Cada verano desde que nací hemos pasado algunos días de vacaciones con la familia en un pequeño pueblo de la Terra Ferma. Recuerdo bien como allí mi padre me enseñó cómo hacer un injerto de rosal y mi madre hacía mermelada de melocotón con la fruta que nos regalaban tíos y primos. Todavía sé hacer las dos cosas. Allí aprendí a ir en bicicleta, y a mordisquear el hinojo que crece cerca de los caminos que llevan a la huerta, a jugar a cartas y al dominó, a tener paciencia, a cuidar a la familia. Las noches eran largas y todo el mundo salía con sillas de anea a tomar el fresco. La marinada refrescaba el ambiente y todos, poco o mucho, mirábamos el cielo. Cuando era negra noche y no había tanta contaminación lumínica, aprendí a reconocer las Osas Mayor y Menor, sin embargo, cuando justo caía la tarde y empezaba el atardecer, podíamos ver tres, cuatro, cinco animales voladores haciendo círculos mientras las estrellas iban apuntando. Mi madre los llamaba murisecs; mi padre, ratpenats; en castellano, murciélagos... No me parecían animales especialmente atractivos, pero me transmitieron que eran insectívoros y muy necesarios para mantener un equilibrio ecológico. Teniendo en cuenta que, como pasa en muchos pueblos agrícolas, también había mucho ganado y, por lo tanto, muchas moscas, adquirí desde joven un gran respeto por estos quirópteros. ¡Mantenían las moscas y mosquitos a raya, un gran qué!

La zoonosis es la transmisión de enfermedades causadas por virus u otros agentes infectivos de animales a humanos

Aunque pueden volar, los murciélagos son mamíferos, no pájaros. Eso quiere decir que tienen pelo y que alimentan a sus crías con leche. También habría que recordar que se orientan y pueden encontrar a su presa por ecolocalización (emiten un sonido y por el eco que reciben calculan distancia y posición), es decir, tienen el equivalente de un sónar biológico. Hay un montón de especies de murciélagos y, seguramente, son de los mamíferos más diversos y dispersos geográficamente. De hecho, se pueden encontrar en todos los continentes excepto en la Antártida. Y además, los murciélagos (o al menos su sombra) forman parte de la simbología de nuestro mundo moderno, gracias a un superhéroe de cómic, Batman, que intenta enderezar las injusticias ocurridas en su ciudad, Gotham, debido a las fechorías de otros. Así que podemos decir que ya forman parte del imaginario de nuestra sociedad. Pero hoy hablamos de ellos porque son un reservorio de virus que causan enfermedades en humanos. De hecho, en los últimos meses podemos encontrar varios artículos en revistas científicas de primer nivel que explican cómo varios grupos de investigación los estudian para entender cómo y cuándo pueden ejercer de reservorio de virus muy graves para la salud humana, como el virus de la rabia o el del Ébola, este último llamado así porque las primeras infecciones conocidas tuvieron lugar relativamente cerca de la orilla de este río, en el antiguo Congo.

Ojo con los murciélagos, pueden ser reservorios de virus que causan enfermedades, como la rabia o el Ébola

Llamamos zoonosis a la transferencia de enfermedades desde organismos animales a humanos. Las zoonosis virales pueden ser particularmente graves, como ahora pasa con los virus de la gripe, HIV (causante del SIDA) o el Ébola. Nos podemos preguntar si estos virus nos infectan con mayor probabilidad si provienen de animales con los que compartimos muchos genes (como otros simios), o bien si provienen de animales con los que compartimos nuestro hábitat (ratas y mosquitos). Pues bien, aunque simios, ratas y murciélagos comparten muchos virus con nosotros, parece que son los murciélagos los que realmente son reservorios importantes. Y aquí entra otro concepto, la pandemia, es decir, la infección (y la enfermedad causada) a gran escala. Muchas pandemias se deben a zoonosis, pero no todas las zoonosis causan pandemias (hay infecciones a pequeña escala o escala local). Hay investigadores que creen que se puede predecir cuando las zoonosis pueden ocurrir y cómo se pueden expandir, y hacen modelos que predicen la probabilidad que un determinante organismo sea huésped de virus y pueda expandir una determinada enfermedad por zoonosis, en general, utilizando artrópodos (insectos, arañas...) para transmitir el virus o el agente infectivo. Una revisión monográfica sobre infecciones y pandemias ha merecido recientemente una serie de artículos especializados en la muy reconocida revista Science.

De hecho, aunque se sabe que los murciélagos que comen fruta y viven en el Congo pueden ser elementos importantes en los brotes de Ébola que resurgen con virulencia ciertos años, hay investigadores (os recomiendo el vídeo, colgado en la red) que intentan estudiar cómo se puede producir esta infección. Me parece digno de elogio que estos investigadores, procedentes de países donde podrían hacer una investigación menos "peligrosa" y quizás más reconocida, se dediquen a esperar pacientemente horas y horas para poder obtener muestras de estos murciélagos con el fin de analizarlas e inferir algún modelo que les permita predecir cuándo sucederá un nuevo brote y con qué virulencia. Como os podéis imaginar este tipo de predicción, a pesar de ser probabilística, será de gran ayuda para muchas instituciones de salud, como la OMS (Organización Mundial de la Salud). Ya hay países que invierten esfuerzos dentro de la sanidad pública para comunicarlo a sus habitantes.

Algunos murciélagos son insectívoros y podrían ayudar, en algunos casos, a eliminar mosquitos portadores de algunos virus

Por el contrario, encontramos que en algunos países presentan los murciélagos como posibles salvadores de enfermedades poco conocidas y tropicales que son transmitidas por la picadura de un mosquito, como la enfermedad causada por el virus del Zika. En los EE.UU., muchos estados han adoptado medidas para favorecer la reproducción y el crecimiento de las colonias de murciélagos. Se aconseja a particulares colocar en el jardín una "casita" para los murciélagos (parecida a las casitas de pájaros, pero con menos luz dentro, y la entrada más pequeña). Estos consejos se basan en la creencia de que la mayoría de murciélagos se alimentan de mosquitos. Dado que el virus del Zika pasa a humanos mediante la picadura de un mosquito, si hubiera más murciélagos, quizás se podría limitar la población de mosquitos y disminuir mucho el porcentaje de picaduras de mosquito. Pues bien, no está nada claro que la aplicación de estos consejos sea muy efectiva, porque depende del tamaño y la dieta del murciélago. La mayoría de zonas donde se está efectuando este llamamiento tienen una población de murciélagos de gran tamaño corporal que no se alimentan exclusivamente de mosquitos (se morirían literalmente de hambre) sino que principalmente se dedican a depredar artrópodos de mayor tamaño (de mosca para arriba, como avispas, escarabajos...) y, además, cazan de noche mientras que los mosquitos que transmiten el virus del Zika son más bien diurnos.

Así, ¿qué podemos sacar como conclusión? Pues bien, los murciélagos no son ni los buenos ni los malos de la película, todo depende del contexto. Hay países donde su papel como reservorio de virus y otros patógenos que pueden pasar a humanos es preocupante, y se tendría que mirar cómo restringir el contacto con las personas hasta que no sepamos cómo limitar la zoonosis. En otros lugares, las especies de murciélagos pueden contribuir a estabilizar el ecosistema, a pesar de no ser los "asesinos especializados" en mosquitos como algunos creen. Yo diría que la sombra de Batman no es ni blanca ni negra, más bien es gris.