(Aviso, se recomienda que este artículo de terror sea leído escuchando la banda sonora adjunta)

Su diseño les confiere una apariencia inocente. Incluso amable. Rectangulares, pequeñas, discretas... De metacrilato o de cartón. Con aquella pequeña abertura en la parte superior. Cualquiera diría que una urna es un objeto inofensivo. Ingenuo. Y no. No lo son. ¡¡¡Nada!!! ¡¡¡Son peligrosísimas!!!

Se conoce el caso de Jhostoy D. Gene Herado, un granjero de Alabama que un día se encontró una en sus terrenos. Y la tocó, sin ni protegerse ni nada. Pocos días después fue encontrado de madrugada en el pajar de su casa expulsando papeletas por la boca mientras gritaba totalmente poseído: "Aicarcomed, aicarcomed", que es democracia al revés. Y lo gritaba al revés porque es como se expresa el demonio. Y si no realizaba el movimiento de girar la cabeza, como la niña de la película El Exorcista es porque Jhostoy D. Gene Herado siempre había tenido problemas con las cervicales.

Su esposa (la de Jhostoy D. Gene Herado), Milly Ivanilly, muy preocupada por esta situación y, sobre todo, por el ruido en el pajar, hizo llamar a un exorcista para intentar sacarle a su marido el demonio de dentro. Y, ¿sabe usted qué sucedió? Exacto, lo ha adivinado. ¡Al cabo de pocas horas el exorcista estaba instalado al lado de Jhostoy y los dos gritaban "aicarcomed, aicarcomed! ¡somereuq ratov!" (como usted no tiene el demonio dentro –espero– se lo traduciré: Democracia, democracia. Queremos votar).

A Milly sólo le quedaba una alternativa: pedir la intervención del exterminador total: ¡¡¡Mister TC!!! "¡Mister TC, qué limpieza, todo brilla y se refleja. Misteeer TC!". Y así fue como Milly le preguntó a Mister TC (en inglés, naturalmente) si quería ayudar a una pobre granjera desvalida (dígale granjera, dígale un gobierno) a sacar de su casa aquel horror, aquel pánico, aquel terror, aquel espanto. Y, sobre todo aquellos gritos de su marido y del exorcista. Una hora más tarde su granja estaba rodeada por la brigada "Montesquieu is dead". Y en 10 minutos y algunas sentencias, aquello quedó en silencio. Total y absoluto. Y así fue como volvió la normalidad y la felicidad a aquella humilde granja que un día tuvo la desgracia de entrar en contacto con el objeto más peligroso, nocivo y mortífero que ha inventado la persona humana: la urna.

¡Niños! ¡Niñas! Si algún día veis una... ¡¡¡HUID!!! Y si no lo hacéis, no sufráis, que Mister TC y la brigada "Montesquieu is dead" velan por vuestra salud. Y por vuestra seguridad. No sufráis nunca más! ¡Se acabó el miedo! ¡El sistema está garantizado! Y, sobre todo, el statu quo...