La cosa ha empezado a las 8 menos cuarto de la mañana en la puerta de un bar del lado del TSJC. Allí me he encontrado a Antonio Baños (ex cabeza de lista de la CUP) y hemos decidido entrar a tomar un café. Y hemos acertado. Un lunes, a aquella hora y un rato antes de que la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y la secretaria primera, Anna Simó, declararan ante una jueza acusadas de permitir un debate parlamentario, nada podría superar la performance que nos ha ofrecido el veterano matrimonio propietario del establecimiento.

Ha sido una sucesión de menosprecios mutuos, tacos y expresiones pintorescas nivel madre superiora. Y a una hora en que el concepto "madre superiora" todavía no era trending topic. Lo más bonito que se han dicho ha sido cuando ella le ha pedido a él dos carajillos de JB (cosa que demuestra que, a aquella hora, los clientes ya iban muy fuertes) y él, con un tono tan ofensivo que si me lo dice a mí me echo a llorar, le ha gritado: "Cállate ya". Imagine si a las 8 de la mañana ya hay este humor, cómo debe ser a las 12 del mediodía... Y no, el bar no se llamaba La Afisnalia, la "lieson" de afinar y fiscalía, otro trending topic. De otro día, pero recuperado hoy.

Una vez ya de retorno a la calle, me miraba el paseo Lluís Companys y pensaba que últimamente en este Tribunal Superior de Justícia de Catalunya ha habido tantos juicios, han venido a declarar tantos presidentes, expresidentes, diputados y exdiputados, y cada vez ha venido tanta gente a darles apoyo, que no sería mala idea colocar unas gradas permanentes, como si fuera el sambódromo de Río de Janeiro. El nombre de la cosa podría ser Tesejotódromo.

A aquella hora, las ocho y cuarto, sin embargo, todavía había poca gente. Cuando ha llegado la comitiva, la cosa estaba más llena, pero había mucha menos gente que otras veces:

Uno de los gritos más coreados ha sido "No estáis solos", que algunos grupos han derivado a "no estáis solas", ya que las dos declarantes de hoy eran mujeres. A las 8.49, la comitiva de autoridades llegada desde el edificio del Parlament, y encabezada por el president de la Generalitat, por el expresident Mas, el Govern, el resto de la mesa del Parlament, diputados de Junts pel Sí y la CUP y miembros de las entidades soberanistas habituales, han cantado Els Segadors, acompañados de las voces de los asistentes. Hay que decir que ha sido con la ayuda de un improvisado director de orquesta surgido de entre el público. Y por la manera de mover las manos, diría que sabía de qué iba la cosa.

Ha sido instantes antes que una señora se lanzara en plancha a Joan Josep Nuet, el miembro de la Mesa del Parlament a quien la justicia española dijo en un primer momento que no sabía lo que se hacía, y mientras lo besaba con fruición, le preguntaba: "¿Y a ti, cuándo te toca venir?". Él le ha respondido, como ha podido: "Dentro de unos días".

A las 8.53, Carme Forcadell y Anna Simó han subido por las ya famosas escaleras del TSJC, se han despedido saludando con la mano, y han entrado en el edificio. Dos minutos más tarde, Carles Puigdemont y Artur Mas han abandonado la zona por la acera lado Besòs del paseo.

Una vez en el edificio, la presidenta Forcadell ha sido recibida por el gerente y, sin pasar por el arco de seguridad y acompañada por su abogado, ha subido hasta la sala donde ha declarado. Primero ella y después Anna Simó. Según fuentes próximas (como se dice en estos casos), estos días han preparado juntas la comparecencia. Las caras de los presentes han sido como la del matrimonio del bar que servía "carajillos". O sea, de poca amistad y cariño.

He entrado en el edificio por la puerta de prensa. Esta vez la acreditación era instantánea y las medidas de seguridad las habituales. Los periodistas circulaban sobre todo por la gran sala de los pasos perdidos y aprovechaban los bancos para escribir las primeras crónicas. Según radio patio (o sea, las habituales filtraciones), la declaración de Forcadell ha empezado a las 9.04 y ha sido enérgica y extensa en las respuestas a su abogado. La de Simó ha sido más concisa pero no menos contundente. Según las mismas fuentes, la declaración ha acabado a las 9.25.

Mientras, en la calle, Joan Rigol reflexionaba sobre la situación actual y me decía que lo que ha sucedido ha sido que se ha socializado un sentimiento individual. O sea, los millones de catalanes que votan y se manifiestan tenían un sentimiento indepe individual que un buen día se unió y que esto ya tiene marcha atrás. Cuando los compañeros de TV3 le han pedido una valoración ha dicho: "El 9-N fuimos a votar dos millones y medio catalanes y España, 'ni puto caso'". Si Rigol, hombre prudente, sensato y juicioso, ha acabado usando este lenguaje quiere decir que, efectivamente, alguna cosa ha cambiado en este país.

A su lado, uno de los más solicitados para hacerse fotos era Gabriel Rufián, que lucía unas bambas blancas tan impolutamente blancas que eran la admiración de alguno de los presentes. El diputado de Esquerra, conocedor de lo que se cuece en Madrit (concepto) comentaba que el estallido de la corrupción del PP "es una guerra interna de Soraya y Cifuentes para hacer limpieza interna y controlar el postpartido cuando se marche Rajoy".

A las 9.48, Carme Forcadell y Anna Simó han salido a la puerta del TSJC. Varios consellers y diputados han cruzado la calle y el cordón policial y las han ido a recibir a las escalinatas. A continuación, la comitiva ha hecho el camino de retorno hacia el Parlament. Decenas de personas las han besado, abrazado, acariciado y fotografiado. Un señor que llevaba un pequeño megáfono nos ha cantado la bonita melodía que, con música de la sardana “Baixant de la font del gat”, tenía la siguiente letra: "Bajando de la fuente del gato, una urna, una urna. Bajando de la fuente del gato, una urna de metacrilato. Preguntadle cómo se llama, democracia, democracia, preguntadle cómo se llama..." y aquí le ha fallado el artilugio y no he podido escuchar la estrofa final.

Mientras, delante del TSJC, las entidades soberanistas ofrecían una rueda de prensa al sol con este atril:

Aquí han presentado la lamada "caja de la solidaridad", un lugar donde recibir aportaciones para pagar las diferentes multas que han caído (y que irán cayendo), sentencia tras sentencia. La escena se la miraba una frase que dice a menudo uno de los personajes del programa La Competència de RAC1, que acaba de recibir el premio Gat Perich:

Una hora después, en el bar del Parlament se han encontrado tomando un café y un zumo de naranja Joana Ortega, Irene Rigau y Anna Simó. De entre otros temas han comentado cómo fueron las declaraciones de las dos primeras y la de hoy. Entonces estuvieron de pie y no les dieron ni agua. Hoy Simó y Forcadell han estado sentadas, tenían una mesa y agua. Simó, con ironía, ha soltado: "Al final, a los que vayan a declarar detrás de nosotros, les acabarán sacando unas aceitunitas".

Quizás Simó tiene razón, y esta será la prueba de que la anormalidad de una situación se habrá acabado convirtiendo en normal, cosa que no quiere decir que lo sea. Ni mucho menos.