Este chaval que fue de Iniciativa y ahora manda en la Aenecé, Jordi Sànchez, ha sugerido a los catalanes que se pillen un día de vacaciones el próximo seis de febrero para hacer compañía a Mas, Ortega y Rigau cuando declaren por el injustísimo pleito del 9-N, y escribo injustísimo porque –como ahora confiesa abiertamente el Molt Honorable 129– es absurdo criminalizar a un político como él, que hizo todo lo posible para celebrar una consulta regida por la total obediencia al marco legal español. La petición de Sànchez es doblemente curiosa; primero, porque intenta teñir de desobediencia un juicio que se puede considerar tan fraudulento o déspota como se quiera, pero que si uno va seriamente hacia la independencia no debiere afectar a nadie en gran cosa, porque el resultado más dramático que puede comportar es una inhabilitación de los políticos en cuestión para continuar ejerciendo en el marco autonómico.

En segundo lugar, y quizás lo más importante, sugerir a los pobres ciudadanos que llamen a la puerta del jefe para pedirle un festivo con la excusa de una nueva procesión soberanista folkloriza y degrada innecesariamente una movilización que huele a eterno retorno de lo mismo. Que cada uno vaya donde guste, faltaría más, pero si el independentismo quiere hacerse más fuerte, montar la paradita ante los tribunales autonómicos que juzgan supuestos crímenes autonómicos no me parece la mejor opción. Desconozco si, a partir de ahora, el líder de la Aenecé se dedicará a programarnos el calendario de fiestas, pero sería oportuno recordarle al buenazo de Jordi que, según la teoría, las entidades civiles se crearon para ser un instrumento útil para auditar a nuestros políticos hacia la independencia, no órganos dependientes de los partidos con el único objetivo de aumentar la cuota de martirologios con su consiguiente romería de motivados.

Si Sánchez y la ANC quieren ayudar de verdad al proceso que presionen a los setenta y dos diputados independentistas (algunos de ellos antiguos líderes de la misma entidad, dicho sea de paso) para situar el referéndum en el calendario político y que inicien de una puñetera vez la campaña por el que algunos venimos reclamando desde hace siglos. Fomentar ideas de bombero como esto de pedir fiesta a cada nueva inhabilitación, como un divertimento recurrente, minimiza los sacrificios que se deberán afrontar de verdad si nuestros políticos deciden jugársela fuera del marco autonómico. Si Sánchez quiere ayudar a Mas, que le reclame respeto por el afán de unidad del bloque soberanista. Si se quiere ayudar al antiguo presidente para que resulte útil, que los militantes de la ANC le exijan que haga lo posible para no entorpecer las negociaciones entre Puigdemont, Junqueras y la CUP.

Por lo demás, Sànchez, mi calendario de fiestas me lo organizo yo. Si tienes la bondad.