Hace 24 horas que dos periodistas fueron al Parlament y explicaron cosas muy gordas sobre la actuación de las cloacas del Estado en Catalunya. Cosas tan gordas que la mayoría son delito. Y dieron nombres y apellidos de los autores de estos delitos. A partir de aquí sólo hay dos posibilidades: o mienten, o dicen la verdad. Si mienten, las personas que fueron acusadas de delinquir tendrían que presentar una demanda contra estos dos periodistas. Y no lo han hecho. Ninguno. Ni uno. Y mire que salieron nombres. Si dicen la verdad, lo más normal en los países normales y con una salud democrática homologable es que la justicia actúe de oficio y de una manera inmediata para aclarar las acusaciones y resuelva en consecuencia.

Ayer lo más normal habría sido que en la puerta del Parlament hubiera habido un coche llegado directamente desde la fiscalía. Y que este coche hubiera recogido a Patricia López y Carlos Enrique Bayo para llevarlos al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya para que declararan. Y eso tampoco pasó. Claro, la Fiscalía está demasiado ocupada persiguiendo urnas voladoras.

O sea, dos personas acusan jueces, fiscales, políticos, empresarios y periodistas de formar una trama mafiosa y no pasa nada. De nada. Ojo, y en un Parlamento. No en un bar con una sobredosis de cañas de cerveza, no.

La democracia es que tú puedas decir lo que quieras pero que eso no sirva de nada porque te ignoran. Ya puedes gritar en un desierto con todas tus fuerzas que nadie te oirá. Hoy hay diarios de BCN que no dedican ni una sola letra a la comparecencia de ayer. Pero es que ni una. Entiendo que los medios tienen la libertad de escoger lo que publican y lo que no en función de sus criterios, sólo faltaría, y que sería indigno que yo dijera lo que es noticia y lo que no. Ahora bien, ¿lo que se dijo ayer en el Parlament no merece ni un breve, aunque sea para descalificar a los comparecientes? ¿Seguro? Eso, aquí y en China, es censura. La censura del siglo XXI, que ya no consiste en hacer callar, en prohibir, sino en no explicar, en ignorar. Y después actúa el famoso algoritmo creando compartimentos estancos que hacen muy difícil la interactuación. Bien, si es que la gente que piensa diferente quiere interactuar entre sí porque como todos tenemos la verdad absoluta, ¿por qué tenemos que hacer el esfuerzo de oír la verdad de los otros, verdad? Mundos paralelos, relatos opuestos. Y usted créase el que más le convenga.

Y el alud de noticias que nos llegan cada día con el objetivo de estimularnos la neurona del placer hacen que la masa consumidora nos alejemos de los temas "pesados", con contenido, y abrazemos la banalidad. La etapa de ayer del Giro de Italia es el ejemplo perfecto. Era la etapa reina, la más importante. Nadie sabe quién la ganó porque todos nos hemos quedado con la gran noticia: el líder de la carrera sufrió un apretón y tuvo que parar a evacuar. ¡¡¡Ah, y además tenemos imágenes, no se las pierda!!!

¿Por qué tiene que actuar la justicia cuando en un Parlamento se denuncia un golpe de estado mafioso si es más fácil hacer ver que nadie ha dicho nada? Si tú no explicas la denuncia, lo que se denuncia no ha pasado. Y si no te afecta a ti, con más motivo.

¿Por qué tendría que estar preocupado un señor de Burgos (como podría ser de Trujillo o de Benalmádena) por la trama mafiosa denunciada por Bayo y López si, seguramente, piensa que para preservar la unidad de España, lo que haga falta? Ahora bien, como la trama también ha actuado contra Podemos, con el conocido como "informe PISA", quien le puede garantizar al señor de Burgos que en nombre de vaya-usted-a-saber-qué, el siguiente no será él?

Seré muy poco original parafraseando Martin Niemoller, pero es que le va pintiparado: "Primero vinieron a buscar a los indepes y yo no hablé porque no era indepe. Después vinieron a por los de Podemos, pero yo no hablé porque no era de Podemos. Después vinieron a por los de Burgos y yo no dije nada porque yo vivo en Burgos pero soy de Aranda de Duero. Después vinieron a por mí y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí".

De nosotros depende que se salgan con la suya.