diferente quiere decir 1/ tener que oír cosas que quizás no quieres oír, 2/ aceptar que quizás la otra persona tiene parte de razón, 3/ tener que ceder en alguna cosa y 4/ ponerte a trabajar. Y el Gobierno no está interesado en ninguna de estas cosas. ¿Por qué?

Pues sobre todo porque esta situación ya le va bien electoralmente. El espantajo de Catalunya cohesiona a su electorado, le permite ocupar el espacio ideológico del votante españolista del PSOE y, sobre todo, le permite crearse enemigos. Ellos son los buenos y los otros son los malos. Y eso les da tantos votos que en un momento donde todos los gobiernos del mundo pierden el poder, el PP lo mantiene. ¿Entonces, por qué intentar solucionar un problema que les permite seguir gobernando?

El futuro de la patria que dicen defender no les importa. Y saben cómo será porque gente como Miquel Iceta, poco sospechoso de ser indepe, ya lo dijo la semana pasada en el Financial Times: "España y Catalunya tienen que llegar a un acuerdo lo más pronto posible porque un acuerdo hoy es más fácil de hacer que en 10 años. Y en 20 años, podría ser imposible". ¿Pero, qué les importa a Mariano y a Soraya lo que pase de aquí 20 años si ellos gobiernan hoy, verdad?

Pues eso.