Dos de febrero. El señor Marmota llega a su casa, pone en marcha el ordenador y se dispone a mirar las noticias del día. La más destacada es la de un registro relacionado con el 3% de la antigua Convergència. El señor Marmota intenta recordar las veces que ya ha visto esta misma noticia, con el mismo contenido e idénticos protagonistas. De repente sonríe. Le han venido a la cabeza aquellos lejanos días, cuando todavía existía Convergència, Convergència i Unió y Unió. Era cuándo él todavía miraba las noticias en el televisor y a la hora exacta en que hacían el informativo. Un televisor en blanco y negro donde ya aparecía la Guardia Civil registrando CDC y deteniendo gente. La misma gente.

El señor Marmota recuerda aquellos días con nostalgia. Era joven y todavía compartía piso con la señora Candelera. Era cuando los dos comentaban cómo era de bonito que siempre hubiera imágenes del momento preciso del registro. Ellos lo bautizaron como el fenómeno de la ciencia infusa, por el cual algunos periodistas sabían (y saben) el lugar donde sucedería (y sucede) todo. Y casualmente ya estaban (y están) antes de que llegara (y llegue) la policía o la Guardia Civil.

El señor Marmota también recuerda aquellas piezas publicadas por los periódicos digitales donde se explica todo antes de que pase. Piezas de muuuchas líneas que, gracias a un sofisticado sistema de modificación del espacio-tiempo, permiten ofrecer detalles que después,vaya por Dios, suceden realmente. Un formato periodístico que ha ido mejorando en cada registro hasta llegar al punto en que, como si fuera la porra del Barça-Madrid, se apuesta por la cifra de detenidos, se les califica de mafiosos, se los juzga y se les declara culpables:

Pero, como pasa en las porras, todo el mundo opta por su propio resultado. Y si el de arriba dice 15, el de abajo dice 19 y ponen una foto de archivo de cualquiera de los otros registros. Claro, ha habido tantos, que el archivo es inacabable:

Pero el señor Marmota esta vez está desconcertado. Salen nombres de varios detenidos y entonces aparece el juez y hace una nota diciendo que él no ha ordenado detener a nadie. Y, de repente, quien emerge de la nada es la fiscalía diciendo: ¡Ojo que hemos sido nosotros! Es cuando el señor Marmota se pregunta si ha nacido la policía fiscadicial en sustitución de la policía judicial. Pero el pobre señor Marmota todavía se desconcierta más cuando lee este tuit:

¿Empresa equivocada? ¿Qué pasa, no saben ni a quién tienen que registrar? ¿Y van con chalecos antibalas? ¿Es una constructora o una empresa de peligrosos yihadistas? Y entonces es cuando el señor Marmota recuerda otros momentos memorables. Aquel registro en el Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet donde, para recoger cuatro facturas, organizaron una performance con hasta 10 guardias civiles situados en la puerta impidiendo el paso a nadie, porque nadie quería entrar. O aquel registro en Método 3, de donde sacaron varias cajas que, presuntamente, incluían documentos hipersecretos y que realmente estaban vacías, tal como se vio en una imagen.

El señor Marmota suspira profundamente y decide apagar el ordenador. Esta historia del 3% ya se la sabe de memoria y siempre acaba igual... hasta que se hace el siguiente registro, que es cuando le vuelven a explicar la misma historia. Pero al final nunca acaba de pasar nada. Mucha detención, o supuesta detención, y ningún juicio, ninguna condena. Cosas gravísimas que se van estirando como un chiclé y que no acaban de tener un culpable. Y resulta que al señor Marmota le molesta mucho (pero mucho) la corrupción. Se llame Luis, Jordi o Manolo, pero tiene la sensación de que aquí esto funciona como los pollos asados del domingo por la mañana: ellos siempre están girando y, por lo tanto, se supone que están cociéndose, pero cuando aparece un cliente, siempre hay uno a punto para ser servido. Y cuándo aparece el siguiente cliente, también. Siempre hay pollos girando, cociéndose, y siempre hay pollos a punto para ser servidos cuando el cliente lo necesita.

El señor Marmota empieza a estar hasta las orejas de que le digan que viene el lobo y el lobo no acabe de venir nunca. Y no falta mucho para que, cuando le vuelvan a decir que ha habido un nuevo registro del 3%, no sólo ya no ponga en marcha el ordenador para saber qué ha pasado, sino que llame a los señores y señoras Registro para comunicarles que cuando llegue el de verdad, el bueno, si es que llega algún día, que lo avisen. Y que, mientras tanto, él se dedicaré a intentar convencer a la señora Candelera de que pueden intentar rehacer su vida conjuntamente.

O sea, que a ver si al final se acaba perdiendo el efecto buscado...