Leo Messi ha colgado hoy en Instagram un vídeo de su hijo pequeño, Mateo, sentado en el asiento de detrás del coche y cantando aquello de "En Joan petit quan balla...". Aquí tiene el momento.

Sí, la imagen es muy tierna y bla, bla, bla, pero también tiene una carga política y social evidente. Y más en este momento. La carga que tenga realmente en origen o la que se le quiera dar, pero la tiene. Una carga buscada o no por Messi, pero que desde el momento en que el vídeo se ha hecho público, quiere decir que está asumida.

Leo Messi no cuelga ningún vídeo por casualidad. Si ha decidido que millones de personas de todo el planeta vean a su hijo cantando una canción en catalán y justo ahora, es por algún motivo. ¿Cuál? Ni idea. Quizás es tan sencillo como que le ha hecho gracia. Pero él y sus asesores saben que la imagen tendrá una gran repercusión y han decidido afrontarla. Vaya, que no les importa recibir las críticas de la posible hiperventilación radical que considerará un ataque a su nacionalismo español que el hijo de un futbolista del Barça cante en catalán.

Y sólo ha faltado la rápida respuesta de Gerard Piqué:

Piqué sabe que este comentario suyo encenderá el furor patrio hispano y que le caerá una ración extra de collejas. Pero también sabe que el comentario puede poner en un compromiso a su compañero, que siempre se ha mantenido al margen de cualquier cuestión que no tenga relación con el deporte. Pero sabiendo cómo funcionan las relaciones entre ellos dos y los códigos que rigen en el vestuario blaugrana, podría jugarme un guisante a que eso antes lo han hablado. Y, en todo caso, lo veremos en breve. Si no estaba pactado, por algún lado saldrá Piqué apagando el posible incendio. Si no dice nada, implicará connivencia.

Y una última cosa a comentar. El niño se sabe la canción, cosa que implica que 1/ no es la primera vez que la escucha, evidentemente, por tanto va a una escuela normal donde suceden cosas normales y 2/ que en el coche familiar de Messi, al menos de vez en cuando, suena una canción popular catalana de niños.

Esta es una prueba más de la naturalidad con que en Catalunya conviven las dos lenguas. A pesar de los repetidos esfuerzos de partidos políticos y entidades más o menos representativas y más o menos extrañas por explicar un mundo irreal. Y a pesar de que el ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis, mintiera prevaricadoramente en una entrevista a una cadena de TV francesa donde excretó que en las escuelas catalanas no se enseña castellano.

Quizás la solución es enviarle al ministro un MP4 del "Joan petit"...