Veinte años de la Fundació Irla, la fundación de Esquerra. Y por lo que hemos escuchado hoy, también de izquierdas, porque han sido reivindicadas.

Total, que para celebrarlo (los 20 años, no ser de izquierdas), nos han convocado a las 7 de la tarde en la sala noble del edifici del rellotge del recinto de la Escola Industrial.

Mientras esperamos que empiece la cosa, ha sonado jazz. No se quien tocaba porque el Shazam no me lo ha detectado. Con 20 minutos de retraso (suerte que estábamos en el edificio del reloj), Anna Ycobalzeta nos ha leído un texto de RoviraVirgili. A continuación, el cuarteto Brossa, formado por tres violines y un violonchelo, y con la voz de Judith Neddermann, nos han interpretado Schubert.

Seguidamente, el director académico de la fundación, Lluís Pérez, nos ha dado la bienvenida y nos ha recordado cuál era la etiqueta para tuitear sobre el acto. Después de un vídeo que ha acabado con la frase "Hay una manera comprometida de mirarse el mundo" y de que Josep Vall, director ejecutivo de la fundación, nos explicara qué han hecho y qué hacen, nos han leído un texto de Montserrat Roig y nos han interpretado un "fragmento musical" de Incerta Glòria, la novela de Sales.

Eso ha dado paso a una entrevista individual a cinco. Y ahora usted me dirá: ¿Comoooor? Me explico. La periodista y exdiputada Marina Llansana ha dirigido un par de preguntas a cada una de las cinco personas que había en el escenario sentadas, no sobre ningún taburete, silla o butaca, sino sobre una montaña de libros. Y cada persona iba contestando con un máximo de tres minutos por cabeza. Y las personas eran Marta Espasa (profesora de Hacienda Pública y actual directora de Tributs i Jocs), Josep Huguet (exconseller y expresidente de la Fundació Irla), Bel Olid (escritora, traductora y presidenta de la asociación de escritores en lengua catalana), Josep Ramoneda (periodista, filósofo, escritor y presidente del Grup 62) i Joan Manuel Tresserras (exconseller y presidente de la Fundació Irla).

¿Resumen de la cosa? Las reflexiones e ideas han reivindicado la izquierda y el progresismo, palabras que han aparecido a menudo. Huguet ha dicho "somos la izquierda responsable", Espasa ha recuperado el concepto "justicia social", Ramoneda ha hablado de cómo pueden cambiar el mundo los jóvenes, Olid ha propuesto que en las próximas elecciones todos los partidos presenten candidatas y que la primera presidenta de la República sea una mujer y Tresserras, después de decir que sería más partidario de poner a los mejores candidatos posibles, ha hecho una autocrítica de la izquierda que confunde utopías con alucinaciones y ha hecho una alabanza envenenada sobre el pragmatismo de la derecha.

A las 8 y media, una lectura de Bertrand Russell y un poema de Maria Mercè Marçal musicado por Borja Penalba, nos han dejado a las puertas de la clausura del acto, a cargo de Oriol Junqueras.

Expectación entre la prensa a ver qué dirá. De hecho muchos (y muchas) sólo han venido buscando su titular. Y lo que nos han dicho es:

· somos conscientes de la magnitud de los retos, pero los afrontaremos.

· hay un remo para cada brazo (como diciendo que no sobra nadie)

· amémonos

· tenemos que hacer un mundo mejor.

Y 3 minutos y 9 segundos después ha acabado el discurso diciendo: "concentrémonos en la República". Acto seguido, picoteo para los asistentes que ahora le detallo, pero antes el vicepresidente ha pasado por la zona de prensa y ha reivindicado Kant. Eso me ha animado mucho y me ha permitido ir a ver que picaba a la gente de pie: olivas variadas (como de pesca salada), almendras fritas con curri (cosa que provocaba un olor general a curri, sobre todo en las manos de los presentes) y un variado de cosas de estas modernas fritas. Para beber, cava, vino tinto, agua, y zumos de piña, melocotón, naranja y pera.

Y antes de marcharse, he podido conversar con Josep Bargalló, exconseller primero del tripartit, pero también exdirector de Ramon Llull. Allí tuvo contacto con Fèlix Millet. Cuando estalló el caso, Bargalló pidió mirar papeles a ver si les había colado alguna cosa. ¿Sabe que encontraron? En una factura aparecían 120 euros de las tarjetas de visita de la hija. Eso fue todo. Y, ¿sabe por qué? Porque Bargalló nunca se fió de Millet. "Era el único de la burguesía barcelonesa que nos hacía la pelota. Y mucho. No era normal y me hizo sospechar".

Cosas de ser de izquierdas...