Matinal-mediodía del sábado de Comuns en la Nova Jazz Cava de Terrassa. Con Xavier Domènech, Pablo Echenique, Marta Ribas y Marina Albiol. En la entrada nos han dado un ticket con derecho a una consumición. Y, como era aquella hora tan equidistante, una parte de la gente ha optado por la cerveza y la otra, por el café con leche. Los primeros lo han acertado porque al final del acto han aparecido patatas (muy buenas) y aceitunas (de aquellas amargas).

A diferencia del resto de actos de todos los partidos a los que hemos asistido hasta ahora, hoy ha sido imposible hablar con el candidato. ¿Por qué? Ahora se lo explico. Primero, el resumen visual de la cosa:

Bien, pues hemos intentando hablar con Xavier Domènech. Él nos ha dicho que ningún problema, pero que habláramos con prensa. Y prensa nos ha dicho que no. Cosas de la vida moderna.

Antes de esto, el candidato —que es de Sabadell— ha recordado aquella "Terrassa la Roja" que plantó cara al franquismo. Y ha hablado (muy bien, por cierto) del ex alcalde de la ciudad, Jordi Balart, que dimitió y rompió el carné del PSC. Según Domènech, este gesto le sirvió para mantener la dignidad de este partido socialista que ha optado por Unió y no por sus alcaldes progresistas.

Después de explicarnos que las encuestas no les dan buenos resultados porque con ellos siempre se equivocan, ha explicado la teoría de los dos bloques. Dos bloques que no saben nada de la realidad de Terrassa ni del mundo.

Hay dos partidos progresistas situados en cada uno de los bandos. El PSC está en el bloque de Ciudadanos, que es el de Aznar, que les da apoyo. Son los que atacan a la escuela pública, los que defienden las privatizaciones, recortan derechos a los trabajadores y defienden una precariedad que es una esclavitud. Y este bloque, el de Ciudadanos, vive de la confrontación con el otro bloque, que es el de la derecha y donde se ha situado el otro partido progresista, que es Esquerra Republicana, una formación que no se quiere hacer mayor.

Ha sido más o menos la misma argumentación que la usada por Pablo Echenique, presentado como "uno de los hermanos de la corona catalanoaragonesa". La diferencia es que él ha ofrecido una versión científica de la cosa, apoyándose en la teoría de la navaja de Ockham (en referencia al fraile franciscano Guillermo de Ockham), según la cual la explicación más simple de las cosas es la mejor y la más próxima a la verdad. Por lo tanto, el 21-D no hay siete papeletas sino dos: la de los frentes y la de la llave —que son ellos y que se ha convertido en el símbolo de su campaña.

Según Echenique, en un lado de los frentes encontramos a la República Unilateral del pasado mañana, con un Puigdemont que ha conseguido un pacto entre el PEDeCAT y la CDC de la corrupción y una Esquerra de quien no sabemos quien es realmente el candidato. El otro frente del lado de los frentes es el frente de Aznar. Lo forman "el partido naranja que se dedica a romper la convivencia en Catalunya y que, cuando se lo dices, les molesta mucho, porque saben que es verdad", la papeleta de Albiol, "que usa el manual de Marine Le Pen y de quien no hace falta decir nada más", y Miquel Iceta, "que un día baila y otro día se hace selfies con la extrema derecha". Del resto de ideas le destaco el concepto "un referéndum pactado es difícil, pero es más fácil que una república unilateral".

Después, a diferencia de lo que es habitual, detrás de las dos jefes de cartel han intervenido el resto de presentes en el escenario, Marina Albiol y Marta Ribas. Y, también a diferencia de lo que es habitual, después de ellas ha vuelto a hablar Domènech para decir, micro en mano y prácticamente fuera del escenario, que hay un millón de indecisos, y que hay que ir a convencerlos con la llave. Y cuando lo ha dicho ha sacado del bolsillo las llaves de su casa (dos) y las ha mostrado. Muchos de los presentes han hecho lo mismo y han empezado a hacerlas sonar.

Teniendo en cuenta la hora que era, ha parecido un llamamiento colectivo para ir a la barra a hacer el vermú. Y, viendo la cola que se ha formado, es evidente que la convocatoria ha sido un éxito. La de pillar este millón de votos indecisos, ya lo veremos.