Hoy he visto por TV a Esperanza Aguirre. Ha aparecido porque se ve que ha dimitido. Otra vez. Sí, es que esto de sus dimisiones es una cosa que ya habíamos visto otras veces. El año 2012 no sólo dijo que dejaba sus cargos sino que dejaba la política:

Y entonces, como hoy, apareció ante los medios de blanco, color de pureza e inocencia. La mejor manera de decir visualmente: yo no soy culpable:

Y efectivamente se fué de  todo y dejó la política. Y lo hizo tan intensamente que en febrero del año pasado volvió a dimitir. Aquella vez no apareció de blanco, pero a cambio dimitió exactamente por los mismos motivos por los cuales lo ha hecho ahora:

He buscado en el diccionario la palabra dimitir. Y en ningún lugar he encontrado una acepción que diga, por ejemplo: "Dimisión de Aguirre: tipo de dimisión donde no sólo no dimites y puedes seguir haciendo lo mismo que estabas haciendo hasta el momento de dimitir sino que puedes dimitir las veces que creas necesarias y de la misma cosa y por los mismos motivos y sin que nada cambie".

Pero es que estas dimisiones anteriores fueron tan radicales que en una de ellas (la del 2012) supimos que había pedido recuperar su plaza de funcionaría. Como para que quedara claro que sí, que terminaba del todo. Y más. Una plaza, por cierto, que tenía en propiedad desde mediados de los años 70 del siglo pasado y que 40 años después todavía conservaba. Ella, la gran defensora del ultraliberalismo hizo ver que dimitía y, a toda velocidad, se cogió con ventosa al sector público. Efectivamente, un gran ejemplo de coherencia. Pero es que, enseguida, supimos que había fichado por una empresa de caza talentos. ¿Para hacer qué? Pues ahora mismo no sabría decirle. Ni yo ni ella. Y de la plaza de funcionaría no supimos nunca más nada. Pero es que, a la vez, la que entonces era conocida como "la lideresa", seguía haciendo actos políticos. O sea que todavía ahora, cinco años después, es imposible aclarar nada del que rodeó aquella dimisión que, le recuerdo, unas líneas más arriba hemos visto que era el abandono de la primera línea política.

Y, por encima de todo, la ignorancia total y absoluta. De todo. Y de más. Sus dos vicepresidentes de cuando ella era la presidenta de la Comunidad de Madrid estan en la cárcel. Y ella está más sorprendida que el Bernabéu después del gol de Messi en el minuto 92. "Pero, ¿qué me está diciendo? ¿Todo mi alrededor encerrado por corrupto? ¿Siiií? Cáspita y mecachis, ¿qué cosas que pasan, verdad? Ya lo saben, vigilen las carteras que hay gente muy mala". No, aquí nadie sabe nada. La densidad de ignorancia por metro cuadrado es de las más altas del planeta político.

El viernes por la tarde corría por Madrit (concepto) que la detención de Esperanza Aguirre era inminente. Al final no fue, pero hoy ha tenido que redimitir. Otra vez. El clásico cortafuegos político que no evita la acción judicial y que pone en marcha nuevamente el reloj de la siguiente dimisión y del siguiente anuncio de la retirada de la primera línea política. Esta vez sí que definitiva del todo. Al menos hasta la próxima.