La cumbre en Palm Beach entre Donald Trump y Xi Jinping ha sido histórica. Ha sellado una alianza  entre EEUU y China para dirigir la economía y el  orden global, Eso sí, con Norteamérica a la cabeza. El ataque americano a la base aérea siria mostró a Putin que la Casa Blanca mantiene el gran pacto con Pekín que en tiempos de Nixon cerraron Henry Kissinger y Mao, sustituyendo el reparto de poder entre Washington y Moscú que surgió tras la Segunda Guerra Mundial. Los insistentes rumores de que Trump cambiaría de compañero de ruta, dejando fuera China y dando entrada a Rusia, se han desvanecido este fin de semana.

Raramente, desde hacía decenios, una cita entre dos números uno chino y americano había sido tan crucial. Los dos dirigentes debían sentar las bases de la relación bilateral más importante del planeta. Entre sus dos economías representan el 40% del PIB mundial y Donald Trump incrementó la expectación al decir que las conversaciones "serían muy difíciles", ya que China "robaba" puestos de trabajo a EEUU.

Pues bien, al acabar la cumbre Xi aseguró que "llegamos a muchos entendimientos, el más importante el profundizar nuestra  amistad y el construir una especie de confianza". Trump  confirmó "100% estas palabras" y agregó que ambos países mantendrán una relación "sobresaliente". "Ambos se esforzarán en defender la paz  y la estabilidad globales", añadió. El nuevo inquilino de la Casa Blanca no olvidó decir que para esto es bueno que haya "un Estados Unidos fuerte".

El desequilibrio comercial era y es uno de los puntos de fricción mayores entre Estados Unidos y China

El desequilibrio comercial era y es uno de los puntos de fricción mayores entre ambas potencias. EEUU tuvo un déficit comercial en 2016 de 502.000 millones de dólares, de los cuales 347.000 millones son atribuibles a los intercambios con China.

Pekín responde que "cerca del 40% del excedente comercial  está generado por compañías americanas que trabajan en China". Asimismo, apunta que gracias al comercio chino "se crearon 2,6 millones puestos de trabajo en EEUU en 2015 y cada familia americana ahorra 850 dólares al año gracias a los bienes baratos de China".

Por su parte, EEUU quiere recuperar su sector manufacturero y funcionarios del Departamento de Comercio indican que el equipo de Trump se centrará en las subvenciones que favorecen las empresas públicas y exportadoras chinas, en los derechos compensatorios y en los problemas vinculados al dumping y al exceso de capacidad en las industrias de acero y aluminio chinas.

EEUU pide una mayor apertura de la economía china

El objetivo, aceptado por ambas partes, es lograr que rija el principio de reciprocidad. Para ello se ha establecido un plan de acción o revisión de las relaciones comerciales entre ambas economías  "con estaciones de paso para medir los logros", según Wilburg Ross, secretario de Comercio estadounidense. Las negociaciones comerciales irán acompañadas de acuerdos de inversión. EEUU pide una mayor apertura de la economía china.

Ambos países están creando una base de convivencia a sabiendas de los peligros de no hacerlo, dado, además, que la pugna por el control del liderazgo mundial va a continuar. El secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, así lo ha confesado: "Reconocemos los desafíos que China puede presentar a los intereses estadounidenses". En cualquier caso, el salto ha sido espectacular. Desde una agresiva retórica proteccionista, Trump ha pasado a decir al cierre de la cumbre que "tenemos miles de razones para tener una correcta relación entre EEUU y China y ninguna para estropearla". El comercio mundial entra en una nueva fase, en la que los acuerdos regionales, como el del transpacífico, pasan a un segundo plano.