“La situación que vivimos es de tal trascendencia que exige respuestas y soluciones políticas que estén a la altura”.

(A lo largo del texto se comprueba que el autor necesita un intensivo de nociones básicas de gramática y sintaxis).

Entendemos que quiere decir a la altura de la trascendencia de la situación. Hasta ahí, estamos de acuerdo. Las empresas, los mercados financieros y las familias catalanas que guardan sus ahorros en los bancos comparten esa idea, aunque dudo que la interpreten igual que el señor Puigdemont.

“Me sorprendió que anunciara la voluntad de su gobierno de poner en marcha el artículo 155 de la Constitución para suspender el autogobierno de Catalunya”.

Supongo que lo de la sorpresa es retórico. Pero no se puede suspender el autogobierno de Catalunya con el artículo 155, ni con ningún otro de la Constitución. Esa posibilidad no existe en la legislación española. Ese artículo sirve para obligar al gobierno de una comunidad autónoma que contraviene sus obligaciones constitucionales al cumplimiento forzoso de las mismas. No interrumpe la legalidad estatutaria, sino que la restablece cuando ha sido violada por sus responsables.

“(…) La relación entre el Estado español y Catalunya, que lleva bloqueada desde hace muchos años”.

Hasta el momento, Catalunya forma parte del Estado español (mejor dicho, forma parte de España. Lo que forma parte del Estado es la Comunidad Autónoma). Hablar de la relación entre uno y otro es como hacerlo de la relación entre el señor Puigdemont y su pierna derecha: no son magnitudes equiparables (y seguro que a él no le gustaría que fueran separables). En cuanto al bloqueo, tiene razón, pero debería ser más preciso: estamos así desde que un president de la Generalitat decidió usar su cargo no para representar al Estado que le paga, sino para derribarlo. No para cumplir y hacer cumplir la ley, sino para pisarla.

¿Por qué diablos se empeña Rajoy en preguntar a Puigdemont si declaró la independencia o no? ¿Y por qué todos dicen que Puigdemont no ha respondido al requerimiento de Rajoy?

“El 1 de octubre (…) más de dos millones de catalanes encomendaron al Parlament el mandato democrático de declarar la independencia”.  

Interesante párrafo. Pasemos por alto el pintoresco recuento de esos dos millones de supuestos votos: decidieron que serían dos como podían haber decidido cualquier otra cifra sin que nadie hasta ahora lo haya podido comprobar. En todo caso, basándome en otros indicadores estoy dispuesto a creer que hay dos millones de independentistas en Catalunya. Dos millones sobre 5,3 millones de ciudadanos adultos con derecho de voto: un 38,4% de ese censo que el gobierno de Puigdemont pirateó de no se sabe dónde, sin que nadie haya podido comprobar su autenticidad. Así se construyen los “mandatos democráticos”.

Pero lo más interesante del párrafo es que Puigdemont admite que esa supuesta votación no fue una declaración de independencia en sí misma, sino un mandato al Parlament. ¿Lo ha hecho, ha declarado el Parlament la independencia de Catalunya? Seguí íntegramente la sesión del 10 de octubre y no recuerdo ninguna votación sobre esa materia. Entonces, ¿por qué diablos se empeña Rajoy en preguntar a Puigdemont si declaró la independencia o no? No habría podido hacerlo salvo que añadiera una violación más de su propia ley de referéndum a las múltiples que ya ha cometido.

¿Y por qué todos dicen que Puigdemont no ha respondido al requerimiento de Rajoy? En su carta está la respuesta: era un mandato al Parlament que este no ha cumplimentado por el momento. Sólo falta explicárselo a los socios.

“Una clara mayoría, un 47,7%, votó fuerzas independentistas”.

Caramba, este señor hace con los votos las cuentas del Gran Capitán: dos millones sobre 5,3 constituyen “un mandato democrático” y el 47,7% forma “una clara mayoría”. Los otros 3,3 millones de ciudadanos y el otro 52,3% de votantes son, sin duda, la más exigua y despreciable minoría.

Por cierto, la carta confronta el 47,7% de votos por la independencia con el 39,1% de las “fuerzas explícitamente contrarias a ella”. Eso suma 86,8%. ¿Dónde está el 13,2% restante? El trilero los hace desaparecer como el ilusionista al conejo. Son los votantes de Catalunya Sí que es Pot, que para el president no son ni blanco ni negro, sino todo lo contrario.

“La mayoría del pueblo catalán quiere emprender su camino como país independiente en el marco europeo”. 

Ya hemos visto la elástica concepción puigdemoniana del concepto de mayoría. En cuanto a lo del “marco europeo”, deberían inventar alguna mentira nueva para refrescar el repertorio. Si se refiere a la UE, tiene que ser una cosa o la otra: o fuera de España y fuera de Europa, o dentro de las dos cosas.

“La suspensión del mandato político surgido de las urnas el 1 de octubre”.

¿Se puede suspender un mandato político surgido de la urnas? No, se puede incumplir, pero jamás suspender. Y ¿quién podría decretar esa suspensión? La lógica dice que, en caso de admitirse la idea, sólo podrían hacerlo quien da el mandato (los votantes) o quien lo recibe (el Parlament). ¿Lo han hecho? No. Lo ha hecho en su lugar el señor president, con la autoridad que se ha conferido a sí mismo. Así pues, no es extraño que cuando afirma:

“Nuestra intención es recorrer el camino de forma acordada tanto en el tiempo como en las formas…”

La carcajada sea inevitable. No es precisamente el respeto a las formas lo que viene distinguiendo a este Govern. Nótese que para Puigdemont no se discute el camino a recorrer, sólo el tiempo y las formas. Lo que viene a decir es “recorramos de forma acordada el camino que yo marco”. Junto con su versión de la mayoría y su forma de contar votos, esta interpretación de lo que es un acuerdo es una singular aportación más del pensamiento puigdemoniano a la ciencia política.

Que se revierta la represión contra el pueblo y el gobierno de Catalunya.

Como “revertir” significa “volver” o “trasladar de uno a otro”, la literalidad de esta petición resultaría alarmante para el pueblo y el Gobierno de Catalunya si Puigdemont supiera lo que escribe. Concedamos que, queriendo parecer culto, ha puesto “revertir” donde quería decir simplemente “detener” o “cesar”. En todo caso, este intento de convertir el 1 de octubre en el Tiananmén catalán y fundar sobre ello el nacimiento de una nación empieza a resultar patético incluso para quienes pensamos que ordenar aquella actuación policial fue una estupidez atolondrada del Gobierno.

“La intervención y congelación de las cuentas bancarias que impiden que atendamos nuestra obligaciones con las personas más necesitadas”.

Lo que faltaba, ahora descubre este gobierno de Catalunya a las personas más necesitadas. El Gobierno más antisocial de Europa, el más drástico recortador, el precursor del austericidio. Por cierto, ya que lo menciona, ¿quién se está ocupando actualmente de las personas más necesitadas –o de las personas en general– en el actual gobierno de Catalunya?  De hecho, ¿hay alguien que gobierne en Catalunya desde hace más de un año? ¿Hacen algo los señores consejeros además de agitación y propaganda?

"Concretemos, lo antes posible, una reunión."

Ya se lo han dicho: cuando quiera y como quiera, en el Congreso de los Diputados. Le aseguro, president, que es mucho mejor opción (allí tiene casi 100 diputados amigos) que tener que ir al Senado a explicar por qué el Estado español tiene que permitir que le amputen una pierna sin hacer nada por defenderse .