Ahora resulta que la gaviota del PP no es una gaviota. Se ve que es un charrán patinegro. Claro, un servidor, como es de letras, ni idea de la diferencia. Pero el que entiende, o sea, el creador de la imagen, dice que sí.

Fernando Martínez Vidal, que es el padre de la criatura, hace años que dice que su obra es un charrán patinegro, ave marina que vuela alto, y no una gaviota, que vuela bajo, es carroñera y come basura. Total, que al final le han hecho caso y en el congreso del PP de este fin de semana dejarán el tema terminado para siempre. Básicamente porque, y ahora agárrese fuerte, la Ley de Partidos obliga a los ídems a tener un logo claro. O sea, esa ley que sirvió para ilegalizar aquello que le llamaban "la izquierda abertzale", al final también ha ilegalizado la gaviota pepera. Me pinchan y no me sacan sangre.

La gracia de la cosa es que el paso de gaviota a charrán patinegro ha coincidido en el tiempo con el paso de Ciudadanos de la socialdemocracia al liberalismo progresista y con la refundación del Pedecat, un partido que busca su "redefinición" ideológica y que la gente denomina "exconvergencia", como en el inicio del euro a la moneda anterior le llamábamos "las antiguas pesetas".

Por lo tanto, nos encontramos con un panorama que, resumido sería:

1/ el partido que gobierna en España ha tenido un símbolo que no era.

2/ el tercer partido español, y sólo en un fin de semana, ha cambiado de ideología.

3/ el partido del president de la Generalitat, oficialmente no tiene ideología.

En el mundo de la postverdad (aquello que toda la vida habíamos llamado mentira), un mundo donde el presidente del país más poderoso del planeta comunica sus decisiones por Twitter y en función de como le cruje en aquel momento, resulta que tú te apuntas a un partido y, a partir de aquí, rueda una ruleta, una tómbola. Aquello del "a por otro, a por otro, a por otro perrito piloto". Y llámele perrito piloto, llámele que en el mundo de la postverdad (la antigua mentira), tú golpeas en la puerta de un partido (toc, toc, toc) porque defiende las mismas ideas que tú y, cuando has cruzado la puerta, aquel partido ha cambiado el bicho que era su imagen, pero no la imagen, ha cambiado la ideología o en la recepción hay un cartel donde dice: "ahora no estamos, hemos salido a buscar nuestro ideario, si quiere un vaso de agua fresca, al lado del ficus hay una fuente y vasos".

Ya sabíamos que los partidos son de goma, pero ahora hemos descubierto que aquello no era goma. Y lo peor de todo es que no sabemos qué era. Ni nosotros ni ellos (o ellas).