¿Me puede hacer un favor? Imagine una gasolinera de Pallejà un viernes por la mañana. ¿Cuánta gente cree que puede llegar a pasar? En toda la mañana, eh. ¿Qué, 100 personas? ¿200? ¿Va, como ha hecho buen día lo dejamos en 300?

Muy bien, ahora imagine cuánta gente ha visto hoy la misma gasolinera de Pallejà en los informativos de todas las cadenas, en los medios digitales, en Twitter, en Facebook... ¿Usted cree que han sido 300 personas o 300 mil? ¿Más de 300 mil? ¿Quizás 3 millones? Cuando el señor Hazte Oír, Ignacio Arsuaga Rato, llegue esta noche a su casa se mirará al espejo y se dirá a sí mismo: "¡Lo he vuelto a conseguir! ¡Me han vuelto a hacer la publicidad gratis".

Hazte Oír está sacando un gran rendimiento a un tema que no había generado ningún gran debate social, como sí había pasado con otras cuestiones. Sus ideólogos han encontrado un filo a explotar y lo están aprovechando muy hábilmente. Cuando esta mañana alguien, según mi criterio, se ha equivocado del todo tirando huevos y tomates al señor Hazte Oír, lo primero que este personaje ha gritado es "cámaras, cámaras". Y lo segundo que ha dicho es que estaba sufriendo la ira de los intolerantes. Y lo decía él, ¡¡¡un integrista radical maestro de la intolerancia!!! ¡Le hemos regalado el discurso del victimismo!

Haber puesto el foco mediático en una gasolinera de Pallejà ha servido para que los medios hayamos convertido en aerostático un globo que era del tamaño de los que venden en las ferias. Sí, el mensaje es un atentado contra los derechos de unos niños que son (o no son) lo que la naturaleza ha decidido que sean y que ellos tienen derecho a administrar como mejor crean y como más a gusto se sientan. Y querer imponer a un niño lo que tiene que ser y lo que tiene que sentir en nombre de unas ideas particulares y privadas de quien no tiene idea de lo que estos niños sienten es una barbaridad. Y eso es lo que hacen los señores Hazte Oír.

Pero si nos pasamos el día hablando de los defensores de esta barbaridad y les lanzamos objetos, convertimos a estos autócratas intelectuales en unos mártires. ¿Y eso es lo mejor lo mejor para estos niños? Yo creo que no.

Se ha repetido mucho una frase que dijo Nacho Vidal, el actor porno a quien un día su hijo Ignacio le dijo que quería llamarse Violeta: "Espero que mi hija transexual no vea nunca el autobús porque le haría mucho daño". Bien, la probabilidad de que lo haya visto es más elevada circulando como circula por las redes y los medios que en una gasolinera de las afueras de Pallejà. Pero, en todo caso, si llegara el momento improbable de cruzárselo, pregunto, no sería una gran oportunidad de decirle: "ves, hay gente que no acepta cómo eres y cómo quieres ser. Son una minoría, pero están". Y están porque existen. Y la sobreprotección no inmuniza. Lo que inmuniza es la realidad.

Ah, y una última cosa. A veces tengo la sensación de que algunos cogen según qué banderas para poder ser. Quiero decir, que tú si te otorgas la responsabilidad de salvar a los otros de los "malos", automáticamente tú pasas a ser bueno. Y eso te da visibilidad, la misma o más que tú le das a quien dices combatir. Una visibilidad que, de otra manera, no habría tenido ninguno de los dos y que a los niños no les hace ningún favor, al contrario. Creo.