La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, está de duelo. Ha muerto Jesucristo y ha decidido que la bandera española de su departamento luzca a media asta. En señal de luto. ¡Increíble!

Sí, es increíble que eso pase en la España del 2017. Increíble e intolerable no lo hayan hecho (también) el resto de ministerios, naturalmente. Sí porque, ¿eso quiere decir que sólo están tristes en Defensa? ¿En el resto de ministerios les lamen un pie las celebraciones de estos días? Insisto, increíble. Sobre todo en el caso del ministerio de justicia, que por lo que podemos comprobar a menudo, tiene un concepto de la separación de poderes muy parecido al que ahora ha demostrado tener la ministra de Defensa. ¿Qué le costaría haberse añadido, eing?

Y no es menos increíble que no se aprovechen otras épocas del año para mostrar públicamente las creencias religiosas privadas de la ministra. Por ejemplo, por Navidad podría hacer un pesebre viviente en su despacho. Con la presencia de sí misma, por supuesto, y con la participación de artistas invitadas como la vicepresidenta (con quien son tan y tan amigas. De la muerte. Literalmente), como Espe (con quién todavía son más amigas, tanto la ministra como la vicepresidenta) y con Cristina Cifuentes haciendo la rubia por el establo (el del pesebre). Ah, y con Montoro en la puerta vendiendo las entradas. Y el día de San José, aprovechando que el padre de Jesús era ebanista, podrían organizar un outlet con la venta de los muebles antiguos del ministerio. Más que nada para renovar el vetusto parque.

Y este tipo de actos todavía se tendrían que incentivar mucho más por Semana Santa. Sí, porque eso de la bandera en media asta lo encuentro escaso. La metáfora del Vía Crucis no hace falta porque ya está cubierta por los habituales atascos y por el religioso pago de los peajes que originan parte de estos atascos. Pero podrían añadirse otras cositas.

No sé, estoy pensando en un traslado del Miércoles de Ceniza al Miércoles Santo y aprovechar el nombre de la fiesta para quemar a un Judas con barretina y forma de urna de cartón. El Jueves Santo se podría hacer un lavado de pies de la Sagrada Constitución y una Santa Cena con barra libre para los miembros del TC donde, sobre todo, que no les faltara de nada. Por si las moscas. Y el Viernes Santo, por supuesto, crucifixión de las promesas de inversiones.

El sábado, Víspera Pascual en un restaurante de Manresa esperando que los indepes se lancen los platos y los cubiertos por la cabeza ellos solitos (y los cuchillos por el lado que corta). Y, para acabar, el Domingo de Resurrección de la fe gracias a la Operación Diálogo y, de paso, resurrección del embajador de los EE.UU. en España, que a pesar de no existir, redacta comunicados.

Y paralelamente Pascua Florida con la celebración de que ya empiezan a brotar las próximas elecciones autonomistas. Y por lo que parece, los brotes salen con tanta fuerza que la cosa podría estallar muy pronto. Sin necesidad de ninguna otra intervención divina...